Cuando este domingo 14 de julio la roja se alzaba con la tan esperada —y luchada— cuarta Eurocopa, la euforia era total. Un momento que el capitán de la selección española, Álvaro Morata, aprovechaba para agradecer a Andrés Iniesta y Bojan Krkic el apoyo que le han brindado para poder jugar esta competición.
"Me gustaría mandarle un mensaje a Andrés Iniesta. Si no fuera por él y por Bojan, no hubiera jugado esta Eurocopa. Por mi mujer, mis hijos, mis padres y también Andrés y Bojan". Con estas palabras, el número '7' elogiaba el trato de los exfutbolistas culés, recordando la importancia de la salud mental en el deporte.
Y es que, durante estos días en Alemania, el delantero madrileño no ha pasado por su mejor momento, en lo que a ánimos se refiere. Lo adelantaba su mujer, Alice Campello, en sus redes sociales, con una publicación en la que se leía: "En vez de animar a vuestra Selección, os dedicáis a intentar hundirlo… ¿Cómo pensáis que una persona puede dar el máximo cuando siente que no se cree en él?".
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El estrés y la presión a la que se enfrentan los deportistas de élite, sumado a comentarios de odio por parte de la afición, han hecho que Morata estuviese a punto de abandonar la competición de la que, finalmente, han salido victoriosos.
Sin embargo, el capitán de la selección no ha sido el único en pasar por una situación difícil durante su tiempo de juego. Futbolistas, baloncestistas, nadadores o tenistas, se han visto envueltos en situaciones similares. ¿El motivo? En muchas ocasiones, las expectativas del público hacia ellos.
La vulnerabilidad de la élite
"Es difícil no dejarnos influenciar por las personas que tenemos a nuestro alrededor. De hecho, las opiniones y creencias de los demás sobre nosotros nos ayudan a conformar nuestra propia imagen", explica José Luis Orts Cañizares, psicólogo. Y añade: "El 'ruido de la masa' puede llegar a ser atronador y destructivo. Es necesario estar preparado para esto".
Para ello, Orts Cañizares propone no poner el foco en manifestaciones y opiniones externas, sino en uno mismo y, como dice el refrán, "hacer oídos sordos a los comentarios y opiniones destructivas de los demás".
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Y aunque estar en la élite puede ser sinónimo de agobio y conflictos mentales, hay otros factores que incrementan el malestar, entre ellos, no dejar aflorar las emociones. "La frase 'los hombres no lloran' ha hecho mucho daño. A la sociedad le sigue costando aceptar que los hombres tienen una parte emocional, al igual que las mujeres, que es determinante en muchas ocasiones y que configura su bienestar personal", indica el psicólogo.
Un giro en el deporte
Una situación que, gracias a los pasos que está tomando la sociedad, cada vez es menor. Deportistas como Alcaraz, recientemente ganador en Wimbledon, reconocen tener tres entrenadores: el técnico, el físico y el psicológico. Porque, como dice Orts Cañizares: "Nuestra mente gobierna nuestro cuerpo y es esta conjunción mente-cuerpo la que nos permite conseguir los objetivos que nos hemos propuesto".
Pero el murciano no es el único que está allanando este camino. Declaraciones como las recientes de Morata también son esenciales. "Es un efecto que humaniza a la persona idealizada, haciéndola más cercana y próxima a la realidad que ellos mismos viven".
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Y añade: "Estas manifestaciones de los deportistas ayudan a que otros se sientan comprendidos. Ver que grandes figuras también viven situaciones como las que están viviendo ellos, es un estímulo para seguir adelante y sentirse con ánimo a dar el paso para buscar la ayuda necesaria que les va a permitir salir de su situación".
La importancia de la edad
Otro factor determinante relacionado con la vulnerabilidad de los jugadores es la edad. Desde muy pequeños empiezan a jugar, se mudan de ciudad, tienen un círculo de amistades muy diferente al de cualquier adolescente y, una masa de miles de personas, les animan haciéndoles creer invencibles.
Ejemplo de ello es el culé Lamine Yamal, quien con tan solo 17 años ya se ha hecho con una Eurocopa, ha marcado en una semifinal y, la afición, asegura que será el próximo Messi. Y aunque Orts Cañizares explica que esta situación no tiene por qué ser negativa, deja claro que "él debe ser dueño de la experiencia, no la experiencia dueña de él. Las expectativas han de ser de él y para él. Ha de cumplir las propias, no las que los demás proyectan en él".
Y sigue: "Debe aprender que los éxitos, por grandes que sean, son efímeros, y con lo que realmente tendrá que vivir toda su vida será consigo mismo, con sus creencias y valores personales arraigados en él. Eso es lo que le hará grande".