Se estima que los españoles consumen unos 60.207 millones de productos plásticos de un solo uso al año. Esto se traduce en casi una décima parte del total —680.000 millones— empleado por la Unión Europea, según indica un estudio de la asociación Seas at Risk. Pero no solo eso, en el conocido como 'país de los conejos', se utilizan más de 8.800 millones de bolsas de plástico cada año, lo que quintuplica el objetivo de la UE para el 2025.
De esta manera, el uso desmesurado de este material vuelve a situar a España a la cola de Europa, y es que este producto es de lo más contaminante desde su obtención y fabricación hasta su desecho.
Sin embargo, no todos los plásticos tienen el mismo impacto ambiental, tal como ocurre con aquellos de color rojo, azul y verde, que resultan especialmente perjudiciales para el entorno.
Fabricación y desecho de plásticos
Este material es el resultado de hidrocarburos, es decir, compuestos orgánicos formados por átomos de carbono e hidrógeno. Su principal fuente de obtención es el petróleo crudo, aquel que se extrae de yacimientos subterráneos a través de la perforación de pozos de petroleros.
De este modo, a través del petróleo y el gas natural, se utilizan dos recursos no renovables que, al ser explotados, generan una considerable cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero.
La transformación de estos recursos en polímeros plásticos implica procesos industriales que consumen grandes cantidades de energía y emiten contaminantes atmosféricos, como compuestos orgánicos volátiles y dióxido de carbono. Un proceso del que también se liberan microplásticos y otro tipo de residuos tóxicos capaces de contaminar aguas y suelos cercanos a las fábricas.
Una vez utilizado, el plástico de un solo uso se convierte en un residuo que frecuentemente no se gestiona adecuadamente. Y aunque ha habido grandes avances en los últimos años en lo que a reciclaje respecta, una gran cantidad de estos productos termina en vertederos, incineradoras o —peor aún— en parajes naturales como océanos o ríos, donde ya hay 150 millones de toneladas según datos del Parlamento Europeo.
Su descomposición puede resultar casi eterna. Informes calculan que son entre 100 y 1.000 los años que precisan los plásticos para descomponerse. Un proceso por el que se liberan sustancias tóxicas que, en ocasiones, pueden ser ingeridas por la fauna, acumulándose en la cadena alimenticia y afectando a la biodiversidad.
Rojo, azul y verde: las grandes amenazas
De acuerdo con una investigación publicada en la revista Environmental Pollution, los plásticos de colores rojo, verde y azul contienen colorantes que afectan significativamente tanto a su estabilidad química como a su degradación.
Aceleran el proceso de fotodegradación, lo que significa que se descomponen más rápido cuando están expuestos a la luz solar. Y aunque esto podría parecer beneficioso, en realidad tiene efectos contrarios. La degradación acelerada de estos colores produce fragmentos más pequeños en menor tiempo, generando microplásticos que son difíciles de recoger y eliminar del medioambiente.
Estos microelementos adquieren la capacidad de absorber contaminantes químicos presentes en el agua y el suelo, actuando como vectores de sustancias tóxicas que afectan a la vida marina y terrestre.
Además, los propios colorantes utilizados pueden liberar compuestos nocivos durante su descomposición, los cuales pueden ser persistentes en el ambiente, bioacumulándose en organismos y ocasionando efectos tóxicos.
Cómo reciclar plásticos
En 2022, España recicló más de 1,6 millones de toneladas de envases domésticos de plástico, metal, briks, papel y cartón, lo que representó un incremento del 3,6% respecto al año anterior.
Estos materiales se convirtieron en materia prima para la fabricación de nuevos productos y envases, cerrando así el ciclo de vida de plástico y reduciendo la necesidad de materias primas vírgenes.
El reciclaje se ha convertido en una acción crucial para mitigar el impacto ambiental, tanto de los plásticos como de cualquier otro material contaminante. Sin embargo, en el caso de los plásticos de color rojo, verde y azul pueden surgir grandes desafíos. Y es que los colorantes tienen la mala suerte de complicar el proceso de reciclaje, ya que afectan a la pureza y calidad del plástico reciclado.