"Deseo que la guerra termine. En lugar de que muera más gente, que se termine ya". "Solo quiero que acabe; es muy duro". "Ojalá todo volviera a ser como antes". Escuchar las palabras de Bayan (7 años), Zaynaldin (9 años) o Tala (10 años) hiela la sangre. Unos hablan desde el Hospital de Campo del Cuerpo Médico Internacional de Gaza; otros desde el espacio educativo de emergencia en Deir al-Balah. 

Ellos son solo tres ejemplos de esa generación a la que la guerra israelí en la Franja ha despojado de prácticamente todo. Samil Oweis, portavoz de UNICEF en Gaza, explica algo que, en realidad, debería ser obvio: "Los niños necesitan un alto el fuego ahora para poder crecer y prosperar"

Como explican desde el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, "a las muertes provocadas por los ataques, la desnutrición y las enfermedades, se suma la devastación de dos pilares fundamentales en sus vidas: la sanidad y la educación". Algo que, matizan, "prácticamente ha desaparecido". 

UNICEF también recuerda que, desde que comenzaron los bombardeos el noviembre pasado, "la mayoría de los hospitales no funcionan, y los pocos que lo hacen solo operan de manera parcial". Ocurre lo mismo con las escuelas. 

Esta falta de escolarización, recuerdan desde la oenegé, está generando que "miles de niños se sientan frustrados y aislados". Y, a su vez, está provocando "un grave deterioro en su desarrollo social, emocional y cognitivo". Además, aseguran, "cuanto más tiempo permanecen fuera de la escuela, mayor es el riesgo de que abandonen sus estudios de manera permanente".

Irene Martínez, portavoz de UNRWA España, recuerda en declaraciones a ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL que, en la actualidad, el 85% de las escuelas de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos están "destruidas o dañadas". Por eso, indica, ahora están poniendo en marcha un proyecto de "vuelta al aprendizaje". Porque, lamenta, "al cole no se puede volver". 

Así, desde la UNRWA buscan devolverle una cierta rutina a los menores de Gaza. Y, sobre todo, matiza Martínez, "intentar que vuelvan a ser niños". Porque, cabe recordar, además, que la mitad de la población de la Franja tiene menos de 18 años. En concreto, son 1,2 millones los niños y niñas que viven en los apenas 365 kilómetros cuadrados que conforman este territorio y que, desde que comenzara la guerra, no ha hecho más que reducirse. 

"Trauma continuo"

Martínez insiste en que "los compañeros sobre el terreno ya no hablan de estrés postraumático, sino de trauma continuo". Eso es a lo que se enfrentan los menores de Gaza, cuyas vidas han quedado copadas por "el fallecimiento de familiares y amigos, el miedo a los bombardeos, la pérdida de la rutina", además de por "toda la violencia que ven a su alrededor". 

Eso, sin duda, explica la portavoz de UNRWA España, hace que el total de los menores de la Franja "necesiten ayuda psicosocial". Sin ella, asegura, es complicado que tengan un futuro. 

Porque, insiste Martínez, los impactos en la salud mental y en la educación que está teniendo el conflicto "afecta también a la esperanza de paz". Pues el trauma es un compañero peligroso en el transitar de la vida. 

En declaraciones de Elizabeth White, portavoz de Save the Children en Ramala (Cisjordania), "estos impactos psicológicos dificultan la capacidad de los niños de tener relaciones sanas, confiar en otros e, incluso, de ser funcionales de adultos". 

El informe Atrapados y asustados de Save the Children apunta hacia la misma dirección que las palabras de Martínez. El miedo, la ansiedad y el hambre no hacen otra cosa que apuntalar un trauma que ya se prevé persiga a los niños gazatíes para toda la vida. 

En un comunicado del pasado junio, Davide Musardo, psicólogo de Médicos Sin Fronteras (MSF), indica que con lo que más se encuentran es con casos de depresión en niños. Y lo explica: "Lo han perdido todo: a sus padres, a sus hermanos, todo lo que hacía que su vida diaria fuera normal".

Un grupo de niños juega en Gaza. Ramadan Abed Reuters

Musardo continúa: "Lo que vemos son también síntomas de ansiedad, reacción de estrés, de estrés agudo, y muchas veces el deseo de morir en lugar de vivir este horror que están viviendo en este momento". Ante esta situación, el psicólogo de MSF recuerda que "los niños son los más afectados porque no tienen la capacidad de explicar lo que les está pasando". Como, matiza, tampoco tienen "las herramientas para hacer frente a todas estas situaciones trágicas".

Pero es que, según insisten desde Save the Children en su informe, "incluso antes del 7 de octubre, la infancia de Gaza vivía con una salud mental excepcionalmente precaria debido a las escaladas cíclicas de violencia, los efectos del bloqueo, incluidas las restricciones a la libertad de circulación y al acceso a servicios esenciales, el colapso económico y la separación de familiares y amistades". 

Organizaciones que tienen personal sobre el terreno, como UNRWA o MSF, intentan paliar esta situación tan precaria a través de actividades psicosociales a medio camino entre la terapia y la educación. Porque aunque, como indica Musardo, "no hay espacio para que se recuperen plenamente", se puede ir trabajando el trauma y el dolor.

Hambre y polio

La delicada situación en la que se encuentra la salud mental de los menores en Gaza se ve empeorada con la explosión de enfermedades que, en ocasiones, llevaban décadas erradicadas. Eso es precisamente lo que ocurrió el pasado 23 de agosto, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmaba el primer caso de polio en la Franja de Gaza en 25 años. 

"Un bebé de diez meses no vacunado contrajo el poliovirus tipo 2 que había sido detectado en muestras ambientales recogidas en junio y desarrolló parálisis", advierte la agencia sanitaria. Martínez puntualiza: "Ahora está completamente paralizado por esta enfermedad" que llevaba cuarto de siglo fuera del territorio. 

Hace apenas dos semanas, el Secretario General de la ONU, António Guterres, y las agencias sobre el terreno hicieron un llamamiento "a un alto el fuego humanitario para vacunar a más de 640.000 niños menores de 10 años" contra esta enfermedad. Pero el de la polio no es el único caso que han ido detectando las agencias de Naciones Unidas desde que estallase el conflicto y se limitasen las campañas de vacunación.

"Hay muchas otras que afectan a la piel y también están teniendo lugar muchas diarreas que solo empeoran la situación de malnutrición existente", recuerda Martínez. Además, desde la ONU, además, alertan de que "los suministros vitales de cloro, esenciales para purificar el agua, se están agotando". Y advierten de que "las órdenes de evacuación provocan la disminución del suministro de agua en las zonas afectadas y obligan a la gente a huir a una zona cada vez más reducida, superpoblada y contaminada".

Todo este entramado médico se ve agudizado —y a su vez agudiza— la malnutrición que se vive en la Franja, especialmente entre los más pequeños. Según UNICEF, 1 de cada 3 niños sufre ya desnutrición aguda

Como recuerda White, "la crisis de inseguridad alimentaria está afectando severamente al desarrollo físico de los niños". Y alerta de que "prácticamente toda la población de Gaza (el 96%) vive en un estado de inseguridad alimentaria grave".

De hecho, insiste, es imposible acceder a los nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del cuerpo, como vitaminas, minerales o proteínas. Esto propicia "complicaciones médicas severas, que incluyen el debilitamiento del sistema inmune, una mayor susceptibilidad a infecciones y un desarrollo cognitivo frustrado en el caso de los niños". 

"Los pequeños con desnutrición corren el riesgo de que su crecimiento se atrofie, su desarrollo se retrase y arrastrar problemas de salud toda la vida", zanja la portavoz de Save the Children en declaraciones a ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL.

Sin alto el fuego a la vista

La conclusión de todas las oenegés consultadas para escribir este artículo es la misma: lo único que podría brindarle un futuro a los niños y niñas de Gaza es un alto el fuego. Porque, recuerda Martínez, "la situación es insostenible".

No por nada, el pasado 15 de agosto, Volker Türk, alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, alertaba de que el mundo había llegado "a una marca lúgubre". Fue precisamente ese día en el que el Ministerio de Salud de Gaza publicaba el total de fallecidos en la Franja, que ascendía a las 40.000 personas.

"La mayoría de los muertos son mujeres y niños", agregaba el representante de Naciones Unidas. Y hacía un cálculo devastador: en los últimos 10 meses han sido asesinadas una media de 130 personas al día en la Franja

Unos niños lloran por la muerte de varios palestinos en un ataque israelí en el sur de Gaza. Mohammed Salem Reuters

Ya lo alertaba el pasado mes de abril Amnistía Internacional en el informe La situación de los derechos humanos en el mundo'. Por aquel entonces, la secretaria general de la oenegé, Agnès Callamard, escribía: "Actualmente, ser una persona palestina en Gaza equivale a sumergirse en una versión mucho más violenta y destructiva de la Nakba [o catástrofe] de 1948, cuando más de 750.000 personas palestinas fueron sometidas a desplazamiento forzoso".

Y concluía con una frase que sigue más vigente que nunca cinco meses después: "Para millones de personas en todo el mundo, Gaza es ahora el símbolo del absoluto fracaso moral de muchos de los artífices del sistema posterior a la Segunda Guerra Mundial: su fracaso a la hora de mantener el compromiso absoluto con la universalidad, con nuestra humanidad común y con nuestro 'nunca más'".