No es la primera vez que Elon Musk vislumbra un futuro distópico a través de la tecnología y lo presenta ante los ojos del mundo. En este caso, como si el mundo fuera la mismísima República de Gilead, escenario donde discurre El cuento de la criada.
En esta novela de Margaret Atwood, las élites gubernamentales obligan a un grupo de mujeres, que son más fértiles que el resto, a procrear con ellas para salvar el planeta de una gran catástrofe humanitaria.
Pero, volviendo a la vida real, ese futuro distópico no es tan ficticio como parece. En el planeta Tierra lo hemos llamado 'pronatalismo', y define el movimiento que busca elevar las tasas de natalidad para evitar un "colapso" ante la reducción del ritmo de crecimiento de la población mundial.
Sus mayores abanderados son millonarios del sector tecnológico, como Jeff Bezos o Elon Musk, que quieren utilizar la tecnología para repoblar el planeta con "aquellas personas que puedan producir una descendencia genéticamente superior". ¿Sería esto posible? ¿Y ético?
¿Crece la población?
El pasado 15 de noviembre de 2023, la población mundial marcó un récord histórico al traspasar por primera vez los 8.000 millones de personas, como anunció la ONU. António Guterres, su secretario general, afirmó que esta era una clara ocasión para "celebrar nuestra diversidad, reconocer nuestra humanidad común y maravillarnos de los avances en salud que han prolongado la esperanza de vida y reducido las tasas de mortalidad".
A pesar de ello, un informe publicado por Naciones Unidas afirma que el número de personas que poblamos la Tierra está creciendo a un ritmo más lento desde 1950.
Las claves de la escasa natalidad
Según Naciones Unidas, la menor tasa de fecundidad es uno de los grandes problemas ante la falta de natalidad.
En la actualidad, hasta dos terceras partes de la población mundial vive en un área donde la tasa de fecundidad es inferior a los 2,1, lo que hace prever un crecimiento nulo a largo plazo.
En este sentido, la mortalidad también juega un papel fundamental, ya que sus cifras son cada vez más bajas debido a los avances médicos.
En Europa, la mayoría de las naciones atraviesan actualmente una gran crisis de natalidad. De hecho, líderes tan dispares como Angela Merkel o Vladímir Putin advirtieron del declive poblacional y de la necesidad de fomentar planes para hacer frente a la crisis demográfica.
Tanto es así que de aquí al año 2050 se prevé que, mientras que la población de Europa disminuya, serán nueve países los que originen la mitad del crecimiento mundial. Estos son la India, Nigeria, Pakistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia, Egipto y Estados Unidos.
¿Qué es el pronatalismo?
Ante estas tendencias demográficas, el movimiento pronatalista ha irrumpido con fuerza en algunos círculos sociales. Este defiende la necesidad de elevar las tasas de natalidad para evitar un debilitamiento de la calidad de vida. De esta manera, apuesta por políticas que impulsen la procreación para garantizar el desarrollo económico de los pueblos, así como la estabilidad social y la preservación cultural.
Sin embargo, este concepto va más allá del simple pensamiento que incita al aumento de la natalidad. El pronatalismo adquiere tintes polémicos si se tienen en cuenta todos sus matices.
Entre ellos está el que dicta que solo algunos sectores de la sociedad, los "genéticamente superiores", deberían tener múltiples descendientes para mejorar la humanidad. Además, defienden que la tecnología es la herramienta perfecta para llevar a término este pensamiento.
Entonces, ¿solo podría tener hijos una parte de la población? Pero, ¿quién lo decide? ¿Y qué pasa con el planeta? ¿Sería sostenible esta práctica? ¿Y ética?
Elon Musk, su abanderado
Uno de los responsables de dar visibilidad y fomentar el pronatalismo ha sido Elon Musk. El magnate tecnológico, que acostumbra a protagonizar algunas de las polémicas más internacionales, es un fiel abanderado y practicante de este pensamiento. Tanto es así, que tiene 12 hijos con nombres tan curiosos como X Æ A-Xii, Exa Dark Sideræl y Techno Mechanicus.
Además, Musk ha mostrado su afinidad al pronatalismo desde hace más de un lustro. En el año 2017, el empresario escribía en Twitter: "La población mundial se está acelerando hacia el colapso, pero pocos parecen darse cuenta o preocuparse". En 2019: "El mayor problema dentro de 20 años será el colapso de la población". De esta manera, advertía a sus seguidores de la necesidad de ser pronatalistas.
Elon Musk: "La civilización se va a desmoronar, recordad mis palabras".
Además de Musk, otras muchos grandes directivos se han unido a esta causa. Por ejemplo, los millonarios Ross Dou, Joe Rogan, Jeff Bezos o Marc Andreessen han sido algunos de ellos. Por su parte, el matrimonio formado Simone y Malcolm Collins creó pronatalist.org, una exitosa web pensada para difundir el pronatalismo y concienciar a la población sobre su importancia.
Tecnología, gran aliada
Para frenar las consecuencias del colapso de la humanidad, o como han llegado a afirmar los Collins, de la "extinción humana", los pronatalistas abogan por la utilización de la tecnología para conseguir técnicas reproductivas avanzadas. Además, son ellos mismos los que financian dicha investigación.
Su misión es abordar los desafíos que la escasa fertilidad plantea y hacer que la maternidad sea más inclusiva. Por ello, los seguidores de esta teoría trabajan en el diseño de úteros artificiales o embriones a partir de células no reproductivas.
El cultivo de óvulos viables a partir de células madre para poder permitir la reproducción biológica entre dos hombres también es una de sus prioridades, al igual que la detección y selección de los 'mejores' embriones.
Sin embargo, el ideal de mayores tasas de natalidad no tiene en cuenta otras cuestiones como el contexto económico y el acceso a dicha tecnología, las desigualdades de género o el coste ambiental ante el crecimiento demográfico que busca el pronatalismo. Además, algunos expertos advierten de que puede tener consecuencias mentales para la población debido a la presión ante la expectativa social de contribuir a revertir el declive demográfico.
La polémica está servida
Son varios "detalles" los que han alimentado la polémica que rodea al pronatalismo. El principal de ellos, el hecho de que solo puedan practicarlo algunos sectores de la sociedad. Concretamente, los considerados "intelectualmente talentosos" o los capaces de "producir una descendencia genéticamente superior".
Además, los impulsores del pronatalismo pertenecen a ciertos sectores económicos, como el de la tecnología, y creen que su responsabilidad es salvar al mundo de una catástrofe demográfica. Este pensamiento proviene del largoplacismo, un movimiento filosófico que ya congregó a la élite tecnológica.
Además de éticamente dudoso, el pronatalismo es considerado por algunos como un freno al desarrollo sostenible. De hecho, la ONU calcula que, en el caso de que la población mundial alcance 9.800 millones de personas en 2050, se necesitaría el equivalente a casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales necesarios para los estilos de vida actuales.
¿Si fuéramos pronatalistas?
Si este pensamiento se llevara a la práctica, habría que adaptar la vida a las nuevas necesidades que planteara el movimiento. A día de hoy, la gran mayoría de sociedades desarrolladas no están acostumbradas a que las familias sean, en gran parte, numerosas. Por ello, los gobiernos tendrían que aplicar nuevas medidas más allá de la incentivación a la natalidad.
Uno de los ámbitos sociales en los que más influiría sería en el plano laboral. Ante esta nueva tendencia, las empresas tendrían que fomentar unos permisos de maternidad más largos o permitir horarios reducidos por la lactancia, así como mejores condiciones para conciliar la vida personal y profesional.
Las ciudades también deberían adecuarse ante el aumento de niños y jóvenes. Por ello, la mejora de los sistemas de transporte público para adaptar a las familias, la creación de parques o los centros comunitarios, serían algunos de los cambios que sufrirían.
De hecho, la formación sería otro de los puntos fundamentales a restablecer. La ampliación de los planes de estudio sería clave para hacer frente a esta nueva realidad. También se necesitaría aumentar el número de escuelas para atender a la nueva oleada de alumnos.