El cambio climático ya es la principal preocupación medioambiental de la sociedad española, seguida de la contaminación de mares, según una encuesta de Greenpeace. Mientras que hace tan solo unos años el discurso para frenarlo estaba presente, pero se hacía invisible, ahora todas las consecuencias están haciéndose notar.

La sequía, el aumento de las temperaturas, la escasez de alimentos, la pérdida de algunas especies o la elevación del nivel del mar son algunos de los riesgos no solo para el ser humano, sino para todos esos seres vivos que buscan sobrevivir en un entorno cambiante. 

El cambio climático y el cambio en la temperatura del agua ha hecho que especies tropicales como el pez ballesta se hayan convertido en habituales en las playas de España en tan solo unos años. Y aunque para actividades como la pesca pueda parecer algo positivo, estos animales pueden llegar a ser agresivos con el ser humano.

Una especie cada vez más común

La NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) publicaba hace unos días en su página oficial que la temperatura del mar ha superado los 21 grados centígrados. Unas cifras que pueden parecer un aumento poco significativo para los bañistas, pero es suficiente para incentivar nuevos comportamientos entre los organismos marinos.

El pez ballesta es una especie cada vez más presente en las costas españolas, y, además, uno de los responsables de diferentes mordicos a decenas de bañistas en los últimos años. Un suceso que provocó que, todos aquellos que desconocían la especie, comenzaran a ponerle nombre. 

El pez ballesta (Ballistes Carolinensis), es una criatura fascinante y peculiar que habita en las aguas cálidas de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico. Perteneciente a la familia Balistidae, este pez se distingue por su forma única, con radios espinosos y dientes de humano, colores vibrantes y comportamiento territorial.

Posee una piel dura y cubierta de ásperas escamas de color gris; sin embargo, una de sus características más notables es su boca picuda y rugosa, que alberga ocho dientes afilados y especialmente adaptados para romper conchas y caparazones de una amplia variedad de moluscos y crustáceos, que constituyen la mayor parte de su dieta.

Además de ser una herramienta esencial para la alimentación, los dientes del pez ballesta también juegan un papel crucial en su defensa, no solo entre otras especies marinas, sino también para cualquier cosa que considere una amenaza, como los humanos.

Su carácter confiado lo convierte en un pez muy habitual entre los buceadores. No tiene miedo a los humanos y por ello, suele nadar junto a ellos sin inmutarse; sin embargo, en ocasiones, puede mostrar comportamientos agresivos, especialmente cuando siente que su nido está amenazado. 

Los machos del Pez Ballesta son conocidos por construir nidos al limpiar arena, conchas y escombros, creando un espacio seguro para la reproducción. Se reproducen a comienzos de verano y es en esta temporada cuando los machos, a fin de asegurar las puestas, atacan mediante mordiscos a aquellos que se acercan a los huevos que las hembras han depositado en agujeros en la arena. 

Aunque estas mordeduras no suelen ser graves, pueden ser dolorosas debido a la fuerza de su mordida y la presencia de sus afilados dientes. En los últimos años, este tipo de incidentes fueron muy comunes en las playas, especialmente en el sur de España, como Galicia y más concretamente, en Rías Baixas.

Su presencia en el Mediterráneo o Atlántico ha aumentado durante los últimos años y aunque su tendencia natural sea huir hacia fondos rocosos —ya que se alimentan de zooplancton o algas, aunque también pueden comer erizos o especies con conchas más rudas— en verano, al reproducirse y dejar sus nidos, se sienten más amenazados.

Qué hacer si te muerde un pez ballesta

El pez ballesta suele habitar en arrecifes de coral y zonas rocosas del fondo marino. Prefiere aguas tropicales y subtropicales, donde se camufla entre corales y rocas para protegerse de posibles depredadores y acechar a sus presas. Este entorno le proporciona tanto refugio como acceso a una abundante fuente de alimento.

Sin embargo, si un pez ballesta te muerde, lo primero que debes hacer es salir del agua con calma para evitar un ataque adicional. Lavar la herida con agua limpia y aplicar un antiséptico es fundamental para prevenir infecciones. Si la herida es profunda o muestra signos de infección, es importante buscar atención médica de inmediato.

Añadido a ello, se recomienda informar a las autoridades locales o al personal de rescate para que puedan advertir a otros nadadores sobre la presencia del pez ballesta en la zona. Entender el comportamiento y su hábitat puede ayudar a prevenir encuentros no deseados.

Hasta el momento se han catalogado unas 40 especies de peces ballesta, que desarrollan su actividad vital en los mares y océanos de todo el mundo; sin embargo, su peculiar aspecto les está costando la vida en muchos lugares, debido a su colorido tan llamativo, que lo convierte en una potencial presa para la pesca masiva y su posterior venta a acuarios.