Desde 1980, la temperatura media del Mediterráneo ha aumentado, aproximadamente, en 0,4 °C por década. Un cambio que se ha traducido en que, hoy día, este mar se calienta un 20% más rápido respecto a la media global del resto océanos del mundo, resultado de la absorción de la energía que se genera a partir de los gases de efecto invernadero. 

A este aumento en la temperatura, se suman factores como la sobrepesca, la contaminación, el comercio marítimo (un 20% del tráfico mundial) y el desarrollo costero. Hechos que están alterando, a la par que poniendo en peligro, el Mediterráneo tal como se conocía hasta la fecha. 

Fruto de estas variables, la 'topicalización' de las costas españolas ha traído consigo nuevas especies, alcanzando la cifra de más de mil variedades invasoras que están desplazando a las autóctonas, una tendencia especialmente favorecida por el intenso tráfico en el canal de Suez y el estrecho de Gibraltar. 

Animales como el pez conejo, característico por su tonalidad verde, marrón y amarillo y con espinas venenosas en sus aletas dorsales, así como la carabela portuguesa, común en las aguas cálidas del Pacífico e Índico, son algunas de las especies extranjeras que la Estación de Investigación Costera ha podido avistar en las costas mallorquinas. 

Sin embargo, estas no han sido las únicas novedades y en lugares como Málaga o Granada hay quienes hay sigo testigos de la aparición de la Salpa fusiformis, un animal de aspecto peculiar y con importantes labores respecto a la 'limpieza' del aire. 

Qué son las 'Salpas fusiformis'

A pesar de lo que algunos podrían pensar, no se trata ni de un pez, ni de una medusa, ni mucho menos, de un plástico. Es un tunicado, es decir, un animal de aspecto gelatinoso rodeado por una membrana o túnica. 

Aunque también conocida como Maggiore salpa, se trata de un organismo marino perteneciente a la familia Thaliacea. Son animales transparentes, con cuerpo fusiforme, y se desplazan por el océano mediante contracciones musculares que bombean agua. Es debido a su aspecto y a su movimiento en el agua que, en ocasiones, son confundidas con las medusas, pero nada más lejos de la realidad. 

Cadena de Salpas fusiformis. Damocean Istock

Miden entre 1 y 10 centímetros de largo, aunque pueden encontrarse ejemplares más grandes. Pueden vivir tanto de manera solitaria como en colonias, donde varios individuos se agrupan formando cadenas que alcanzan varios metros de longitud. 

Además, son hermafroditas, lo que significa que poseen ambos órganos reproductivos al mismo tiempo, masculino y femenino. También presente en especies como la estrella de mar, se trata de una característica que facilita su reproducción y permite que las colonias crezcan rápidamente. 

Cómo 'limpian' el aire

Sin embargo, su aspecto no es lo único que llama la atención. Cuenta con una labor fundamental en la captura de dióxido de carbono, y lo hace a través de su alimentación. Las salpas se nutren de fitoplancton, diminutos organismos fotosintéticos que flotan en la columna de agua y que son esenciales para la cadena alimentaria marina. 

Estos pequeños seres realizan la fotosíntesis, el proceso encargado de convertir el CO₂ en oxígeno y materia orgánica, sirviendo como base alimenticia para muchas especies marinas. De esta manera, las salpas filtran el agua para alimentarse, capturando enormes cantidades de fitoplancton y, en consecuencia, absorbiendo grandes cantidades de carbono. 

Durante el día, estos animales se desplazan a diferentes profundidades en busca de alimento, pero es justo con la puesta del sol cuando forman densas colonias y se vuelven auténticas 'máquinas' en lo que respecta a la limpieza del aire. 

Son capaces de filtrar grandes volúmenes de agua, capturando hasta 4.000 toneladas de CO₂ en una sola noche. Un proceso conocido como 'bomba biológica de carbono' a través del cual las salpas ingieren esta sustancia que se convierte en parte de su biomasa y en partículas densas que se hunden rápidamente hacia el fondo de los océanos, alejando así el dióxido de carbono de la atmósfera y almacenándolo en las profundidades durante largos períodos. 

Salpas en las costas de las Islas Shetland del Sur, Antártida. Leamus Istock

Además, al filtrar importantes cantidades de fitoplancton, las salpas ayudan a mantener cierto equilibrio en la población de estos microorganismos, evitando la proliferación excesiva que podría llevar a la eutrofización, incrementando las zonas muertas en los océanos por falta de oxígeno. 

Por qué han llegado a España

A pesar de que estas criaturas se encuentran habitualmente en las aguas frías y profundas del océano Atlántico y del mar Mediterráneo, han sido avistadas en las costas andaluzas de Málaga y Granada. Pero, ¿cómo explicar este fenómeno?

Se debe a dos factores, en primer lugar, el cambio climático. El aumento de la temperatura del agua cuenta con la capacidad de alterar las corrientes oceánicas y los patrones de muchas especies marinas, entre ellas, las salpas. De esta forma, a medida que el agua se calienta, estos animales migran a nuevas áreas en busca de condiciones más favorables. 

La disponibilidad de alimento es otra cuestión importante. La proliferación de fitoplancton en ciertas áreas costeras puede atraer a estas especies y son precisamente las condiciones específicas del mar de Alborán, la parte del Mediterráneo que baña las cosas del este andaluz, que se podría haber creado un ambiente propicio para la proliferación de estas colonias.