El huevo, un alimento fundamental de nuestra gastronomía y materia prima de la icónica tortilla de patata, los huevos rellenos, los platos combinados, el arroz a la cubana, todo tipo de quiches y bizcochos…, sufre también del desperdicio en un nivel de 8.600 toneladas al año. Tirar comida se ha convertido en la forma de contaminar más obscena en las urbes (un 8% del total de gases de efecto invernadero).
Por ejemplo, cada segundo en España se tiran unos 4,6 huevos: esto no solo conlleva la pérdida del producto y la contaminación consiguiente, sino un coste importante para las familias. Los hogares españoles están tirando unos 17,2 millones de euros en huevos, a una media de 0,12€ por unidad, según datos de Too Good to Go, aplicación líder en la lucha contra el desperdicio de alimentos.
El informe sobre desperdicio en los hogares del Ministerio de Agricultura y Pesca recoge que el huevo es el alimento que más se tira por desconocimiento. Alrededor del 2,2% anual de los que se comercializan en el país son desechados: puede parecer una cifra baja, pero equivale a tirar a la basura 143.950.000 huevos medianos (60g) al año o, lo que es lo mismo, más de 23.991.500 tortillas de patatas de 6 huevos, según Too Good to Go.
Por lo general, compramos más huevos de los necesarios y no llegamos a tiempo de comerlos antes de que se estropeen. Es mejor optar por los envases más pequeños, “reduciendo el riesgo de que se pongan malos y se queden sin consumir”, expresa Carlos García, responsable de comunicación de Too Good To Go en España y Portugal, quien destaca la importancia de “meterlos en el frigorífico, sobre todo en verano, colocándolos en las baldas interiores de la nevera y no en la puerta, ya que ahí estarían más expuestos a los cambios de temperatura”. Como norma, se recomienda usar siempre los más antiguos primero y lavarlos justo antes de consumirlos, ya que hacerlo antes podría eliminar la capa protectora natural que los recubre y aumentar el riesgo de contaminación.
Consumo preferente o recomendado
Otro motivo que lleva al desperdicio de alimentos en general y de huevos en particular es la fecha de consumo preferente. La fecha de consumo preferente no significa lo mismo que la fecha de caducidad. Esta se trata solo de un indicador de calidad organoléptica, lo que supone que, pasada esa fecha, el huevo puede perder algunas de sus propiedades.
La fecha de consumo preferente establecida en la Unión Europea es de 28 días desde la puesta, aclara INPROVO (Organización Interprofesional del Huevo y sus Productos): “Si el huevo ha estado convenientemente conservado, puede consumirse sin problemas aun cuando esté próximo a la fecha de consumo preferente. Incluso se puede comer varios días después de la fecha marcada en el envase”.
Existen varios trucos para saber si un huevo está en buen estado: cuando el huevo envejece, la clara se va volviendo cada vez más líquida y termina por no distinguirse de la yema; además, la yema está más redondeada en un huevo fresco, y cuando éste envejece, la yema se achata y desparrama.
El test del vaso de agua es un truco muy sencillo y rápido: si el huevo se hunde al introducirlo en el vaso significa que está en buen estado y se puede seguir consumiendo sin problema alguno. En el caso de que el huevo se hunda, pero permaneciendo en posición vertical, quiere decir que hay que consumirlo de manera inmediata. Por el contrario, si el huevo se queda flotando en la superficie, significa que ya no es recomendable su consumo.
Hay que tener especial cuidado con los cambios de temperatura. “Si compráramos huevos refrigerados en la tienda, el cambio de temperatura que sufriría el huevo en el tiempo que transcurre hasta llegar a casa produciría una condensación de agua en la cáscara y favorecería que cualquier contaminación exterior se disolviera en el agua de condensación y entrara al interior del huevo por los poros de la cáscara, deteriorando su calidad. Además, favorecería el crecimiento de hongos en la superficie, algo que haría los huevos no aptos para su consumo”, desvela INPROVO.
En verano hay que extremar la precaución. Según nos explica INPROVO: “Podemos conservar un huevo cocido en el frigorífico durante una semana, siempre que se mantenga con su cáscara intacta. Este tiempo se reduce si el huevo se ha pelado: en ese caso, la recomendación es comerlo el mismo día o guardarlo sumergido en agua con sal en el frigorífico un máximo de dos o tres días”.
“En nuestra lucha contra el desperdicio, proponemos aplicar la cáscara del huevo triturada a las plantas. A medida que vayamos regando, se irá descomponiendo y aportando el calcio que las plantas irán absorbiendo para ayudar a su fortalecimiento y crecimiento”, desvela Carlos García de Too Good to go.
Su alto contenido en proteínas le convierte en el protagonista de las dietas de adelgazamiento más populares, venciendo el mito de no consumir más de tres unidades a la semana porque sube el colesterol. Según el estudio de INPROVO, el consumo de huevos en los hogares españoles creció el 7,7% en el periodo 2022-2023.
En España, la producción anual es de 37,4 millones de unidades, lo que nos convierte en el tercer país productor de la Unión Europea, con un 12% del total, solo por detrás de Francia (14,8%) y Alemania (13,8%); y por delante de Italia (11,4%), Holanda (9,9%) y Polonia (8,5%).