Puede que en alguna ocasión te hayas preguntado si es correcto o no arrojar restos de comida a la naturaleza. Por desgracia, es más frecuente de lo que se debiera, tirar residuos como fruta o verduras 'al campo', pensando que al ser compuestos orgánicos, estos se van a descomponer sin problema. Sin embargo, esta práctica, que a priori puede parecer inofensiva, ocasiona serios estragos en el medio ambiente

Es cierto que los residuos orgánicos son biodegradables, pero su descomposición en la naturaleza no es tan sencilla como parece. Para que los restos de comida se descompongan adecuadamente, se necesitan condiciones específicas de humedad, temperatura, presión y microorganismos.

Cuando tiramos estos desechos en lugares no preparados para su descomposición, el proceso se ralentiza considerablemente. Pero además, uno de los principales problemas que causa el arrojar comida a la naturaleza es la alteración de los ecosistemas locales, del mismo modo que puede contaminar el suelo y las fuentes de agua cercanas. 

Riegos para el ecosistema

Al tirar restos de comida a la naturaleza, estamos alterando el hábitat natural de las especies que allí habitan. Estos pueden verse atraídos por estos residuos, modificando su dieta natural y tener severas consecuencias, como el desequilibrio en las poblaciones de especies locales y la proliferación de plagas, como ratas e insectos.

Estos cambios en la fauna local pueden afectar a su cadena alimentaria y la biodiversidad del área. Pero no es el único problema. Los residuos orgánicos, al descomponerse al aire libre, también tienen un impacto directo en el medio ambiente.

Restos de frutas y verduras. iStock

La liberación de nutrientes en exceso puede contaminar el suelo y las fuentes de agua cercanas. Este fenómeno, conocido como eutrofización, provoca un aumento excesivo de nutrientes en el agua, lo que lleva a la proliferación de algas, las que, a su vez, consumen grandes cantidades de oxígeno, afectando negativamente a la vida acuática y degradando el ecosistema.

Por otro lado, la descomposición de residuos orgánicos en el suelo puede deteriorar su calidad, dificultando el crecimiento de plantas nativas y afectando la salud del ecosistema terrestre. Todo esto sin tener en cuenta que, estos desechos, liberan gases y olores muy fuertes, que pueden ser perjudiciales para la salud de las personas que viven cerca de estos lugares.

Tiempo de descomposición

Los residuos orgánicos, aunque biodegradables, no se desintegran tan rápido ni tan inocuamente como podemos llegar a pensar. El impacto ambiental de desechar comida es crucial para tomar medidas más drásticas y, sobre todo, una mayor concienciación por parte de la población.

De residuos orgánicos

  • Manzanas. Una manzana abandonada en el campo puede tardar hasta seis meses en descomponerse. Durante este tiempo, puede atraer fauna local, alterando sus dietas naturales y potencialmente desequilibrando el ecosistema. 

  • Papel. Aunque parece inofensivo, el papel tarda aproximadamente un año en descomponerse. Aunque se desintegra más rápido con la ayuda de lluvias, la mejor opción es reciclarlo para evitar la deforestación y la tala de árboles necesaria para producir más papel. 

  • Colillas de cigarros. Las colillas sin filtro pueden descomponerse en unos tres o cuatro meses, pero aquellas con filtro pueden tardar hasta dos años. Los filtros de cigarrillos contienen acetato de celulosa, que no es fácilmente degradable por las bacterias del suelo. Además, las colillas son altamente contaminantes, especialmente si terminan en fuentes de agua.

De residuos comunes

  • Chicles. El chicle, una mezcla de gomas y resinas, tarda alrededor de cinco años en desaparecer. Durante este tiempo, se endurece y se fragmenta, dejando un residuo muy difícil de eliminar y mucho más, de desaparecer.

  • Latas de bebidas. Una lata de bebida puede tardar hasta 10 años en degradarse. El acero y el estaño de las latas requieren condiciones específicas para oxidarse completamente. 

  • Envases de Tetrabrik. Estos envases son una combinación de celulosa, polietileno y aluminio, lo que hace que tarden hasta 30 años en descomponerse completamente. La celulosa puede degradarse en un año, pero el aluminio y el polietileno persisten mucho más tiempo en el medio ambiente, contribuyendo a la contaminación.

Residuos plásticos

  • Plásticos comunes. Las bolsas de plástico, por ejemplo, pueden tardar hasta 150 años en descomponerse. El polipropileno, un componente principal de muchos productos de uso diario, necesita entre 100 y 300 años para reciclarse naturalmente. Esto incluye envases de alimentos, tapas de botellas y muchos artículos domésticos.

  • Mecheros. Un mechero puede tardar un siglo en desaparecer. Además, muchos mecheros contienen metales pesados como mercurio, plomo y cadmio, que se liberan en el medio ambiente, contaminando suelos y aguas.

Es impactante conocer el tiempo aproximado en el que tardan los residuos, orgánicos y no orgánicos, en desaparecer. Terminar con gran parte de esta lacre medioambiental está en nuestra mano y el tiempo corre sin esperar a que hagamos algo eficiente para detenerlo.