"Se calcula que la industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimos combinados". Así lo aseguran desde el Parlamento Europeo.
Tan solo en 2020, las compras textiles de la UE "generaron alrededor de 270 kg de emisiones CO₂ por persona", lo que, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, se traduce en una dispersión de gases de efecto invernadero de "121 millones de toneladas".
Y no solo eso; el fast-fashion ocupa del "20% de la contaminación mundial de agua potable", a través de los tintes y los productos de acabado. Además, la investigación indica que "la mayoría de microplásticos de los textiles se liberan durante los primeros lavados", un problema que se ve exacerbado con la producción en masa de precios bajos y grandes volúmenes de ventas.
En 2018, la ONU señalaba que la industria de la moda era la segunda más contaminante del planeta, detrás de los combustibles fósiles. Y es que, los europeos consumen de media "casi 26 kg y se desprenden de unos 11 kg de textiles cada año".
¿Y después? La mayoría (87%) es incinerada o depositada en vertederos y tan solo "el 1% de la ropa usada se recicla en nueva", explican desde la Agencia Europea. Un escenario que desde la Fashion Week de Copenhague quieren revertir lo máximo posible, y así lo han demostrado con sus últimas medidas, apostando siempre por la sostenibilidad.
El desfile más 'verde'
La semana de la moda danesa, celebrada en Copenhague entre los días 5 y 9 de agosto, ya no es solo un escaparate para las tendencias, sino también un ejemplo de cambio en la industria que aboga por la ética.
La edición de enero de 2024 se convirtió en todo un hito en este camino porque, por primera vez, fueron aplicados de forma plena y obligatoria los requisitos de sostenibilidad que fueron introducidos cuatro años atrás.
En 2020, la dirección del evento, bajo el liderazgo de Cecilie Thorsmark, presentó su primer Plan de Acción para la Sostenibilidad y, aunque recibido con cierto escepticismo, dejó claro desde el principio que se trataba de un compromiso serio con el futuro del planeta; y así ha sido.
El proyecto incluye 18 requisitos mínimos que todas las marcas participantes —sin excepciones— deben cumplir. Se dividen en seis áreas clave: dirección estratégica, diseño, elección de materiales, condiciones de trabajo, compromiso de los consumidores y producción de los desfiles.
Las medidas
En marcha desde 2022, estas propuestas se han sometido a ajustes y mejoras desde entonces hasta enero de 2024, cuando se aplicaron de forma completa y obligatoria.
En primer lugar, todas las marcas deben contar con una estrategia de sostenibilidad aprobada que aborde tanto aspectos ambientales como sociales. Esto implica que no basta con tener intenciones; se requiere un plan claro y documentado que demuestre cómo la firma planea cumplir con sus objetivos sostenibles. Y siguen; las marcas deben implementar sus políticas para asegurar la igualdad de oportunidades y la diversidad en su equipo.
Se exige que la empresa diseñe sus productos siguiendo principios de circularidad, lo que significa que las prendas deben estar concebidas para ser reparadas, recicladas y reutilizadas. Además, deben establecer criterios para garantizar la calidad y la longevidad de los productos, e informar a los consumidores sobre la importancia de estos aspectos.
Respecto a este punto, se prohíbe la destrucción de ropa no vendida y de muestras de colecciones anteriores, obligando a las marcas a encontrar soluciones alternativas como la donación o el reciclaje.
Sobre la elección de materiales, el mensaje es claro: al menos el 60% de cada colección debe estar compuesta por materiales certificados o provenientes de restos de stock. Una medida que se ha incrementado sobre las primeras versiones, que exigía el 50%. Pero no solo eso, también deben contar con una lista de materiales restringidos que cumpla con la Directiva REACH de la UE, asegurando que los productos químicos utilizados no sean perjudiciales para la salud o el medio ambiente.
En cuanto a las condiciones de trabajo, las marcas deben adoptar un código de conducta que garantice que estas son justas y seguras, lo que incluye la obligación de trabajar con los proveedores para mejorar las condiciones de los trabajadores a lo largo de la cadena de suministro. A eso, suman la exigencia de un espacio libre de acoso y discriminación, garantizando la igualdad de oportunidades para todos sin depender de su género, etnia, orientación sexual o religiosa.
Además, las firmas deben educar a los consumidores sobre sus prácticas de sostenibilidad, utilizando múltiples plataformas para asegurar que la información sea accesible y comprensible. Y el personal de servicio al cliente, debe estar capacitado para responder a cuestiones sobre la sustentabilidad de los productos.
Finalmente, respecto al propio desfile, las marcas deben realizar actividades para reducir las emisiones de carbono asociadas con la producción del mismo. Asimismo, deben fomentar el alquiler o la reutilización de materiales y garantizar una correcta gestión de los residuos generados en el evento.
Plan a futuro
La Fashion Week de Copenhague no solo se ha comprometido con la sostenibilidad a corto plazo, sino que ha establecido un plan para evolucionar y endurecer sus requisitos con el tiempo. Cada año, se introducirán nuevas normas y se revisarán las existentes para asegurar que las firmas continúan mejorando.
Por ejemplo, la edición de enero de 2025, verá la implementación de una nueva versión de requerimientos, que incluye tres nuevas exigencias y 31 acciones adicionales, con un enfoque aún más fuerte en la sostenibilidad social. Entre las novedades, destaca la prohibición absoluta del uso de plástico de un solo uso en el embalaje y la necesidad de que las marcas compensen las emisiones inevitables de carbono.
Además, la prohibición de materiales exóticos, como pieles y plumas de animales salvajes, se aplicará de pleno derecho a partir de 2025. Aunque ya ha sido adoptada por algunas marcas internacionales, la CPHFW la está llevando un paso más allá al hacerlo obligatorio para todos los participantes.