El volcán Etna, situado en la isla de Sicilia, Italia, es reconocido no solo por ser el volcán más alto de Europa, sino también por su notable actividad eruptiva. En los últimos días, ha mostrado un aumento significativo en su actividad, captando la atención de geólogos, vulcanólogos y las comunidades cercanas. Este incremento se ha manifestado a través de una serie de erupciones más frecuentes e intensas, acompañadas de emisiones de lava, cenizas y gases volcánicos.

El Etna, que se eleva aproximadamente a 3,357 metros sobre el nivel del mar, tiene una historia volcánica rica y compleja. Su actividad no es inusual; sin embargo, las últimas erupciones han hecho saltar las alertas, en especial, por la cancelación de diferentes vuelos en Catania, Sicilia, y el número de llegadas al aeropuerto es mucho menor de lo habitual: solo cinco por hora.

Además de interrumpir temporalmente el tráfico aéreo en el cercano aeropuerto, las columnas de ceniza lanzadas al aire han llegado a varios kilómetros de altura, afectando la calidad del aire en las áreas cercanas. Las autoridades locales han estado en alerta, monitoreando constantemente el comportamiento del volcán para garantizar la seguridad de los residentes y turistas.

El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia informó de una "fuente de lava" que brotaba del volcán el domingo por la mañana, acompañada de una "nube volcánica" que se dispersaba hacia el este y el sureste. El mes pasado, cuando el volcán erupcionó, esa misma lava alertó a miles de personas, ya que se pudo ver fluyendo de uno de sus cráteres y descendiendo por la ladera del volcán de 3.320 metros de altura.

Los científicos están utilizando una variedad de herramientas y tecnologías avanzadas, como sismógrafos y cámaras térmicas, para analizar el aumento de la actividad y tratar de predecir futuros comportamientos del volcán, así como de evitar catástrofes. Este seguimiento es crucial, dado que el Etna no solo es un fenómeno natural imponente, sino también un símbolo cultural y económico para Sicilia.

El aumento reciente en la actividad puede atribuirse a varios factores geológicos, como el movimiento de placas tectónicas y la acumulación de magma bajo la superficie. A lo largo de la historia, el Etna ha experimentado períodos de intensa actividad, alternando con fases más tranquilas; sin embargo, no podemos olvidar que se trata de un fenómeno natural y que es impredecible.

Cómo puede afectar una erupción del Etna en España

El Etna es uno de los que registran mayor actividad eruptiva en todo el mundo y ha estado atravesando un período especialmente intenso durante los últimos cinco años; sin embargo, su mayor erupción fue el 8 de marzo de 1669. Según se estima, se emitieron 830.000.000 de m³ de lava y más de 20.000 personas perdieron la vida.

A pesar de que España está relativamente alejado del volcán y no haya un riesgo directo de flujo de lava o destrucción física en el territorio español, las repercusiones pueden manifestarse de varias formas, especialmente en lo que respecta al clima, la calidad del aire, el tráfico aéreo y las implicaciones económicas por la cercanía de nuestro país a Italia.

Una de las principales preocupaciones es la calidad del aire. Las erupciones volcánicas liberan grandes cantidades de cenizas y gases, como dióxido de azufre (SO2), que pueden viajar a grandes distancias a través de la atmósfera. Dependiendo de la dirección del viento, estos materiales pueden llegar a España y afectar la calidad del aire.

La lluvia ácida, resultado de la mezcla del dióxido de azufre con el vapor de agua en la atmósfera, también podría afectar la agricultura y dañar los cultivos al alterar el pH del suelo. Además, así como ha pasado en Sicilia, en el caso de que surja una erupción grande en el Etna, el tráfico aéreo podría verse afectado.

Las nubes de cenizas volcánicas representan un peligro para los aviones, ya que pueden dañar los motores y, sobre todo, reducir la visibilidad. Esto podría llevar a cancelaciones o desvíos de vuelos desde o hacia España, particularmente en rutas que cruzan el Mediterráneo. Sin embargo, mientras las erupciones sean pequeñas, no habría gran problema.