Analizar muestras de abejas para detectar los contaminantes que flotan en el aire. No es una idea nueva, pero un equipo científico liderado por la Universidad de Almería y el Instituto Benaki de Fitopatología (Grecia) ha propuesto un nuevo método para facilitar esta labor. En lugar de tomar las muestras alternando las colmenas, plantean hacerlo con "muestreadores" o "captadores" pasivos que recojan los contaminantes del polen, las abejas y el propóleo.
En la investigación y los ensayos se han empleado dos dispositivos. Por un lado, el APIStrip —Adsorb Pesticide In-hive Strip, en inglés—, una especie de tarjeta de poliestireno impregnada de una solución inofensiva para los insectos que absorbe las sustancias contaminantes. Y, por otro lado, pulseras de silicona. Su funcionamiento es similar al primero; la silicona es un material absorbente y cada vez es más frecuente recurrir a él para realizar análisis semiquímicos. La única condición es que deben someterse a un proceso de limpieza antes de poder utilizarse como muestreadores.
El primero de los instrumentos utilizados está compuesto por una capa de TENAX® TA, un material absorbente con capacidad de retener en su superficie contaminantes orgánicos, como plaguicidas. La tiras de plástico, explican los investigadores por correo electrónico a EL ESPAÑOL, "se introducen en las colmenas" donde entran en contacto directo con las abejas. Se dejan quince días y se retiran para su análisis en laboratorio. Como las abejas perciben las tiras como elementos extraños, entran en contacto con ellas para intentar eliminarlas, lo que facilita la transmisión de los contaminantes.
"Las condiciones estables dentro de las colmenas —por ejemplo, temperatura, humedad o flujo de aire— y la protección de las paredes de las colmenas favorecen la reproducibilidad de los muestreos en el contexto de estudios de seguimiento a largo plazo", recogen los investigadores en el estudio, publicado hace unas semanas en la revista Heliyon.
Entre los contaminantes, identificados como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), que se podrían detectar, se incluyen los de incendios, gases de escape de los automóviles, humo del tabaco, maduración del petróleo crudo o humos de cocina. Todos ellos han sido identificados en sedimentos marinos, colillas de cigarrillos, esponjas marinas y peces, en el aire e incluso en el polvo de ecosistemas naturales y urbanos.
Ciencia ciudadana
En esta ocasión, el grupo de investigación Residuos de Plaguicidas de la Universidad de Almería quería probar la eficacia de los muestreadores pasivos en las colonias de las abejas de la miel (Apis mellifera), que recorren distancias largas para polinizar a las plantas. Los experimentos se realizaron en Dinamarca, Austria y Grecia: los apicultores colocaron las pulseras de plástico y las APIStrips durante dos semanas, tras las cuales recogieron las distintas muestras que enviaron más tarde a los laboratorios científicos.
Además de la amplitud, este nuevo método de detección de polución permitirá contar con los datos en tiempo real y sin necesidad de instalar costosos sensores y herramientas en distintos puntos geográficos. Los investigadores ponen sobre la mesa estos dos formas de detección de la contaminación para evitar los complejos sistemas de análisis activo de colmenas.
"La principal ventaja que presentan estos dos muestreadores sobre los muestreos activos clásicos es que no suponen un daño para la colmena", explica Francisco José Díaz Galiano, investigador de la Universidad de Almería que ha participado en el estudio, en declaraciones a ENCLAVE ODS.
"Un muestreo pasivo se realiza sin afectar (o afectando muy poco) al objeto de estudio, en este caso, la colmena de abejas. Por el contrario, un muestreo activo de las colmenas implica privar a las abejas de parte de sus recursos, v. gr., retirar una porción de cera, tomar parte del própolis, retirar polen, tomar la miel de la colmena o, incluso, analizar abejas directamente", añade.
Sensores de polución
Si bien hay muchos otros insectos involucrados en procesos de polinización que portan "accidentalmente" en sus cuerpos las sustancias contaminantes, explica Francisco José Díaz Galiano, uno de los investigadores de la Universidad de Almería que han participado en el estudio, las abejas melíferas tienen una ventaja clara.
[Qué hay que hacer si te encuentras una colmena de abejas o se te cuela un murciélago en casa]
"Existe un gran número de ellas reunidas en un único lugar: la colmena". Esto propicia que se convierta en una especie de "punto caliente para el estudio de la contaminación ambiental". El paso frecuente de estos insectos hace que muchos de ellos se acumulen en la colmena.
No es la primera vez que las abejas se utilizan para medir sustancias perniciosas para el medioambiente. "Las colmenas de abejas se han empleado con éxito para el análisis de microplásticos, hidrocarburos aromáticos, metales pesados y plaguicidas, entre otros contaminantes. Las diferentes propiedades fisicoquímicas de las diversas partes de la colmena la hacen idónea como punto de control de una gran variedad de compuestos", explica Díaz Galiano.