Ourense, Jaén, Badajoz, Canarias, León… los incendios forestales vuelven a la carga en España. Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), entre el 1 de enero y el 11 de agosto de 2024, en nuestro país se han producido un total de 4.240 siniestros. De ellos, 14 se han convertido en grandes incendios forestales (GIF), es decir, han afectado a más de 500 hectáreas. 

Este año, el 15 de agosto, el Ministerio de Transición Ecológica publicaba que, en lo que llevamos de 2024, ya suman más de 34.000 hectáreas calcinadas. ¿La causa? Se estima que más del 90% son resultado de la mano humana y, únicamente, entre el 5% y el 10% son originados por causas naturales, como la caída de rayos. 

Sin embargo, ya sea por un motivo u otro, es raro el verano en el que los cielos no se tornan de un tono anaranjado y el aire se impregna de humo mientras las llamas devoran los bosques alrededor del mundo. Árboles centenarios reducidos a cenizas, animales huyendo en busca de refugio y comunidades enteras atrapadas entre el fuego y la desesperación; este es el escenario que dejan los incendios. 

Y es que, según el informe anual Estado de los Incendios Forestales, elaborado por la Universidad de East Anglia y el Centro de Ecología e Hidrología de Reino Unido, el calentamiento global está creando las condiciones ideales para que las llamas se propaguen sin control

España, pasto de llamas

En los últimos años, el planeta ha sido testigo de una alarmante proliferación de incendios forestales. Ni las tierras boreales de Canadá, ni las selvas tropicales del Amazonas, ni los áridos paisajes del Mediterráneo, ha podido evitar a las llamas. 

La península ibérica es un claro ejemplo de cómo el cambio climático está exacerbando los incendios. En 2022, según datos del MITECO, España registró 41 GIF, coronándose como el quinto año con más incendios, tras 2012, 2017, 2019 y 2015, tal como indican desde un informe de Protección Civil

Imagen de recurso de un incendio forestal. Gilitukha Istock

Las estadísticas son solo parte de la historia. En los últimos veranos, se ha podido ver cómo comunidades enteras en regiones como Galicia y Andalucía han sido evacuadas debido a la rápida propagación de las llamas, porque, señalan desde el MITECO, "cada vez son más virulentos y difíciles de controlar"

Las altas temperaturas, combinadas con una vegetación reseca y una gestión forestal insuficiente, han creado un escenario perfecto para que estos fenómenos se multipliquen. De hecho, según el informe, las condiciones propicias para incendios como los de 2023-2024 son ahora "el doble de probables en regiones como el Mediterráneo". 

Pero para Matthew Jones, uno de los investigadores del análisis, esto "solo es la punta del iceberg". Y lo explica: "Los incendios son cada vez más frecuentes e intensos, impulsados por un clima que se están calentando rápidamente". Por ello, asegura, "si no actuamos, tanto la sociedad como el medioambiente sufrirán consecuencias catastróficas". 

Y, advierten desde el ministerio, "el cambio climático incrementará la frecuencia de situaciones de mayor peligro, así como la estación de incendios. [...] Por lo tanto, la planificación futura debe basarse en el clima proyectado, no desde el pasado". 

Más allá del fuego

La devastación causada por estos siniestros va mucho más allá de la destrucción de los bosques. Las llamas liberan cantidades masivas de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que no solo alimenta aún más el cambio climático, sino que también reduce la capacidad de del planeta para absorber carbono en el futuro. 

La temporada de incendios 2023-2024 ha superado en un 16% la media histórica, alcanzando un asombroso total de 8.600 millones de toneladas, según explica el reporte. Y es que, afirma Jones, "en Canadá, en una sola temporada de incendios se registraron emisiones de carbono equivalentes a casi una década, es decir, más de 2.000 millones de toneladas de CO₂". 

Incendio en las montañas rocosas de colorado. milehightraveler Istock

De este modo, los bosques, que actúan como sumideros de este gas, pierden su capacidad de mitigar el calentamiento global cuando son consumidos por las llamas. Y esto, se convierte en un círculo vicioso: a medida que los incendios destruyen más foresta, menos carbono es absorbido, lo que contribuye a un mayor cambio climático y, por ende, a más incendios. 

Otro caso preocupante es el del Amazonas, uno de los pulmones de la Tierra. Durante la temporada de 2023-2024 sufrió incendios que se llevaron consigo grandes áreas de la selva tropical. Según el reporte, la combinación de deforestación, expansión agrícola y el calentamiento global ha dejado a la región en una situación "extremadamente vulnerable".

Pero no solo eso; estos fenómenos también tienen impacto en la salud pública. En el caso de Canadá, la calidad del aire en ciudades como Toronto y Montreal se deterioró hasta niveles peligrosos. Y es que, las partículas y los gases liberados viajan miles de kilómetros, por lo que la OMS ha advertido que la exposición prolongada a este tipo de contaminación puede causar problemas respiratorios graves. 

Incendios del futuro

El informe lo deja claro: el cambio climático es el principal responsable del aumento de los GIF en todo el mundo. Según sus hallazgos, el calentamiento global ha hecho que la probabilidad de condiciones propicias para incendios se multiplique en diversas regiones: al menos tres veces más en Canadá, 20 veces más en el Amazonas y el doble en Grecia. 

Este patrón es genérico. En California, Estados Unidos, los últimos años han visto algunos de los incendios más grandes y destructivos de la historia del estado. Estas llamas han sido alimentadas por un aumento en las temperaturas medias, junto con sequías prolongadas que han dejado la vegetación seca y altamente inflamable. 

Según los modelos climáticos del informe, si no se reducen drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, la frecuencia de los incendios extremos aumentará significativamente hacia finales de siglo. 

Además, en un escenario de altas emisiones, estos fenómenos podrían ser hasta seis veces más frecuentes en Canadá y casi tres veces más en el Amazonas para 2100. Y es que, asegura Douglas Kelly, científico principal en incendios, "mientras los gases de efecto invernadero sigan aumentando, el riesgo de incendios forestales extremos se intensificará".