En algún momento hace dos siglos, alguien escuchó a Thomas Jefferson asegurar que "el café es la bebida favorita del mundo civilizado". Dicha afirmación parece vigente todavía hoy: es la segunda más consumida detrás del agua. También es la mercancía que más se compra después del petróleo. No es de extrañar: todos los días se toman en el mundo entre 1.600 y 2.000 millones de tazas.
En cápsulas, espresso, de filtro… las opciones para prepararlo son variadas y ceden a los gustos de cada amante de la cafeína. Sin embargo, sus restos solo suelen acabar en dos sitios: o bien en los contenedores, o bien en las cañerías, de camino a quedar mezclados entre aguas residuales. Según la calculadora de Coffee Footprint, creada por la doctora galesa Lucy Zaborowska, si tomamos dos tazas al día acabaremos empleando 101.920 litros de agua y produciendo 68,7 kilogramos de CO₂ al cabo del año.
Ya en 2022, estos datos rondaban por la cabeza de Edu Iglesias y Cristina Sánchez, una joven pareja afincada en Tortosa (Tarragona) que, además de ser "muy cafeteros", como ellos mismos se definen, estaban en busca de una idea. Querían crear un negocio que apostase por la comida sana, de proximidad y libre de químicos. Pero los precios de esta no han hecho más que encarecerse con los años… así que buscaron otra vía para entrar en el mercado de la alimentación eco.
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"Nos han vendido la idea de que para ser sostenible necesitas irte a vivir a un pueblo remoto en mitad de la montaña, tener un huerto y abrazar árboles, pero, en realidad, es mucho más sencillo", defendían. Bajo esa premisa decidieron fundar Noah Ecoliving, una startup con la que han desarrollado el primer kit de autocultivo en España con el que se puede aprovechar el poso del café para cultivar setas.
Son comestibles, por supuesto, son saludables y son gourmet. La propuesta de los tarraconenses es tan sencilla como exitosa: han ideado un recipiente fabricado con plástico reciclado y biodegradable en cuyo interior se incluyen unas esporas del hongo de ostra. Después de tomar café, basta con depositar y mezclar bien sus posos dentro del envase para que las setas vayan creciendo.
En cuatro a seis semanas, estas habrán alcanzado el momento de ser cosechadas y estarán listas para protagonizar recetas tan apetitosas como amables con el medio ambiente. Con el mismo café pueden recogerse hasta tres cosechas distintas. Además, rompiendo por partida doble con la cultura del usar y tirar, la dupla también pone a la venta bolsitas de esporas para cultivar setas ilimitadas.
En los dos años que llevan trabajando en su proyecto, Iglesias y Sánchez han previsto cada detalle. Las setas no llevan ningún aditivo ni modificaciones genéticas: son 100% orgánicas. Además, el recipiente sirve para cualquier cafetera, especialmente clásicas italianas o automáticas. Una vez terminadas las cosechas, el sustrato restante puede usarse como abono natural para plantas de interior o exterior.
¿Y qué pasa con quienes no toman café? ¿No pueden usarlo? Nada más lejos de la realidad. "Puedes pasarte por cualquier bar y pedirles la bolsa con el poso de todo el día. Estarán encantados de que te lo lleves, y tú acelerarás el proceso", aseguran. Y añaden: "Con nuestro producto, hasta un niño de cinco años puede crear su propio alimento a partir de algo que tiramos constantemente a la basura".
A la luz de los vertederos desbordados y la atmósfera sufriendo récords de emisiones en CO₂ —acumuló más de 40.000 millones de toneladas en 2023, según GCP—, Edu Iglesias, CEO de la empresa, reivindica: "No le pidamos a la naturaleza que produzca más, aprovechemos lo que ya tenemos disponible y que no utilizamos para crear más y generar juntos el cambio de visión que necesitamos".
Además de vender los kits a golpe de clic en su página, también colaboran con supermercados y empresas comprometidas con la sostenibilidad. "No vendemos setas, vendemos conciencia", destacan los emprendedores, quienes ven necesario que se implante en la sociedad una nueva forma de 'pensar' la comida para construir un futuro mejor para las nuevas generaciones, entre quienes está su hijo Neo.
Este no es su único proyecto que tienen vinculado al café: también están desarrollando una proteína alternativa a partir del micelio de los hongos cultivados sobre poso del café. El objetivo es que esta se comercialice como un ingrediente para la industria alimentaria. "Así se conseguiría reducir así el consumo de agua, el terreno necesario y de emisiones de CO₂ en más de un 95% en comparación con la carne", concluyen.