La infancia amenazada: el cambio climático se ensaña con los más vulnerables y los deja sin oportunidades
Un informe publicado por UNICEF expone la situación a la que se enfrentan los jóvenes como consecuencia de la crisis medioambiental.
8 agosto, 2024 01:18"Mil millones de niños corren un peligro extremadamente elevado de sufrir los efectos de la crisis climática". Lo asegura un informe publicado por UNICEF que, además, indica que 436 millones de menores viven en zonas altamente vulnerables al calentamiento global. Una situación que pretende agravarse para 2050, según indica el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, elevando la temperatura del planeta en dos grados centígrados.
La investigación mostró que "casi la mitad de niños y niñas del mundo viven en países clasificados como de riesgo extremadamente alto", lo que, dicen, "solo empeorará a medida que se aceleren las repercusiones del cambio climático". Y es que, hablar de calentamiento global como amenaza ya no es cosa el futuro, sino una realidad que impacta directamente a la infancia.
En 2021, cerca de 1.500 menores fueron afectados por tormentas, inundaciones, incendios forestales, olas de calor y sequías. Consecuencia de ello, cada año, más de 20 millones de personas deben someterse a desplazamientos forzosos, lo que, en el caso de la infancia, se traduce en el abandono de una educación ya complicada.
Efectos en la infancia
El aumento de temperaturas afecta a los más pequeños de múltiples maneras, creando una red que socava su salud, su educación y su bienestar general. Entre ellas, los desastres naturales, como las inundaciones y tormentas, que destruyen infraestructuras críticas y suponen la propagación de enfermedades infecciosas.
No importa si estas afecciones son transmitidas por el agua, como el cólera, o propagadas por vectores como la malaria o el dengue, el significado es el mismo: la infancia está en peligro.
En concreto, en las regiones de Asia Oriental y el Pacífico, las inundaciones se han multiplicado por 11, las tormentas por 4, las sequías por 2,4 y los desprendimientos por 5. En definitiva, la Tierra es un lugar cada vez más hostil y el cambio climatológico está afectado a los cultivos y al acceso a alimentos, exacerbando la inseguridad alimentaria ya presente.
La desnutrición es otra de las grandes problemáticas a las que se deben enfrentar las nuevas generaciones. Solo en la zona del sur de Madagascar, "479.000 niños menores de cinco años" la sufren en su versión aguda, tal como indican los datos de UNICEF.
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Además, el escenario actual provoca "la interrupción de la educación de 40 millones de niños cada año", una cifra que "sigue aumentando" según asegura el informe. Así es el caso de Etiopía, donde "alrededor del 20% de las niñas y el 5% de los niños faltan a la escuela en circunstancias normales porque están obligados a ir a buscar agua".
Pero la cuestión no se queda ahí; esta problemática también afecta a su estabilidad emocional. UNICEF explica que "el calor extremo se asocia a un aumento de los problemas de salud mental". Entre ellos, "el trastorno de estrés postraumático o la depresión infantil".
Puntos vulnerables
La falta de acceso a agua potable se ha convertido en una pandemia silenciosa que afecta la infancia en todo el mundo. El informe indica que "casi mil millones (953 millones) están expuestos a un estrés hídrico elevado o extremadamente elevado". Esto supone que, entre el 40% y el 80% del agua disponible está siendo utilizada o, en el caso de ser su opción más grave, más del 80%.
Esta escasez de suministros obliga a las comunidades a decantarse por fuentes alternativas no seguras, aumentando la incidencia de enfermedades como "los brotes de diarrea". Y es que, tal como señalan desde UNICEF, estas afecciones asociadas a la insalubridad del agua, junto a un saneamiento e higiene deficientes, "siguen siendo una de las principales causas de muerte entre los menores de cinco años".
Sin embargo, la vulnerabilidad hídrica no solo afecta a la salud física de los niños, sino también a su seguridad alimentaria. Las sequías prolongadas —cada vez más comunes debido al cambio climático— reducen la disponibilidad de agua para la agricultura, lo que a su vez disminuye la producción de alimentos. Un problema que agrava —aún más— la malnutrición.
Y es que, un análisis realizado por la organización de acuerdo a los datos del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) asegura que el número de países expuestos a un estrés hídrico "pasará de 47 a 58 entre 2022 y 2080", incrementando en 35 millones los niños y niñas expuestos a esta situación para 2050.
Además, desde la agencia de Naciones Unidas advierten: "En África Subsahariana se producirá el mayor cambio en la demanda de agua de aquí a 2050. [...] Está aumentado más deprisa que en ninguna otra región". En concreto, en el área norteafricana se estima que "se dispare un 163%" y, en América Latina, la segunda región en la lista, se espera un aumento del 43%.
En acción
Ratana y Veha son el ejemplo de la preocupación de los más pequeños. Viven en la comunidad flotante del Lago del Tonle Sap, en Camboya, y, hace años, se dieron cuenta de la situación que se daba en su región. Desde entonces, se niegan a que el futuro que les espera esté repleto de plásticos y basura.
Junto con Save the Children se han puesto manos a la obra y centran su objetivo en una acción clave: recoger la suciedad que reina en su localidad. Sin embargo, es una tarea complicada, según explica Ratana: "Me gusta quitar la basura, pero sigue apareciendo".
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Las lluvias y las crecidas del lago, exacerbadas por el cambio climático, empeoran la situación. Así surgió el proyecto de las biobarreras, construidas a partir de botellas de plásticos recicladas y redes de pesca. Una iniciativa que, asegura Veha, impide que la basura llegue de forma descontrolada porque actúan como muros flotantes que la atrapan.
Los hermanos se han convertido en 'pequeños' héroes del medioambiente y ya son toda una inspiración para el cambio en su comunidad. "Estoy muy orgullosa de ver que la gente está limpiando y también reduciendo la contaminación", confiesa Ratana. Y es que, a pesar de su edad, estos chicos son conscientes de que la crisis ambiental no es un juego.
Mirada global
Con el propósito de garantizar que el planeta sea habitable para la infancia, es crucial que las acciones contra el cambio climático se centren en defender y promover los derechos de los niños. Por esto, desde UNICEF han establecido tres objetivos claves para tratarlo: la protección de la vida, el acceso a oportunidades y la reducción de emisiones globales. Una serie de propuestas que se unen y alinean con los ideales discutidos a lo largo de la COP28.
En primer lugar, la organización defiende la protección de la vida, la salud y el bienestar de los niños y niñas, aumentado la capacidad de recuperación de sus comunidades frente al cambio climático y los desastres naturales. ¿Qué propone? Adaptar los servicios sociales esenciales, tales como la nutrición, la educación o el acceso al agua, a un entorno en degradación.
Para ello, la agencia de Naciones Unidas expone la necesidad de incrementar la financiación para el clima, asegurando que se suplen y superen las promesas de duplicar los fondos destinados a la adaptación. Una iniciativa que, aseguran, debe centrarse en aquellos países más vulnerables que "ya sufren pérdidas y daños irrevocables".
Siguen con el objetivo de garantizar el acceso a oportunidades de desarrollo, educación y habilidades que les permitan convertirse en defensores del medioambiente a lo largo de sus vidas. ¿Cómo? Incluyendo a los niños y niñas en la toma de decisiones políticas.
Como último propósito, la reducción de las emisiones globales y el cumplimiento de los acuerdos internacionales sobre sostenibilidad y cambio climático. Para ello, se establece que las economías desarrolladas deben alcanzar el nivel de cero emisiones netas alrededor de 2040 y, las emergentes, lo harán para 2050.
Asimismo, desde UNICEF instan a las empresas a reducir su connotación, adoptando soluciones energéticas limpias, estableciendo objetivos basados en la ciencia y formulando planes de acción para la transición climática.