Comemos y bebemos plástico cada día. Un estudio reciente que nombran desde WWF señala que en promedio una persona podría ingerir aproximadamente cinco gramos de plástico cada semana, el equivalente al peso de una tarjeta de crédito. De todo lo que compramos e ingerimos día a día que contiene este material, la fuente más grande de ingestión de plástico en todo el mundo es el agua, tanto embotellada como del grifo.
Según Greenpeace, cada año se generan más de 500 mil millones de botellas de plástico. Y es que, a pesar de que este material ha transformado la sociedad al ofrecer productos duraderos y accesibles, su producción en gran escala y su amplio consumo ha dado lugar a una gran acumulación de residuos plásticos en todo el planeta, pero además, en el caso de las botellas, pueden suponer problemas de salud.
A pesar de que cuando reutilizamos muchas veces una botella de agua pensemos que estamos haciendo un favor al planeta, lo cierto es que lo único que estamos haciendo es perjudicar nuestra salud. Por ello, expertos como Tara Eikenaar, han hablado al respecto: una botella abierta se puede conservar de tres a siete días en el frigorífico. Sin embargo, hay excepciones.
El tiempo que puedes usar una botella de plástico
Las botellas de plástico son un indispensable, tanto, que muchos de nosotros estamos habituados a usarlas día tras día y rellenarla con agua y otros líquidos. Un proceso que, en algunos casos, podemos repetir durante semanas —o, incluso, meses—, pensando que no hay nada de malo en ello.
Los últimos estudios sobre los productos químicos tóxicos del plástico de las botellas de un solo uso apuntan a que es preferible evitar reutilizarlas. Algunas de las sustancias peligrosas que contiene, como el bisfenol A y los ftalatos, ya se han prohibido en los envases en España.
En este punto, es normal que nos preguntemos cuánto es lo máximo que podemos reutilizar nuestra botella de plástico. Según los expertos, el recipiente se puede reusar varias veces, pero no todas las que queremos. Y mucho menos, si han estado bajo condiciones como altas temperaturas.
La experta especializada en alimentos, Tara Eikenaar, ha explicado que "una botella de agua cerrada se puede conservar hasta un año después de esta fecha y posiblemente más si la botella tiene buen aspecto y el embalaje está intacto". Sin embargo, si la botella ya está abierta, la situación es muy diferente.
"Una botella abierta se puede conservar de tres a siete días en el frigorífico. En un armario de la cocina se conserva bien durante tres días. También puedes congelar el agua, donde se conserva durante más de un año", afirma la experta.
No obstante, hay circunstancias concretas. Obviamente, en el caso de que el agua o la propia botella tenga mal aspecto o huela mal, hay que tirarla: "El agua estropeada puede ponernos muy enfermos. El deterioro se detecta rápidamente con la vista, el olfato o el gusto", afirma el Voedingscentrum.
Pero además, si a la botella de agua le ha dado el sol, la mejor opción es siempre tirarla. Beber agua de una botella de plástico que ha estado expuesta al sol durante un periodo prolongado puede poner en riesgo nuestra salud debido a la liberación de compuestos orgánicos volátiles (COV) y microplásticos.
Estudios recientes, como el realizado por el Laboratorio de Contaminación Ambiental y Salud de la Universidad de Jinan, han demostrado que las botellas de plástico sometidas a la radiación ultravioleta-A (UV-A) y a la luz solar emiten una mezcla de sustancias químicas tóxicas, incluidos carcinógenos como el n-hexadecano.
"En condiciones normales, las cantidades son muy pequeñas e inofensivas. Pero las altas temperaturas, como cuando la botella está al sol, pueden aumentar la cantidad. Si no quieres usar una botella de plástico, puedes elegir vidrio o acero inoxidable que casi no emiten sustancias", indica Voedingscentrum.
Qué puede pasar si reutilizamos mucho una botella de plástico
Beber de una botella de plástico durante un periodo prolongado puede tener varias implicaciones para nuestra salud y el medio ambiente. Cuando una botella de plástico se utiliza repetidamente, el material puede comenzar a descomponerse. Este proceso puede liberar sustancias químicas en el líquido que contiene la botella.
Entre estas sustancias, los ftalatos y el bisfenol A (BPA) son particularmente preocupantes. Los ftalatos se utilizan para hacer que el plástico sea más flexible, mientras que el BPA se utiliza para endurecerlo. Ambos compuestos han sido asociados con efectos adversos en la salud, como alteraciones hormonales y un mayor riesgo de enfermedades metabólicas.
Además, a medida que el plástico se degrada, puede liberar pequeñas partículas conocidas como microplásticos en el líquido. Estos compuestos, aunque son imperceptibles, pueden ser ingeridos sin que nos demos cuenta y se teme que puedan tener impactos negativos a largo plazo.
El calor, como ya hemos comentado, es muy perjudicial porque juega un papel importante en la descomposición del plástico; cuando una botella se expone a altas temperaturas, como al dejarla en un coche o en la piscina, el proceso de liberación de sustancias químicas puede acelerarse.
Desde el punto de vista ambiental, las botellas de plástico tampoco son la mejor opción. Muchas de ellas terminan en vertederos o en el medio ambiente, donde tardan siglos en descomponerse. Durante este tiempo, pueden liberar toxinas en el suelo y el agua, afectando a la flora y fauna local.
Además, los microplásticos que se liberan de las botellas usadas pueden terminar en los océanos, donde son ingeridos por la vida marina y pueden entrar en la cadena alimentaria, afectando a una variedad de especies y, potencialmente, a los seres humanos que consumen productos del mar.