El verano de 2024 acaba de empezar, y el recuento de asesinadas empieza ya a dar escalofríos. En solo 24 horas, el mes de junio pone punto final al inicio estival con cuatro asesinatos machistas —seis, si se contabilizan los dos casos de violencia vicaria que los acompañan—.
En lo que llevamos de año, han sido un total de 16 las mujeres víctimas mortales de violencia de género y 7 los menores. De confirmarse la naturaleza machista de los acaecidos este fin de semana, las cifras ascenderán a 21 y 8, respectivamente.
Por eso, durante una rueda de prensa este mismo sábado 29 de junio, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha asegurado que no tiene lugar a dudas: "Los discursos negacionistas matan". Así anunciaba, además, la convocatoria de un comité especial para el próximo jueves 4 de julio en el que analizar lo que está sucediendo en nuestro país.
Los recientes asesinatos, ha explicado Redondo, son una forma de expresión más de esa "violencia estructural" y ese "machismo que lleva instalado en la sociedad muchos años y que termina con la vida y con el proyecto de mujeres y familias". Exactamente, son 1.260 las vidas que se ha cobrado ese machismo desde que comenzaron los registros allá en 2003.
Factor de riesgo: verano
En Feminismo para principiantes (B de Bolsillo, 2005), Nuria Varela escribía que "la violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de serlo es una violencia instrumental, que tiene por objetivo su control". Ni "pasional, ni sentimental, ni genética, ni natural". La violencia de género es "la máxima expresión del poder que los varones tienen o pretenden mantener sobre las mujeres".
Y el verano parece ser el momento en que esa "máxima expresión" se despliega en todo el país. Según los datos recopilados en el portal estadístico de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, hay una tendencia generalizada desde el año 2003 a que se presente cierto repunte en los asesinatos de mujeres en los meses estivales, aunque también durante las vacaciones de Navidad.
La lógica dice que el motivo es, precisamente, las vacaciones y el tiempo libre extra de los meses de verano. Y los datos, en este caso, no contradicen a la lógica. Lo que para muchas personas es un momento de desconexión y tranquilidad, para las mujeres víctimas de violencia de género se convierte en un estresor, un periodo lleno de ansiedad y terror.
Guadalupe Traserra, psicóloga forense, publica un artículo en el Instituto Superior de Estudios Psicológicos en el que asegura que "en verano, y en particular durante los periodos vacacionales, se presentan peculiares características en cuanto a los hábitos diarios que pueden significar una combinación de variables o factores potencialmente estresores y, por tanto, provocadores de situaciones conflictuales entre la pareja o bien en situaciones familiares más amplias".
Pero esto no toma de sorpresa a los expertos en violencia machista. Un informe del Instituto de Salud Carlos III, publicado en 2021, mostró evidencia sobre la mayor prevalencia de asesinatos de mujeres en verano como resultado de esas "situaciones conflictuales" de las que habla Traserra.
El estudio, que analiza feminicidios en el ámbito de la pareja y la expareja entre 2003 y 2017, sentenció que julio y agosto son el primer y el tercer mes, respectivamente, en el que más crímenes machistas se acumulan. El segundo sería enero.
Pero el del Instituto de Salud Carlos III no es la única investigación que corrobora los datos de Igualdad. En 2019, el Ministerio del Interior publicó otro estudio que analizaba los asesinatos entre 2007 y 2017. Este también mostraba un mayor número de feminicidios en julio.
Algo que podría considerarse 'normal', pues, como explica a la agencia de verificación de noticias Newtral la socióloga Carmen Vives-Cases, "es habitual que las víctimas tengan que pasar más tiempo con sus agresores”.
Traserra señala a la "convivencia consecutiva" tanto en pareja como en familia como uno de los principales motivos del repunte de la violencia de género en la época estival. "En muchas ocasiones el mundo laboral, diferenciado del de nuestro cónyuge, significa un espacio muy personal, único y diferenciado, que deja de existir en periodos vacacionales, provocando una alteración de los roles al cambiar las actividades, las relaciones interpersonales y nuestras obligaciones", explica.
Pero la experta también apunta a los gastos extra que pueden acarrear las vacaciones o la mayor ingesta de alcohol durante estos periodos como estresores que pueden traducirse en situaciones que expliquen el repunte de la violencia.
Machismo y calor
Con todo esto dicho, el repunte de los asesinatos machistas en época estival tiene otro mal compañero: el calor. Y, en especial, las olas de calor que, según un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment en 2018, estarían directamente relacionadas con el aumento de la violencia de género.
Como ya se explicó en EL ESPAÑOL, investigadores de la Escuela Nacional de Salud Pública, del Instituto de Salud Carlos III y el Ciber de Epidemiología y Salud Pública llegaron a la conclusión de que el riesgo de asesinato aumenta un 40% tres días después de que se produzca una ola de calor. Por cada grado por encima del umbral de 34 °C, el riesgo crece un 28,8%.
Los investigadores también se dieron cuenta de que las denuncias policiales aumentan un día después del episodio extremo en un 1,7% por cada grado de más. Las llamadas al 016 se incrementan a los cinco días, posiblemente debido a que las mujeres acuden a la línea de ayuda una vez finalizado el episodio crítico. Por cada grado por encima del umbral, la probabilidad de llamar aumenta un 1,43%.
La hipótesis que explica esta situación, que hace, una vez más, que repunten los feminicidios en verano, no sería otra que la agresión por calor. Y es que los investigadores aseguran que las altas temperaturas aumentan la producción de adrenalina, que podría aumentar la excitación fisiológica y activar una mayor agresividad bajo ciertas condiciones. Además, el calor extremo también altera las zonas del cerebro involucradas con la regulación de las emociones y se relaciona con la ansiedad, el estrés y los trastornos de estrés postraumático.
El año pasado se publicaba otro estudio, esta vez en JAMA Psychiatry, que daba un paso más y ahondaba en las consecuencias en la violencia contra las mujeres del calentamiento global. Porque, dicen los investigadores, el aumento del calor asociado al cambio climático puede provocar un incremento del 21% en la prevalencia de la violencia de género para finales del siglo XXI. Este incremento será del 28,3% en el caso de la violencia física y del 26,1% en la sexual.
Eso sí, es importante recordar que, parafraseando a la ministra de Igualdad, es el machismo —incluso el negacionismo de la violencia de género— el que mata. El calor o las vacaciones simplemente evidencian un problema estructural y cultural.
El 016 atiende a todas las víctimas de violencia machista las 24 horas del día y en 53 idiomas diferentes, al igual que el correo 016-online@igualdad.gob.es.
También se presta atención mediante WhatsApp a través del número 600 000 016. Los y las menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10.
En una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062) y en caso de no poder llamar se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.