A un mes de los Juegos Olímpicos (JJOO) de 2024, París observa cómo sus termómetros, al igual que los del resto del mundo, no dejan de batir récords: hace unas semanas, la Tierra cerró un año completo de aumentos históricos de las temperaturas. En Europa, rezan los últimos informes del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), los fallecimientos vinculados al calor se han incrementado en un 94%. Incluso la capital francesa tiene algún hito que destacar: el riesgo de morir en estas circunstancias es el más alto allí entre las ciudades del Viejo Continente.
A los deportistas que acudirán a esta edición de los JJOO les preocupa ser los próximos damnificados del cambio climático. O debería hacerlo, según el informe Rings Of Fire. Publicado por dos organizaciones internacionales y firmado por 11 atletas olímpicos, el texto advierte de una "amenaza muy real" de que la competición se celebre durante una "ola de calor devastadora" que podría alterar el rendimiento de los participantes, y exponerles al riesgo de enfermedades derivadas del sobreesfuerzo. Algo que, además, podría tener efectos especialmente serios en los Juegos Paralímpicos del 28 de agosto.
Los Juegos de Tokio fueron los más calurosos de la historia, con termómetros que superaron los 34 °C y una humedad que alcanzó casi el 70%, lo que puso a los competidores frente a condiciones "tortuosas". Los de París tienen el potencial de superar estas cifras, debido a "la inacción ante el cambio climático y el ritmo continuo de uso de combustibles fósiles". Estos últimos, responsables de casi el 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, han contribuido a que el mundo siga calentándose y se mantenga de esta manera durante más tiempo.
El tenista neozelandés Marcus Daniell recuerda su paso por las Olimpiadas de la capital japonesa: "Sentí que el calor estaba bordeando el riesgo verdadero, el tipo de riesgo que podría ser fatal. Uno de los mejores tenistas del mundo [Medvédev] dijo que pensaba que alguien podría morir allí, y no creo que fuera mucha exageración [...]. A veces tenemos que jugar en condiciones donde un huevo puede cocinarse literalmente en la cancha. Esto no es divertido ni saludable. El estrés por calor es relativamente común en el tenis".
En España, miles de hogares presenciaron atónitos como Paula Badosa se veía obligada a retirarse en silla de ruedas de su partido de cuartos de final contra la checa Markéta Vondroušová, con la cabeza envuelta en una toalla por los efectos del calor sofocante. Por su parte, Pragnya Mohan, triatleta india, asegura que ya no puede entrenar en su país de origen debido a los peligros "que pueden ser fatales", ya que "el cuerpo siente como si se estuviera apagando".
Rings of Fire expone también cómo muchos deportistas tienen miedo a hablar de lo que supone para ellos competir en condiciones tan duras, por el temor a lo que se pueda pensar de ellos. "El ambiente actual es de miedo", dice el jugador de hockey neozelandés Hugo Inglis. "No está en nuestro ADN parar si las condiciones son peligrosas, creo que hay un riesgo real de mortalidad", añade Jamie Farndale, jugador de rugby escocés.
Presionados hasta el límite
En el marco de la investigación, Farndale acudió al Laboratorio de Entornos Extremos de la Universidad de Portsmouth para participar en una simulación de "condiciones de temperatura muy calurosas que podrían experimentarse durante los JJOO", explica el profesor Jo Corbett. Los riesgos que más preocupan al investigador son los de desarrollar enfermedades derivadas del calor y el esfuerzo físico.
"Empezamos con unos agradables 15 ºC, pero ahora hemos subido a unos 30 ºC. Y sí, sentí que a medida que las temperaturas subían, esto se volvía cada vez más difícil. Ahora estamos en 35 ºC, se siente más duro, pero sigue siendo la misma cantidad de trabajo", comenta el atleta durante el examen. Corbett explica que, en realidad, el escocés está trabajando "a un ritmo muy ligero". Pero, pese a ello, "cuando pasamos de las condiciones frescas a las cálidas, vimos cambios fisiológicos pronunciados que hicieron que el ejercicio le pareciera mucho más complicado".
En el transcurso del ejercicio, el jugador expresa: "Estoy preocupado como jugador de rugby a siete, es un deporte en el que te llevas al límite absoluto. He tenido compañeros de equipo que han luchado mucho con golpes de calor y han tenido que pasar un par de días en el hotel". Y añade: "Por la forma en que han ido las temperaturas en la última década, sabemos que hará calor. Y sí, esto me ha dejado claro lo difícil que será competir en París en lo que debería ser el punto culminante de tu carrera. Sí, si es así, va a ser duro".
A todos estos testimonios se suma también el nadador de maratón británico Ámbar Keegan, que destaca el "cóctel desagradable" que el calor extremo puede provocar incluso para los atletas mejor preparados en un entorno de aguas abiertas que ya por sí solo es desafiante. "Todos nos metemos en el agua sabiendo cuánta gente ha muerto a causa de esto, no es algo con lo que se deba jugar".
Los JJOO, cada vez más extremos
Según el documento, la capital gala ha visto desde 1924 —cuando fue sede de los Juegos— hasta 2023 cómo sus temperaturas anuales han aumentado un 1,8 ºC, mientras que, en promedio, hay 23 días más "calurosos" —por encima de los 25 ºC— y nueve días más "abrasadores" —sobre los 30 ºC— al año.
Además, desde 1947, París ha sufrido 50 olas de calor que solo se han hecho más intensas y frecuentes con el paso del tiempo. La calidez del verano se intensifica en la ciudad debido al efecto isla de calor, que hace que las zonas urbanas tiendan a ser más calurosas que las rurales circundantes. Al mismo tiempo, las noches tropicales, las que se dan cuando las temperaturas no bajan de los 20 °C, se han vuelto significativamente más comunes desde el siglo pasado.
En 2023, los parisinos se enfrentaron al mayor riesgo de muerte por calor en comparación con otras ciudades europeas, según un estudio publicado el mismo año en Lancet Planet Health. La ciudad es especialmente vulnerable ya que las viviendas utilizan zinc —metal que absorbe el calor— en sus tejados, lo que exacerba las altas temperaturas. Otros informes añaden que París podría sufrir olas de calor 34 días al año de aquí a 2080, frente a la media de 14 días al año de la década de 2010, y contemplan la posibilidad de temperaturas sofocantes de más de 50 °C en 2050.
Respecto a los JJOO de verano, las temperaturas medias durante los meses en que se celebran han aumentado 3,1 ºC desde 1924. En el texto, la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), la Asociación Británica para la Sostenibilidad en el Deporte (Reino Unido), Climate Central (EEUU) y FrontRunners (Australia) exponen que los riesgos en la salud pueden incluir desde fatiga, sudoración y sed intensa, debilidad, etc., así hasta llegar a la parada cardiovascular y la emergencia médica.
Asimismo, una vez se presentan estos episodios de problemas en la salud a causa del calor, aumentan las probabilidades de que vuelvan a repetirse con más facilidad. Eso es lo que los especialistas dijeron a la atleta Eliza McCartney. "Era un problema, no solo para mi campo de entrenamiento en Chipre, sino también a la hora de pensar en cómo manejaría las próximas competencias importantes que estaban por venir en lugares cálidos".
Es una "preocupación física y psicológica" que también afecta a la seguridad. Quienes compiten en salto con pértiga, como ella, usan empuñaduras adhesivas que pierden su adherencia con el sudor. La neozelandesa recuerda las ocasiones en las que ha sufrido "problemas al resbalar" en la pértiga en condiciones de alta humedad y calor extremo. Este último, sentencia Rhydian Cowley, dos veces olímpico en Río y Tokio, "es un asesino silencioso" para ellos, como también lo puede ser para el personal organizador y el propio público que asistirá a las jornadas del 26 de julio al 11 de agosto.
Rings of Fire subraya la necesidad de introducir estrategias de mitigación, como la programación de los eventos en los momentos más frescos del día o del año, su traslado a ubicaciones alternativas, la alteración de las normas de competición —acortándolas si es necesario—, la introducción de "descansos para refrescarse" e innovaciones en las estrategias de refrigeración, rehidratación e incluso en la ropa.