El pasado domingo 4 de agosto, una madre y su hija procedentes de Getxo (País Vasco) perdieron la vida en un accidente de tráfico mientras hacían una visita guiada por la zona protegida del cráter de Ngorongoro, en Tanzania. El coche en el que viajaban cayó a más de 600 metros hacia el interior.
Además de las dos mujeres, en el coche también viajaba el padre y otro hijo de la pareja, que se encuentran heridos y tuvieron que permanecer en Karatu, en el centro médico Arusa, esperando su evolución. Hoy martes 6 de agosto han sido trasladados a un hospital de Nairobi, según indica el diario El Correo.
Según la cadena pública vasca, el padre tiene fracturas de huesos en las piernas y en un brazo, de pronóstico grave. El hijo, de 15 años, tiene lesiones en el pecho con rotura de costillas y una posible perforación de pulmón, de pronóstico reservado.
El Ministerio español de Asuntos Exteriores solo ha confirmado a Efe que ha tenido conocimiento de un accidente en Tanzania y que la embajada en el país africano "está haciendo todas las gestiones necesarias para asistir a los afectados".
El accidente sucedió cuando, al intentar acercarse al cráter, el conductor perdió el control del coche en el que viajaban tras coger una curva muy pronunciada, volcó y comenzó a rodar cuesta abajo hacia el interior del cráter. Debido a la dificultad de la zona, fue imposible controlar el vehículo.
De acuerdo con el testigo que ha hablado con la radiotelevisión EITB, el accidente se produjo en una zona montañosa muy complicada. Y es que, a pesar de que el cráter de Ngorongoro es una maravilla geológica y uno de los destinos más emblemáticos para el turismo de vida silvestre, sus condiciones presentan peligros que pueden pasar desapercibidos para los visitantes.
Así es el cráter de Ngorongoro
El cráter de Ngorongoro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es uno de los lugares con mayor concentración de animales salvajes en África. Ubicado en el norte de Tanzania, a unos 180 kilómetros al oeste de la ciudad de Arusha.
Tiene un diámetro de cerca de 20 kilómetros y una extensión de 264 kilómetros cuadrados y es el cráter inactivo más grande del mundo que, además, ha permanecido intacto sin inundarse. Su fondo se sitúa aproximadamente a 600 metros debajo del borde, formando un ecosistema cerrado con una biodiversidad única, por la cual son habituales las excursiones de turistas.
En la zona se pueden avistar especies como el búfalo, el elefante, el leopardo, el león y el rinoceronte. Además de hasta 400 tipos de aves como flamencos, calaos, estorninos, avestruces, garcetas, pájaros secretario, grullas coronadas… y es hogar de la conocida tribu Masái.
El cráter es en realidad una caldera volcánica inactiva, formada hace unos dos o tres millones de años, cuando un enorme volcán explotó y colapsó. Este colapso creó una depresión circular profunda, con bordes empinados que alcanzan alturas significativas. La topografía del cráter, con sus escarpados acantilados y laderas empinadas, representa uno de los principales peligros para los visitantes.
Las vistas desde el borde del cráter son impresionantes, pero acercarse demasiado puede ser peligroso, especialmente en áreas donde las barreras de seguridad pueden ser insuficientes o inexistentes. La falta de atención o las condiciones climáticas adversas, como la niebla o la lluvia que hacen resbaladizas las rocas y el suelo, pueden aumentar el riesgo de caídas.
Además, la infraestructura del cráter no está del todo preparada para manejar coches, especialmente sin experiencia previa. Los caminos que conducen hacia el interior y exterior del cráter son a menudo estrechos y sinuosos, lo que requiere habilidades de conducción muy cuidadosas.
En este contexto, los vehículos pueden enfrentarse a condiciones impredecibles del terreno, y cualquier error de juicio o unas simples dudas pueden llevar a accidentes graves, especialmente cerca de los bordes, tal y como le ha ocurrido a la familia de Getxo.
A pesar de que, según los testimonios, las condiciones climáticas no hayan sido responsables del accidente, estas también pueden ser un riesgo. El clima puede cambiar rápidamente, con tormentas repentinas que reducen la visibilidad y complican la movilidad. Además, la altitud del cráter puede provocar problemas de salud en personas no acostumbradas a alturas elevadas, como mareos o falta de oxígeno.
Añadido a todo lo anterior, otro factor que contribuye al peligro del cráter es la vida silvestre. Ngorongoro es hogar de una impresionante diversidad de animales, incluidos depredadores como leones y hienas. Aunque los ataques de animales son raros, los turistas deben seguir las recomendaciones de los guías para mantener la seguridad y evitar cualquier comportamiento que pueda provocar a la fauna local.