Aunque parezca lejano, lo que ocurra en el Ártico —y ya puestos, también en la Antártida— marca el destino del resto del planeta. Los polos son el gran almacén de agua fresca (en forma de hielo) de la Tierra. Además, tal y como explican desde WWF, "juegan un papel vital en la regulación del clima mundial".
El problema está en que, según alertan desde la oenegé ambientalista, el deshielo del Ártico amenaza con hacer desaparecer sus mares de hielo en los meses de verano en menos de una generación. El futuro de la Antártida no se divisa más brillante: su hielo se está derritiendo a "una velocidad alarmante". El 90% de sus glaciares, aseguran, han menguado considerablemente en las últimas cinco décadas.
El lector se preguntará cómo le afecta lo que suceda a más de tres mil kilómetros de su hogar. La respuesta es simple. Tal y como explican en WWF, el hielo de los polos es esencial para regular la temperatura, pues refleja los rayos solares de vuelta al espacio. Este 'efecto espejo' mantiene los termómetros a un nivel regular.
Los mares de hielo, además, ayudan a regular los movimientos de las corrientes marinas (cálidas y frías) en los océanos. Cuando esta agua sólida se derrite, los océanos absorben mayores cantidades de calor y la Tierra entre en un círculo vicioso: el deshielo provoca "un deshielo aún mayor que puede llegar a cambiar las corrientes oceánicas", alertan desde la oenegé.
El calentamiento global, acuciado por las emisiones de gases de efecto invernadero antropogénicas —las que genera el ser humano—, está detrás de la preocupante situación de los polos. La ciencia lleva años intentando buscar métodos para frenar el deshielo y mitigar la situación mientras Gobiernos, empresas y sociedades se ponen manos a la obra para reducir emisiones de gases de efecto invernadero.
Desde la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, parece que han dado con una solución o, al menos, una manera de mitigar ese deshielo que no hace más que favorecer el aumento de la temperatura media del planeta.
Mil litros de agua por minuto
El Centro para la Reparación del Clima (Centre for Climate Repair) de la universidad británica ha creado un proyecto, liderado por Shaun Fitzgerald, del departamento de Ingeniería, y Grae Worster, profesor del departamento de Matemáticas Aplicadas y Física Teórica, con el que pretenden aumentar la densidad del hielo del Ártico. Su idea es, explican en la web de la iniciativa, "incrementar los niveles de hielo durante los inviernos árticos" usando una "bomba de agua" impulsada por energía eólica que esparza "agua del mar sobre el hielo ya existente".
En declaraciones recientes a la BBC, Fitzgerald admitió que ni siquiera su propio equipo sabe "lo suficiente para determinar si es una buena o mala idea". Lo que tienen claro, eso sí, es que la única manera de averiguarlo es poniéndolo en práctica. Y para desarrollar su ingenio, que no es otra cosa que una bomba de agua, se han unido a la empresa británica Real Ice, que lidera la expedición que despejará todas las dudas sobre la viabilidad de este proyecto.
Así que, enfundados en sus parkas y sus botas de nieve, el equipo científico de Cambridge, Reino Unido, puso rumbo a Cambridge Bay, Canadá, un pequeño pueblo en el mismísimo círculo polar ártico. Andrea Ceccolini, de Real Ice, explica a la televisión pública británica que, a -30 °C y con una sensación térmica de -45 °C, están perforando un aguajero en mar de hielo que se forma de manera natural en invierno para "arrojar" a la superficie unos mil litros de agua marina por minuto.
Al exponer esta agua al aire frío invernal, esta se congela en cuestión de segundos. Esta nueva capa de hielo se solidifica sobre el ya existente y compacta la nieve. De esta manera, los copos frescos se convierten en un aislante natural para mantener el hielo del océano a salvo.
¿Es posible 'engordar' el hielo?
Ceccolini asegura en la BBC que "la idea es que cuanto más grueso sea el hielo al final del invierno, más tiempo sobrevivirá cuando llegue la temporada del deshielo". Por el momento, es muy pronto para asegurar si la iniciativa británica tiene recorrido o no. Serán los propios habitantes de Cambridge Bay los que monitorearán, en los próximos meses, los resultados de esa bomba que 'escupe' agua marina sobre la superficie del Ártico.
Según aseguran varios expertos a la cadena británica, "la mayoría de los científicos polares creen que este experimento no llegará a buen puerto". El principal problema, dicen, es que un hielo más salado como el que se está formando con este proyecto tiene más posibilidades de que se derrita rápido en verano.
Además, muchos son escépticos con la "escalabilidad" de la iniciativa: se necesitarían, explican a la BBC, cerca de 10 millones de bombas de agua eólicas para 'engordar' una décima parte del Ártico. "Es una locura pensar que esto pueda hacerse en todo el océano del polo", asegura al medio británico Julienne Stroeve, profesora de la University College London.