Revocar las normativas sobre eficiencia energética en los hogares. Dar marcha atrás a los planes para construir plantas de energía eólica offshore. Retirar las subvenciones a los vehículos eléctricos, o auparlas para las energías fósiles. Y un largo etcétera.
Eso es lo que, según lo que ha venido anunciando en sus últimos mítines, ocurrirá en Estados Unidos si Donald Trump volviese a la Casa Blanca tras las elecciones presidenciales del 5 de noviembre. Unos comicios en los que el actual morador del despacho oval, Joe Biden, no tiene todas las de ganar.
Y a pesar de que la cita electoral no llegue hasta bien entrado el otoño en el hemisferio norte, sus posibles resultados ya han empezado a causar pequeños 'terremotos climáticos'. El motivo: la declaración de intenciones de Trump, que ha reconocido en numerosos mítines en las últimas semanas que su objetivo no es otro que desmantelar —entre otras— las políticas medioambientales de la Administración Biden.
Este posible cambio de color de la Casa Blanca se produciría, además, a las puertas del mayor evento climático del año: la 29ª Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que este 2024 se celebrará en Azerbaiyán. Algo que, en un artículo publicado en conjunto por la revista Rolling Stone y Capital & Main, uno de los responsables de la planificación de esta COP29 reconoce que "da miedo".
Y es que quienes llevan siguiendo las cumbres del clima de la última década aún recuerdan el efecto devastador que tuvo la llegada a la presidencia del magnate estadounidense en 2017. Ya por aquel entonces desmanteló las políticas que su predecesor, Barack Obama, había puesto en marcha. Incluso abandonó, formalmente, el Acuerdo de París que se había firmado en 2015.
El "efecto Trump", dice el mismo delegado de la COP29 al medio estadounidense, "domina" todas las conversaciones y negociaciones que calientan los motores de la cumbre. Pues las decisiones que tome el nuevo presidente de EEUU —sea el republicano, sea el demócrata— marcará el rumbo de la agenda global climática de los próximos años. Especialmente, como ya sucedió durante el primer mandato de Trump, para sus aliados más escépticos.
Y es que ni todos los países tienen el mismo compromiso medioambiental y social, ni los que lo tienen comparten ambiciones. El delicado equilibrio en el que se producen las conversaciones climáticas de las COP puede verse perturbado si los países que más han contribuido al calentamiento global no cumplen con el ejemplo.
Proyecto de país
La mayor afectada en aquel momento fue la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Y según un paquete de propuestas conservador, bautizado como Project 2025 —o Proyecto 2025, pues el nuevo no sería investido hasta enero del próximo año— que comparte narrativa con el expresidente, esta entidad sería una de las primeras afectadas por el "viraje conservador", como él mismo lo llama, del Gobierno estadounidense.
Según la propuesta, y también en palabras de Trump, en esta última legislatura la EPA ha tomado decisiones "basadas en ciencia cuestionable", dice haciendo referencia a las normativas relativas a las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero o a la calidad del aire. Todas ellas llevadas a cabo bajo el paraguas del consenso científico de que la crisis climática es real y se ha visto acelerado por la mano del ser humano.
A esto se le suma su constante ninguneo a la evidencia científica. Pues en el pasado se le ha escuchado decir en repetidas ocasiones aquello de que "el cambio climático es un bulo" o que "el calentamiento global no es real".
Sus principales propuestas consisten en "desmantelar" la Administración Biden. Por ello, el grupo de conservadores afines a Trump, que está detrás del Proyecto 2025, asegura sin tapujos que dará marcha atrás a la Ley de Reducción de la Inflación y a todas las normativas destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria y los vehículos.
Esta propuesta de medidas también busca que el Departamento del Interior aumente la explotación de petróleo y gas en suelo público. Y pretende darle un "empujón" al controvertido proyecto de petrolero de Willow, en el Ártico de Alaska.
En esta línea, también busca que la Comisión Federal de Regulación de la Energía priorice los proyectos de petróleo y gas e ignore su impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero para darle luz verde a gasoductos e instalaciones de exportación de gas natural licuado. Una nueva Administración Trump, según sus promesas, eliminaría los programas de energía renovable del Departamento de Energía y la publicación anual de la Evaluación Nacional del Clima.
El Proyecto 2025 es, asimismo, contundente: explicita que el gobierno de los Estados Unidos tiene "la obligación de desarrollar los enormes recursos existentes de petróleo, gas y carbón". Y hace énfasis en la "necesidad" de "eliminar" todo lo que tenga que ver con "la crisis climática y los subsidios verdes".
El "efecto Trump"
A pesar de que los conservadores detrás de esta iniciativa hayan reiterado que no forman parte de la campaña de Trump, es cierto que sus discursos no solo van en paralelo, sino que se entrelazan continuamente. Y es que el "efecto Trump" del que se habla en las cumbres del clima empapa toda la sociedad.
Hacer desaparecer el cambio climático de la agenda, tras negarlo, minimizarlos y ridiculizarlo en sus mítines, parece un paso lógico. Pero de lo que no se habla, aunque parezca que no exista, no desaparece por arte de magia.
El consenso mundial, basado en la evidencia científica contundente recogida durante todo el siglo XX, demuestra que el cambio climático y el calentamiento global son reales. Y que, para más inri, se han visto acelerados por la intervención humana.
La página especializada en crisis climática Carbon Brief se ha puesto manos a la obra para medir las consecuencias reales —dato en mano— de un posible regreso de Trump a la Casa Blanca. Y los resultados hablan por sí solos.
"Una victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre supondría unas emisiones de dióxido de carbono equivalente (CO₂eq) extra de 4.000 millones de toneladas en Estados Unidos, en comparación con los planes de Joe Biden", aseguran en un estudio. Esto, advierten, causaría daños climáticos globales de más de 900.000 millones de dólares.
Estos 4.000 millones de CO₂eq equivalen a las emisiones anuales combinadas de la Unión Europea y Japón, o las de los 140 países menos emisores del mundo. Es decir, si Trump llegase a la Casa Blanca y cumpliese todas sus promesas anticlimáticas, en 2030 solo Estados Unidos habría ya contrarrestado todos los efectos positivos del resto del planeta.
Es más, según Carbon Brief, su contrapartida negativa "duplicaría todo lo ahorrado a nivel global por el despliegue de energías limpias, como la solar o la eólica, en el último lustro".
Pero no solo eso, si Trump regresa al despacho oval, explican, "es muy probable que Estados Unidos también incumpla su compromiso climático global por un amplio margen". El objetivo actual del país, en virtud de Acuerdo de París, sería reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50-52% para 2030. Con el republicano, se prevé que, como mucho, se llegue al 28% —y eso si no desmantela todos los proyectos que ya se han iniciado—.
Eso sí, los escenarios dibujados por Carbon Brief no incluyen un aumento de la explotación y consumo de combustibles fósiles, sino que mantiene los niveles actuales. Sin embargo, un artículo reciente de The Guardian aseguraba que, en vista de las declaraciones de Trump en las últimas semanas, un segundo mandato del magnate podría ser "incluso más extremo para el medioambiente que el primero".
Para hacer tal previsión tienen en cuenta, no solo los mítines del expresidente, sino las declaraciones de sus consejeros y miembros de su equipo. Incluso la deriva trumpista del partido republicano en su conjunto.
El medio británico concluye: "En contraste con aquella primera legislatura caótica, ahora se dibuja un segundo mandato mucho más metódico basado en potenciar la producción de los combustibles fósiles, dejar de lado a los científicos climáticos de renombre, y derogando leyes que controlan las emisiones que favorecen el calentamiento global".
Violenta oposición
La noche del sábado 13 de julio, en Pensilvania, se hizo más que visible y palpable la oposición que existe en los Estados Unidos hacia las políticas de Donald Trump. El expresidente norteamericano y actual candidato a ocupar la Casa Blanca recibía un disparo en la oreja derecha dejando un reguero de sangre en su rostro.
Una actuación inmediata por parte de su equipo de seguridad y su acto reflejo de ponerse a salvo tras el estrado han hecho posible que fuese evacuado con éxito por los servicios sanitarios y que se encuentre fuera de peligro.
Si bien sus medias son ciertamente cuestionables en algunos aspectos medioambientales, nada justifica un ataque violento de esta magnitud que ha llegado a cobrarse 2 vidas: un asistente al mitin de Trump y el principal sospechoso del acaecido atentado.