Una parcela de 60 km² con cinco kilómetros de costa situada en el interior de un fiordo y rodeada de montaña, glaciares y una abundante vida salvaje. Así es como la inmobiliaria Knight Frank describe un terreno que busca nuevo propietario. Conocida como Søre Fagerfjord, se localiza al suroeste de Svalbard (Noruega), uno de los archipiélagos más al norte del mundo.
Los anunciantes han declarado que se trataría del último terreno privado en Svalbard, el resto es propiedad de Noruega y Rusia". Pero, por supuesto, tiene sus complejidades legales. Primero, lo que se estaría comprando son los derechos sobre la empresa finlandesa Aktieselskabet Kulspids. La compañía fue fundada por familias adineradas de Oslo interesadas en la zona por sus recursos naturales, querían extraer amianto—.
Segundo, los compradores pueden ser únicamente "países que hayan ratificado el Tratado de Svalbard o a ciudadanos de dichos países", detalla el anuncio. "En los últimos años, ha habido un gran interés por el Ártico, y eso tiene que ver con el cambio climático, porque está abriendo posibilidades que no habíamos visto antes", ha explicado Per Kyllingstad, abogado que representa a los vendedores, en declaraciones a Bloomberg News.
Los estudios sugieren que Svalbard se está calentando seis veces más rápido que la media mundial. Y algunos análisis pronostican que en 2100 sus glaciares perderán hielo el doble de rápido que en la actualidad. Estas conclusiones se derivaron de un conjunto de datos de observaciones en estaciones meteorológicas de Svalbard y el archipiélago ruso de Tierra de Francisco José, en el norte del mar de Barents.
Además, en los últimos años, los termómetros están registrando temperaturas anormales. El pasado mes de julio se registró un récord de calor en Longyearbyen —el mayor asentamiento en Svalbard—, con una temperatura media de 10,1 °C. Fue la primera vez que se registró una temperatura media superior al término meteorológico "Clima Polar" —por debajo de los 0° C y 10° C como máximo— durante todo un mes.
Las posibilidades son infinitas
Se puede obtener la titularidad sobre una porción del Ártico por el módico precio de 300 millones de euros. Y los propietarios tendrán la libertad de explotar las tierras como quieran, dentro de los límites del tratado internacional. Las posibilidades son infinitas, pero hay pocas que sean respetuosas con el medioambiente.
El turismo polar tiene el potencial de serlo. El número de turistas en la región ártica —Canadá, Rusia, Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia, Alaska y Estados Unidos— está creciendo rápidamente. En 2017, el número de visitantes entrantes en las regiones señaladas alcanzó los 66,37 millones, lo que supone un aumento medio anual de 3,71 millones desde 1995. Uno de los atractivos es que cualquier ciudadano puede entrar a Svalbard sin necesidad de visado.
Otros usos incluyen la construcción de canales de comunicación por satélite —Svalbard es una ubicación ideal para ello— o la exploración (y explotación) de recursos mineros o pesqueros. Se estima que en 170.000 km², entre los paralelos 74 y 77 norte, al este de Svalbard, podría haber hasta 1.400 millones de metros cúbicos de petróleo. Y en la totalidad de la región ártica habría un 13% de los recursos petrolíferos sin descubrir del mundo, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
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En declaraciones a Bloomberg News, Kyllingstad afirma que el único estudio geográfico que se hizo fue originalmente en busca de amianto (no se encontró nada), y que no tienen conocimiento de otros recursos en esta tierra.
Un enclave geopolítico (y científico)
En virtud del Tratado de Svalbard de 1920, la zona no puede utilizarse para fines militares. El artículo 9 prohíbe las bases y fortificaciones navales, así como el uso de Svalbard con fines bélicos. Una limitación que probablemente desalienta a algunos países a comprar.
"El archipiélago tiene una gran importancia estratégica, ya que su ubicación podría ser crucial para controlar el acceso desde y hacia la Flota del Norte rusa en la península de Kola, que alberga los submarinos nucleares estratégicos de Rusia", recogen desde el centro de investigación Center for Strategic and International Studies (CSIS).
Solo Noruega y Rusia poseen asentamientos permanentes en Svalbard: Longyearbyen y Barentsburg. Polonia cuenta con una pequeña estación de investigación polar en Hornsund, mientras que Noruega facilita la presencia de varias naciones —Alemania, China, Francia, India, Italia, Japón, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Corea del Sur—. Por su parte, Moscú ha expresado su deseo de crear un centro de investigación ártica para los países BRICS en la ciudad fantasma rusa de Pyramiden, pero hasta ahora poco se ha materializado.
La última vez que se puso a la venta una propiedad privada en Svalbard fue en 2016, cuando la familia noruega Horn vendió Austre Adventfjord, un terreno mencionado en el Tratado al otro lado del fiordo de Longyearbyen. El multimillonario y magnate inmobiliario chino Huang Nubo dijo que pujaría por la propiedad, pero el Estado noruego se adelantó haciéndose con el territorio por 300 millones de euros. Asimismo, el Reino Unido también ha mostrado interés en hacerse con un pedazo de Svalbard para ampliar las aguas donde pescar.
"Hemos ofrecido la propiedad a compradores no conflictivos. No se llegó a ninguna conclusión", dice Kyllingstad a Bloomberg News. "Ahora estamos ofreciendo lo mismo a todos los compradores, controvertidos o no. Los vendedores venderán al mejor postor", afirma.