Junio termina con temperaturas anormalmente bajas para el inicio del verano. Eso sí, explica a ENCLAVE ODS Isabel Moreno, física, meteoróloga y embajadora del Pacto Climático Europeo (European Climate Pact), los casi 12 grados menos que se han vivido esta última semana llaman la atención si “el periodo de referencia es de 1991 a 2020”. Estos años de referencia incluyen “meses en los que la temperatura ya era alta” y, por tanto, indica, se trata de “una medida recalentada”.
En cambio, si se toman como referencia los datos del periodo entre 1980 y 2010, la narrativa se transforma. Vemos, entonces, cómo los termómetros “no han caído tanto”, explica la experta. “Nos estamos malacostumbrando a veranos cada vez más cálidos y a temperaturas que no deberían ser normales en nuestras latitudes”, indica Moreno.
La meteoróloga hace referencia así a la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que comenzó el pasado martes 25 de junio y se ha extendido toda la semana, alcanzando su punto álgido entre el viernes 28 y el sábado 29. “En España estamos teniendo la enorme suerte de que este mes de junio nos ha tenido un poquito despistados”, asegura Moreno. Y lo explica: “Sí que hemos tenido algún periodo cálido, pero no ha sido lo más habitual“.
Eso, dice, contrasta con la situación que se observa más allá de nuestras fronteras. Y pone como ejemplo los incendios forestales de Grecia o Turquía, los cientos de muertos por las “altísimas temperaturas” en La Meca o las “brutales” olas de calor en México o India. Moreno recuerda que “si solamente ponemos el foco en lo que está pasando en España, perdemos el enfoque del proceso global que es el cambio climático”.
Porque, insiste, la emergencia climática “no se comporta igual en todo el planeta”. Pues el clima, como puntualiza Miguel Ángel Criado, periodista científico y autor de Calor. Cómo nos afecta la crisis climática (Debate, 2024), el clima no es una ciencia exacta y, por eso, “hay que mirar patrones y tendencia a medio y largo plazo”.
Ambos expertos coinciden: las temperaturas planetarias se encuentren en auge —estos últimos 12 meses ha sido la más alta jamás registrada, 0,75 °C por encima del promedio de 1991 a 2020—, pero esto no se traduce, necesariamente, en calor. De hecho, dice Moreno, puede suceder lo mismo que en España, donde “estamos teniendo un periodo relativamente fresco”.
Pero, además, recuerda la meteoróloga, venimos de "un invierno que no ha sido todo lo frío que a lo que estamos acostumbrados en España". Porque hemos pasado, recuerda, "unos meses muy, muy cálidos" con temperaturas "por encima de lo normal".
Menos frío
Cada vez que se ha producido una nevada o lluvias torrenciales en Estados Unidos en los últimos años, el expresidente (y de nuevo candidato) Donald Trump ha dicho eso de que el calentamiento global es “una trola”. Y probablemente usted mismo haya escuchado a alguien preguntarse dónde está el cambio climático cuando llega una DANA o una Filomena nos sorprende.
“Mañana puede haber una helada en Galicia, pero eso no quita que las heladas y el granizo a finales de junio cada vez sean menos frecuentes”, zanja Criado. Y pone el ejemplo de un meteorólogo asociado a la Aemet con el que habla en su libro, Calor, Vicente Aupí.
Él vive en el llamado Triángulo de Hielo (Teruel, Calamocha y Molina de Aragón) de España y ha hecho “todo un registro” de las olas de frío que ha habido históricamente en la zona. Una parte de la península en la que el termómetro cae hasta los 20 grados bajo cero.
En su libro, Criado explica cómo el meteorólogo observa que “la tendencia o el número de olas de frío que había hasta 1940-50 es mucho mayor que la actual”. Porque, recuerda, desde el año 2000 ha habido “Filomenas” —o borrascas como la sucedida en la península en 2021—, pero “no son tan frecuentes”. El ejemplo que usa Criado es claro: “En 1944, 1945, 1946 y 1947 hubo cinco Filomenas consecutivas en una época muy dura, de posguerra”.
Un "lema olímpico"
No se puede hablar de frío —o, más bien, temperaturas frescas— sin mencionar su contrapartida: el calor. Ese que acecha la península ibérica en estos meses de verano y que, pronostica Moreno, enseñará la patita en los próximos días en buena parte del país. Porque, indica Criado, "las olas de calor siguen su propio lema olímpico" y transforman ese citius, altius, fortius a su manera.
Y lo explica: "Cada vez hay más olas de calor, cada vez son más largas, cada vez más extensas y cada vez más intensas". Esa, zanja, es la tendencia, y el histórico de datos lo corrobora. Aunque, eso sí, matiza, "se ve, sobre todo, en este siglo".
"Ya empezó a ocurrir a partir de 1990, pero en los últimos diez años se han ido acumulando y cada vez son más largas e, incluso, más tempraneras". Porque, aunque no se consideren como tal por no circunscribirse a los meses de verano, "ya empieza a haber olas de calor a finales de mayo y principios de junio".
Eso es algo que, precisamente, se ha podido comprobar en los últimos 12 meses. Como alertaba Copernicus —el servicio de cambio climático de la Comisión Europea— a principios de junio, el mes de mayo fue el duodécimo más cálido en la superficie de la Tierra desde que hay registros. Se cumplía, así, oficialmente un año con récords mensuales consecutivos de calor.
Esta tendencia, que habrá que esperar para comprobar si continuó en junio, comenzaba a finales de la primavera pasada con la llegada de un nuevo episodio de El Niño. En mayo, la temperatura promedio del aire fue de 15,91 °C, unos 0,65 °C por encima del promedio de 1991 a 2020, y 0,19 °C sobre el máximo anterior registrado en 2020.
Además, los termómetros se calentaron hasta 1,52 °C sobre la media preindustrial, y, en el mar, las temperaturas registraron los valores más altos correspondientes al mes. Algo que, como zanja Moreno, solo nos lanza un mensaje: "El cambio climático es una realidad incuestionable… y ante la duda, ahí tenemos los datos".