Los orangutanes, según el naturalista británico David Attenborough (Londres, 1926), tienen muchas similitudes con el ser humano: comparten con nosotros hasta 30 características físicas. También del comportamiento: estos primates también cuidan de sus hijos durante años, hasta que se pueden independizar. Por eso sus crías tienen uno de los porcentajes de supervivencia más elevados del reino animal.
En este nuevo capítulo de su cuaderno de bitácora del planeta, el biólogo británico sigue a Edén, un orangután de Sumatra. Y muestra su camino hacia la madurez, cuando su madre se tiene que encargar de una hermana recién llegada.
En La vida secreta de los orangutanes, que se puede encontrar en Netflix, se sube a las ramas de la selva de la isla de Sumatra, en Indonesia, y enseña el día a día de un joven adulto que se abre paso a una nueva realidad. Lo que para el ser humano sería buscar trabajo, casa o pareja, para Edén se traduce en aprender a encontrar comida, pareja y lugares seguros donde dormir para evitar peligros.
Los orangutanes se pueden pasar toda la vida sin pisar el suelo. Solo balanceándose de rama en rama, comiendo frutas, bayas e insectos y socializando. Un orangután macho adulto consume unas 8.000 calorías al día solo en frutas e insectos. Como dice Pablo Herreros Ubalde en su libro Yo, mono (Destino, 2014), la alimentación de los primates es una prueba más de que el ser humano está más adaptado a la dieta vegetariana.
Convencional pero entrañable
Esta es una aventura para todos los públicos sin grandes escenas de acción y drama como otras producciones Attenborough, Planet Earth o Blue Planet II. Aunque la evolución en la tecnología sigue permitiendo grabar al detalle cada vez escenas más íntimas, y desde un dron, hacer zoom para vez a una madre limpiar delicadamente la cara de su cachorro. También para observar sin interrumpir una trifulca entre jóvenes machos por la atención de una hembra.
El documental muestra el día a día de los orangutanes. Por ejemplo, cómo tienen que preparar su cama en los árboles cada noche —con almohada incluida— y cómo son las interacciones sociales a gritos en la distancia —una suerte de WhatsApp primate—. Aunque los orangutanes suelen ser una especie solitaria, en esta ocasión, según Attenborough, se ha topado con una familia especialmente sociable.
En otras producciones, la música ha sido un personaje más que tira del hilo narrativo, moviendo el punto de tensión, incluso apoyándose de la filarmónica de la BBC. En este documental, el cuarteto de cuerda acompaña a la voz de Attenborough y el sonido de la selva consiguen un efecto relajante.
Attenborough y la conservación
David Attenborough es uno de los científicos divulgadores más conocidos y respetados de todo el mundo. Ha revolucionado el mundo de los documentales de naturaleza y ha tenido un papel muy relevante en la tarea de conservación, con numerosos premios y reconocimientos.
Él, que nació, antes de la Segunda Guerra Mundial, ha sido testigo de la pérdida acelerada de la biodiversidad y el cambio en la naturaleza. Trabaja desde 1951 con la BBC como documentalista y ha visitado cada rincón de la tierra. Uno de sus primeros destinos y más profundos intereses fue África e investigar su vida salvaje.
En este caso ha puesto de relieve el estado de conservación de los orangutanes. Actualmente, solo quedan dos familias, una Borneo y otra en Sumatra, ambas en estado crítico. Su mayor amenaza es la pérdida de hábitat: en los últimos 20 años ha desaparecido un 80% de su hábitat.
Los orangutanes son una especie tan adaptada a su ecosistema que una pequeña alteración pone en riesgo su misma existencia. Pero la deforestación del sudeste asiático se ha convertido en su mayor amenaza.
Los orangutanes tienen un alto nivel de inteligencia y desarrollo. Son capaces de entender cómo hacer los nidos más cómodos, con las ramas más gordas abajo como somier, y las verdes con hojas como colchón. También, se ha documentado que son capaces de usar una planta que no forma parte de su dieta habitual para hacer una pasta y curar una herida. Este es un documental para ser un poco más conscientes de la magnificencia de la naturaleza.