El lugar en el que crecemos, en cierta parte, determina nuestro modo de vida. Quienes viven en la gran ciudad es posible que estén acostumbrados al ajetreo diario, en el que el ruido acústico es parte de una rutina diaria. Para quienes se han criado en una pequeña casita en el campo, en cambio, este tipo de sonidos no son más que una realidad que no están dispuestos a aceptar.

Algo así es lo que le pasa a los habitantes de Aogashima, con una gran diferencia, que ellos, en vez de tener una casita en el campo, la tienen dentro de un volcán activo que en cualquier momento puede despertar. 

358 kilómetros y el mar de Filipinas son los que separan a Aogashima de la gran ciudad, Tokio. Alejada del ajetreo, ruidos y estrés, esta isla perteneciente al archipiélago japonés de Izu es el hogar de 170 personas; como maestros, ingenieros, trabajadores gubernamentales y agricultores que trabajan en el fértil suelo volcánico y en abundantes aguas pesqueras.

La isla ubicada dentro de un volcán

Aogashima es la isla más remota y topográficamente más interesante del archipiélago de Izu y, posiblemente, del mundo entero. Su perímetro está formado por una gran caldera llamada Ikenosawa que mide un diámetro de 1,6 kilómetros y en su interior alberga el Maruyama, un cono volcánico de algo menos de 200 metros de altura que se encuentra activo.

Esto significa que la totalidad de la isla es un cráter volcánico, dentro del cual se encuentra el volcán menor cuaternario activo, uno de los pocos que existen en el mundo. Esto significa que se ha formado a partir de cuatro calderas (o aberturas de volcanes) superpuestas y, aunque en un primer momento parezca pequeño, la realidad es que sus dimensiones se prolongan bajo el mar. 

Los registros históricos muestran que Aogashima estuvo deshabitada durante cientos de años, especialmente en el momento en que el volcán en erupción por última vez en el siglo XVIII, concretamente en el año 1785. Los temblores en el suelo y las columnas de gas y humo avisaron de que algo no iba bien, por lo que los 327 residentes de la isla no tuvieron más remedio que evacuar; sin embargo, solo la mitad lo logró.

La erupción del volcán terminó con la vida de centenares de personas, que no pudieron escapar debido al aislamiento del territorio. En ese entonces, no contaban con la tecnología de hoy en día, capaz de avisar con antelación, mientras que el transporte hacia fuera de la isla no era tan fácil. Desde aquel entonces, el volcán está inactivo; sin embargo, puede despertar en cualquier momento.

A pesar de ello, y según el último censo, la población de Aogashima ronda las 170 personas, incluyendo niños pequeños y personas mayores. Curiosamente, muchos de los habitantes se conocen entre ellos, mientras que muchos de ellos son parientes. No obstante, también hay inmigrantes de diferentes partes de Japón que optaron por vivir el estilo de vida minimalista de la isla.

Lo interesante de Aogashima es el hecho de que en realidad está bajo la jurisdicción de Tokio, a pesar de que se encuentra a cientos de kilómetros de la costa y el modo de vida es completamente opuesto al ajetreo y bullicio diario de la ciudad. 

Cómo es la vida en Aogashima 

Aunque en cierta forma parezca que no hay ventajas de vivir en una isla que en cualquier momento pueda desaparecer, casi 200 personas eligen cada día el territorio como su hogar, por lo que hay quienes se han centrado en encontrar el motivo. 

El modo de vida de Aogashima es muy diferente a lo que viven en Japón, especialmente, porque la forma actual de la isla no da cabida a todo lo que pasa en la ciudad. Las instalaciones, así como el número de habitantes, son muy limitados, lo que en cierta parte obliga a una rutina minimalista. 

Aogashima.

Oficialmente, hay dos aldeas en la isla: Yasundogo y Nishigo, pero están tan cerca una de la otra que casi se tocan, formando desde el aire una sola. Tal y como explican quienes han acudido, hay clínicas disponibles en la isla, pero ningún hospital importante. Existe una escuela primaria y una escuela secundaria; sin embargo, no hay ninguna universidad, lo que significa que quienes quieren continuar con su educación deben emigrar fuera de la isla.

También hay una oficina de correos, pero todo ello va a una única dirección postal que el cartero lleva al domicilio del destinatario. Resulta un trabajo fácil desde fuera; sin embargo, al contar con un número elevado de personas con el mismo apellido, el trabajador conoce a cada individuo por su nombre de pila.

No hay cafeterías ni restaurantes en Aogashima, pero todos los spas, ryokans y minshukus ofrecen comidas caseras a sus huéspedes. También hay una tienda y un pub que sirve comida, así como existen excelentes cosechas de las cuales subsisten muchos de sus habitantes.

Aunque no haya una gran actividad social, ocio y lugares para divertirse, Aogashima tiene una peculiariedad: pueden disfrutar de aguas termales y saunas naturales todo el año, gracias a los vapores que emanan del volcán. Hay una sauna geotérmica cerca del cono interior, alimentada por la estructura geológica, que tiene habitaciones separadas para hombres y mujeres, así como una hilera de ollas en el exterior donde se puede cocinar la comida en el calor volcánico.

En la zona también se pueden hacer insuperables rutas de senderismo, en las cuales se puede contemplar una naturaleza única en el mundo: un cuenco de vegetación exuberante rodeado por una cresta empinada que alcanza una altura máxima de 423 metros, donde los acantilados descienden hacia el mar por todos lados, excepto por el norte, donde el pueblo se asienta sobre una pendiente más suave.

La gastronomía de la zona también cuenta con especialidades, de hecho, los locales crearon el Aochu, una bebida alcohólica similar al vodka que está hecho a base de boniato. Poder disfrutar de ello, así como del lugar, es un proceso bastante complicado en el que existen dos opciones: un vuelo de 20 minutos en helicóptero o un viaje en barco de un par de horas desde la isla cercana Hachijojima.