El 'presentismo', en historiografía, es un término que se utiliza para hablar de la influencia que tiene la actualidad en la forma en que se perciben los hechos pasados. Para algunos historiadores es inevitable; para otros, una contaminación. Cuando se contagia hacia el discurso político, directamente sirve de arma para la polarización, una de las grandes preocupaciones de las actuales democracias.
En España, ahora vemos este fenómeno con, por ejemplo, las leyes de concordia que buscan sustituir a la memoria histórica. Pero no se limita a la Guerra Civil o la dictadura, también se cuestionan sucesos de un pasado más lejano, como todo lo relativo a los Reyes Católicos, Cristóbal Colón —que no Copérnico— o un concepto que podría parecer sencillo, pero que resulta complejo, como la Reconquista.
“La historia de España ha estado siempre mermada por el maniqueísmo, por los buenos y los malos, pero no ahora, sino en cualquier etapa", explica María Lara, experta en Historia Contemporánea. Algo que, lamenta, continúa incluso hoy "cuando el espíritu crítico tendría que llevarnos a ver que lo pasado es pasado y lo presente, presente”.
Ella, junto a su hermana Laura, experta en Historia Moderna, es azote de la ‘leyenda negra’. Ambas son divulgadoras históricas que se centran, sobre todo, en el papel de las mujeres en el ayer de nuestro país. Y para explicar cómo el pasado está lleno de fake news coge como ejemplo a la protagonista de su libro Juana I, la reina cuerda (Almuzara, 2023): "La locura de Juana es un bulo, una patraña, una calumnia".
En el libro, explica, "se desmonta esa falsedad a partir de las fuentes de entonces, no de interpretaciones de ahora". Y pone un ejemplo: "El famoso del cadáver de Felipe el Hermoso tuvo que ver con que las leyes de Castilla no permitían que una reina se casase con el marido insepulto. Fernando el Católico quería casar a su hija por cuestiones políticas. Así que ella, con la excusa de que Felipe pidió ser enterrado en Granada, lo sacada de la cartuja de Miraflores y organiza el traslado, asegurándose que no la casen de nuevo contra su voluntad”.
Las Lara son asiduas de charlas, tertulias e incluso programas de televisión en los que combaten tópicos históricos. Piden, sobre todo, no caer “en el presentismo: juzgar el pasado con criterios del presente”. Aunque, aseguran, “no se trata de justificar lo injustificable, de, por ejemplo, para presentar una imagen positiva del Imperio español defender a la Inquisición”. Porque, sentencian, “en nombre de Dios se echaba a la hoguera a la gente; eso es injustificable de cualquier manera”.
Ven sobre todo que el debate se vicia “por el miedo a hablar o a conocer, desde el momento que parece que si hablas de determinado periodo histórico estás tomando una posición partidista. Por eso acaba habiendo tanto desconocimiento”. Laura Lara lamenta especialmente “el intrusismo, sobre todo en redes”. Y asegura que “parece que si te gusta mucho la historia puedes hablar de ella y divulgarla, aunque no seas historiador”. Pero recuerda que “no es tan fácil”, pues la historia no es “cuestión de opiniones personales”.
“Por tanto, si dejamos que la historia siga siendo historia, y que sea ese espejo del que captar lo bueno y no repetir errores, seguirá siendo maestra para la vida. Si la historia la contaminamos con pensamientos actuales, se convertirá en consignas al servicio de los partidos políticos”, concluyen las Lara.
Peores analistas por no saber historia
Algunos investigadores advierten que las diferentes formas de enfocar un hecho histórico no son inocentes, incluso cuando hablamos de ocio o ficción. El historiador Alberto Venegas ha estudiado la influencia en la recreación histórica en su libro Pasado interactivo. Memoria e historia en el videojuego (Sans Soleil, 2020). En él habla del concepto de “retrolugar”: un tópico visual que nos remite a una época histórica concreta y se usa en los videojuegos (o en el cine, o en otros formatos) para ‘trasladarnos’ a una época. El ejemplo fácil son las pirámides y el Antiguo Egipto. Pero esos “retrolugares” no siempre son de fiar.
“La suma de los retrolugares forman lo que denomino la memoria estética, es decir, un pasado que solo aparece y se encuentra en los medios, un pasado mediático”, explica. La historia se convierte en una serie de tópicos y disminuye el conocimiento al entregarlo sin contexto. “Un artículo reciente de la revista Foreign Policy advertía que los estudios estratégicos de Estados Unidos se están viendo empobrecidos por la falta de conocimiento histórico de sus principales pensadores”, añade. “La visión del mundo es cada vez más pequeña, más reducida y, por lo tanto, más peligrosa”.
En su campo, el de los videojuegos, añade Venegas, se produce una diferencia en la capacidad de imponer la visión propagandística del mundo entre los países cuyas empresas sean capaces de producir videojuegos fotorrealistas o cine digital de gran producción frente a los que no. “A la hora de pensar cualquier acontecimiento histórico, también presente, lo vamos a hacer a través de las referencias más populares o difundidas que hemos visto en la red, nuestra principal fuente de conocimiento en la actualidad”.
¿Reconquista? ¡Reconquista!
“Estoy convencido de que si, por ejemplo, el franquismo no hubiese usado la idea de la Reconquista con fines propagandísticos, hoy el debate sería menos virulento”, explica el historiador David Porrinas. “Se llevaron realidades medievales al presente, justificando la Guerra Civil como una cruzada católica y a Franco, como Caudillo, con el Cid. Lo hace a veces la historiografía de esos años. Sin esa sublimación, que en realidad viene del nacionalismo del siglo XIX, no se entienden los problemas actuales con el término”.
Porrinas es investigador y profesor en la Universidad de Extremadura y acaba de coordinar ¡Reconquista! ¿Reconquista? Reconquista, primer libro de la colección Debates de Historia de la editorial Desperta Ferro. En el mismo ha intentado reunir la mayor cantidad de puntos de vista posibles sobre el uso de la idea de la Reconquista en la historia de España y sus sesgos ideológicos, pero intentando enmarcarlo en un debate académico argumentado.
Parece que “si no te gusta el término eres de extrema izquierda y si lo defiendes eres de extrema derecha, cuando es más complicado”. Los críticos con la idea de Reconquista “creen que plantea una historia como si fuese en blanco y negro, como si los cristianos siempre hubieran estado enfrentados a los musulmanes, y la presenta como un proceso monolítico que dura 800 años”, algo que no es real.
La Reconquista “es un concepto que surge en el siglo XIX, en su momento histórico no existía”. Pero “lo cierto es que muchos la defienden porque no existe otra mejor”, explica, “al-Ándalus tampoco es representativo. Reconquista es un término útil, y muchos investigadores abogan por usarla conociendo sus limitaciones”.
Para Porrinas “la mejor manera de rebajar la polarización es intentando abrir la mente, llenarla de conocimientos que sirvan para relativizar. Así sabremos pensando que en Historia las verdades absolutas son muy pocas. Hay distintas opiniones y todas pueden tener su parte de verdad”. Una de las pretensiones del libro es “que la gente entienda que en historia no todo tiene por qué ser blanco o negro, existen los grises”.