Los Juegos Olímpicos, además de dejarnos con récords increíbles, también han concluido con imágenes de lo más sorprendentes. Entre ellas, la escena del salto de una ballena en las playas de Teahupo’o, en Tahití, mientras las surfistas Brisa Henessy y Tatiana Weston-Webb luchaban por su pase a la final. 

Pero más reciente aún ha sido el incidente de otra ballena, esta vez en la región australiana de Gold Coast, con un pescador. El hombre, de 30 años, fue golpeado por la cola del animal, perdiendo la conciencia momentáneamente. 

Sin embargo, en el panorama nacional tampoco nos quedamos cortos. El 17 de julio, en la playa de L'Ardiaca en Cambrils, Tarragona, aparecía en la orilla un pez espada de dos metros. Fue tal la agitación entre los bañistas que la policía local tuvo que intervenir, quedando prohibido el acceso por precaución. 

Más al norte, y algún que otro día después, el 22 de julio, los gallegos de Porto de Bares, A Coruña, fueron sorprendidos por un tiburón peregrino. Aparentemente desorientado o enfermo, este incidente terminó, como otros similares, con la evacuación inmediata de la playa. 

Y es que parece que estos encuentros entre los humanos y las especies marinas son cada vez más frecuentes. Pero, ¿qué está impulsado a estos animales a acercarse a tierra firme? La respuesta podría estar ligada al cambio climático.

El motivo

El calentamiento global está alterando los patrones tradiciones en los océanos. Las temperaturas del agua están aumentando y, con ello, las corrientes marinas y las migraciones de las especies están cambiando. 

Según un estudio de Joan Albert Sánchez, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad de México, la temperatura del mar "se eleva aproximadamente 0,2 grados centígrados" cada diez años y, en algunos lugares, este incremento puede ser incluso más pronunciados. Motivo por el cual los animales se sienten obligados a buscar nuevas áreas donde las condiciones sean más favorables. 

De este modo, las especies que antes habitaban en las zonas más profundas o más frías están comenzando a migrar hacia las costas, ya sea en busca de comida o para evitar el estrés térmico. Esto se ha traducido, por ejemplo, en avistamientos de tiburones o peces espada, dos animales que normalmente se encuentran lejos de las zonas de baño. 

Otro factor clave es la acidificación del océano, causada por la absorción de dióxido de carbono en el agua. Este proceso está afectando gravemente a los ecosistemas marinos, especialmente a los organismos calcificadores, como los corales o los moluscos, fundamentales para las cadenas alimentarias. 

¿Y los varamientos?

Los varamientos suelen ser el resultado de la desorientación causada por el ruido submarino, el agotamiento de las reservas de animales en sus hábitats naturales, o las condiciones físicas debilitadas de los animales debido al cambio climático. 

Los mamíferos marinos, como las ballenas y los delfines, son especialmente vulnerables. Estas especies dependen de la ecolocalización para navegar y encontrar alimento. Sin embargo, el ruido generado por las actividades humanas, como el tráfico marítimo, las exploraciones petroleras y la construcción de infraestructuras submarinas, puede interferir con su capacidad para orientarse, llevando a algunos a nadar en aguas poco profundas e, incluso, quedando varados en las playas. 

Vista aérea de cachalotes varados. Fredography Istock

Además, los cambios en las corrientes y las temperaturas pueden desorientar a estos animales, dejándolos atrapados en zonas donde no pueden sobrevivir. 

En septiembre de 2022, más de 200 ballenas piloto morían tras quedarse varadas en una playa barrida por las olas en la abrupta costa del oeste de Tasmania, en Australia. A pesar de los esfuerzos desesperados de los equipos de rescate, tan solo 35 de estos animales pudieron sobrevivir. 

El 12 de julio de este mismo año, por ejemplo, se encontraron también 77 ballenas varadas. Esta vez en una playa escocesa. Tal vez una imagen menos espectacular que lo ocurrido en Australia, pero quizás bastante más peculiar por encontrarse tan al norte. 

Cómo actuar 

La presencia de un animal en la orilla puede ser impactante y, aunque la primera reacción de muchos es intentar ayudar, es crucial saber cómo proceder correctamente para no empeorar la situación. Por ello, los expertos recomiendan seguir una serie de pasos. 

En primer lugar, debe asegurarse de que el animal no está en peligro inmediato, es decir, observar la situación y determinar si está herido o su llegada a la costa ha sido fruto de la desorientación. 

No intente devolver al animal al agua. Aunque la intención sea buena, sin la ayuda de los expertos puede ser perjudicial. Además, en caso de que esté enfermo o herido, llevarlo de vuelta al mar podría aumentar su sufrimiento y reducir sus posibilidades de supervivencia. 

Estabilizada la situación, contacte con las autoridades. En muchos países existen organizaciones especializadas de rescate de animales marinos. En España, por ejemplo, el propio 112 puede conectarle con ellos o, directamente, puede hablar con organizaciones como la Sociedad para el Estudio y la Conservación de los Mamíferos Marinos (SECMAR)

Mientras llega la ayuda, trate de mantener a las personas alejadas para evitar el estrés adicional del animal. Y una vez lleguen las autoridades, siga sus indicaciones para ayudar al rescate o al manejo del animal.