Carlos, un pastor de Yátova (Valencia), trabaja para cuidar la sierra de Martés en la Hoya de Buñol. Él y su rebaño de 40 cabras pasean la zona donde WWF ha iniciado su proyecto de restauración. Una de las cosas que deja claro es que si él, con 40 animales, es capaz de mantener limpio una pequeña parte del campo con 75 hectáreas (ha.), ¿qué no sería capaz un ejército de rumiantes?
El abandono del campo es una de las grandes críticas de los grupos ecologistas. Cada vez hay menos gente en las zonas rurales, lo que lleva al olvido; se llenan de broza y matorral –literalmente gasolina para el fuego–. Un problema al Carlos solo ve dos soluciones: la ganadería y el cooperativismo. Una como 'máquinas vivas antiincendios' y, la otra, como forma de afianzar gente al territorio por medio de condiciones dignas y un desarrollo económico con futuro.
En verano de 2012, el fuego calcinó casi 50.000 hectáreas en la comarca. Por poner en perspectiva, los fuegos se consideran como Gran Incendio Forestal (GIF) cuando superan las 500 hectáreas. Para comparar, el incendio en la Sierra de la Culebra fueron 24.073 hectáreas quemadas y el de Losacio, también en Zamora, 26.181 hectáreas. Y ya no es solo la extensión, sino la virulencia.
Los incendios de quinta y sexta generación, de los que se habla en los últimos años, alcanzan tal agresividad que los equipos de bomberos no pueden hacer nada. Víctor Santana, investigador de los incendios forestales en el Centro de Estudios Ambientales Mediterráneo (CEAM), explica que esos siniestros son "imposibles de apagar hasta que ya no queda biomasa que consumir", es decir, hasta que se quema todo.
Y entonces hay que empezar desde cero. Por eso es tan importante la restauración postincendio. Pero ahí hay tres retos: el cuándo, el dónde y el cómo. "Es necesario actuar y es donde mayor provecho vamos a sacar de nuestra actuación", porque los recursos finitos y hay que saber donde priorizar acción.
En segundo lugar, no es lo mismo actuar inmediatamente después de un incendio "enfocada en evitar la erosión, o a más largo plazo que se busca la regeneración". El tercer reto, y más importante, se centra en cómo hacerlo y cómo coordinar todos los actores.
El 50% de la Comunidad Valenciana es de propiedad privada y, en muchos casos, son pequeños propietarios desarraigados de las propiedades, en otras palabras, difíciles de encontrar y con escaso interés en tareas de conservación, especialmente, si eso les supone algún coste.
"No se puede planificar una restauración que tenga un efecto significativo a nivel de paisaje si no se tiene en cuenta a la población local", dice Santana. Para el investigador, la restauración postincendio no debe ser simplemente gestión y plantación de árboles, sino que "deben tener un componente mayor a nivel de paisaje, recuperar los usos tradicionales rurales, la agricultura o, por lo menos, que no se pierdan los que ya tenemos".
Fin de la era de extinción
Tras el fuego de 2012, no se hizo una planificación adecuada y, actualmente, la zona está cubierta con una capa homogénea y extremadamente compacta de vegetación. Con una mala estrategia de reforestación, se plantaron muchos pinos a la vez. Hoy forman una masa de arbustos de metro y medio de la misma edad, la mayoría de entre 10 y 11 años, y, en muchas ocasiones, de la misma especie.
Es tan compacto que por ahí no pasa "ni un jabalí", como explica David Fuentes, doctor en gestión forestal y colaborador del proyecto de WWF. La organización ecologista calcula que, después de la reforestación que hubo tras el fuego masivo, hay una densidad 190.000 pinos por hectáreas. Ellos calculan que lo ideal sería 600 pinos por hectárea.
El colaborador de WWF explica las líneas del trabajo. Primero, eliminar lo que sobra y, a continuación, recuperar zonas de cultivo y pasto a través especies autóctonas, adecuadas para los rebaños, y así generar actividad económica, tal como ocurre con las aromáticas para los apicultores de la zona. De este modo, van creando mosaicos compuestos por zonas reforestadas, de bosque alto, de matorral bajo, espacios abiertos, y pastos y cultivos.
El proyecto ha puesto especial énfasis en trabajar con los propietarios privados de la zona. "Al principio son bastante reacios a comprometerse tiempos excesivamente largos", explica Fuentes. "Lo único que pedimos es que, durante los primeros años, respeten lo que hemos hecho para que vean los resultados y acaban encantados", añade. Ya han firmado un total de 12 convenios con distintos actores. Entre ellos, Carlos, el pastor de Hoya de Buñol.
Propuestas para evitar incendios
Plan nacional de restauración. Crear un plan ambicioso con objetivos claros, medibles y realistas.
Identificar zonas prioritarias. Considerando los riesgos de incendios, desertificación y los valores ambientales.
Marco normativo. Asegurar la aplicación del Plan Europeo de Restauración de la Naturaleza.
Eficiencia Financiera. Aprovechar los recursos e instrumentos financieros europeos como FEDER, FEDER o PRTR.
Generar conciencia social. Mediante programas de educación y sensibilización dirigidos a población urbana y rural.
Condenar y sancionar. Mejorar la identificación de los causantes y aplicar sanciones ejemplarizantes.
Con actuaciones concretas, el proyecto incluye podas, recuperación de caminos y trazados para conseguir 'espacios de dispersión y reclamo', lo que Fuentes describe como "zonas donde plantan especies rebotadoras con un fruto interesantes que atraerán a los animales de alrededor y que seguirán haciendo el trabajo cuando nos hayamos ido".
Con el recién instaurado Reglamento Europeo de Restauración de la Naturaleza, que obliga a los estados miembros a recuperar las zonas degradas para 2050. Solo el 0,2% del total de los incendios que se declaran, arrasan con el 50% del territorio a causa del mal estado de los montes. Por eso, desde WWF llaman a que se acabe con la lógica de extinción y pasen a la de prevención.
Para eso, Miguel Tórtola, alcalde a Yatová (PSOE), pide que en las planificaciones se tengan en cuenta a las personas del lugar. Los planes de protección y prevención de incendios se hacen a nivel autonómico y, en muchas ocasiones, no se tienen en cuenta las particularidades de la zona.
"La política tiene que poner en valor las posibilidades del territorio. Son todo restricciones y prohibiciones y lo que consiguen es que desaparezca la agricultura o las inversiones en caminos". "Hay que trabajar en políticas de sentido común para ordenar el territorio y si tenemos dinero para apagar los incendios también lo tenemos para prevenir", concluye.
Custodia del territorio
En esta tarea la colaboración público-privada es fundamental, en parte, por la propiedad del terreno y, a la vez, por el interés público de cuidar el campo. El fuego no entiende diferencias de titularidad o usos, es como un gran monstruo que arrasa con absolutamente todo lo que encuentra a su paso. Y desgraciadamente, en los últimos años, todas las temporadas hay varios muertos.
Así está la figura de custodia del territorio para bajar al papel de los acuerdos entre organizaciones civiles, empresas privadas y organismos públicos. Similares a los convenios a los que intenta llegar WWF. Con estos acuerdos, se puede llegar a territorios que, de otro modo, no se podría. Ejemplo de ello es la Asociación de Monitores Medioambiental Almijara, en Málaga, que cubre varias acciones en colaboración pública y privada.
Por un lado, están ayudando crear un pequeño parque en una zona degradada sobre un vertedero ya sellado. Según Mike Villar, secretario de la organización, están reforestando la zona con especies autóctonas. Además, se aprovecha como aula verde con alumnos de los colegios de alrededor. Todo un ejemplo de colaboración con el Ayuntamiento de Málaga y los propietarios de los terrenos.
Otro caso, en relación con el sector privado, es un agricultor de olivos en Montecorto, un pueblo en la frontera con Cádiz, que está probando experiencias de agricultura orgánicas en un olivar.
Aunque la custodia del territorio es una figura que nació con fin protector, ha ido evolucionando a las necesidades de momento y se intenta conseguir que apoye el desarrollo económico. Villar pone un ejemplo: "Una empresa de poda privada se puede poner de acuerdo con los propietarios de un monte para sacar biomasa que luego se puede vender a empresas locales".
Empieza la temporada de fuegos. Los veranos son cada vez más largos, calurosos y secos. La mayoría de los incendios son provocados por la mano del ser human, y la amenaza de incendios está a la chispa de un mechero.