Tres años después de la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma, la isla aún enfrenta las secuelas de uno de los eventos naturales más devastadores de su historia reciente. A medida que los palmeros intentan reconstruir sus vidas, nuevas preocupaciones han surgido debido a los picos en la emisión de gases volcánicos que continúan activos.
Fueron más de 1.300 viviendas y 370 hectáreas de cultivo lo que el volcán canario destruyó en la erupción de 2021, por lo que estas emisiones han generado cierta incertidumbre y temor en la población, reavivando el recuerdo que a día de hoy sigue muy presente entre los canarios.
El geólogo y divulgador alicantino Nahúm Méndez, conocido en redes sociales como "Un geólogo en apuros", ha explicado que lo que está ocurriendo en La Palma es parte de un proceso natural, no una reactivación del volcán, aclarando así la situación que ha sido malinterpretada en algunos medios y redes sociales.
El proceso de desgasificación y sus efectos
La preocupación de la población se ha centrado en la reciente aparición de dióxido de carbono (CO₂) en ciertas áreas de la isla, como Puerto Naos. Este fenómeno, conocido como desgasificación, es una fase natural en la vida de un volcán tras una erupción.
Según Méndez, "la erupción volcánica no termina y el volcán no se apaga directamente; lo que ocurre es que mientras se termina de enfriar parte del sistema volcánico, se siguen emitiendo gases a través de fisuras terrestres o por los acuíferos".
Este proceso de enfriamiento y desgasificación es lento y puede durar décadas. Aunque el volcán estuvo en erupción durante más de 80 días, Méndez subraya que incluso si la erupción hubiera durado solo tres días, "se verían los mismos fenómenos naturales que se están viendo ahora".
Aun así, el geólogo hace un llamamiento a la calma, destacando que este tipo de actividad es normal y esperada después de una erupción de tal magnitud.
El mito de una nueva erupción
En cuanto a la posibilidad de una nueva erupción, Méndez descarta que haya indicios que apunten a una reactivación inminente del volcán. "Nada indica que vaya a ocurrir a corto plazo", asegura.
Además, recalca que las autoridades están preparadas para actuar en caso de cualquier eventualidad, gracias al control exhaustivo que se tiene sobre la actividad volcánica en la isla.
Este control incluye la instalación de medidores de gases tanto en interiores como en exteriores para monitorizar continuamente la calidad del aire. "Se están tomando todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los habitantes. Hay redes de monitorización en funcionamiento, y las autoridades están listas para actuar si se detecta alguna anomalía significativa", destaca Méndez.
La clave para enfrentar el CO₂
Uno de los principales problemas derivados de la desgasificación es la presencia de dióxido de carbono en concentraciones potencialmente peligrosas. Méndez señala que "el dióxido de carbono en concentraciones bajas lo respiramos todos los días, pero realmente a partir de concentraciones del 15% empieza a ser peligroso".
La mejor defensa contra estos gases es una buena ventilación, una medida que cobra relevancia no solo en La Palma, sino en cualquier lugar afectado por problemas de calidad del aire.
Durante la pandemia, la ventilación se convirtió en una medida esencial para la salud, y ahora, en La Palma, esta práctica se ha vuelto indispensable para enfrentar los efectos post-eruptivos. Muchos residentes en áreas como Puerto Naos han adquirido sus propios medidores de CO₂ para monitorear la calidad del aire en sus hogares, complementando las medidas adoptadas por las autoridades.
El lado positivo: la energía geotérmica
A pesar de la devastación, Méndez propone una forma de convertir esta catástrofe en una oportunidad: la energía geotérmica. "La energía geotérmica es una opción viable en áreas volcánicas. De hecho, en lugares como Islandia, esta energía es fundamental para su suministro eléctrico", explica el geólogo.
Aunque en España se ha promovido principalmente la energía solar, Méndez considera que la geotérmica podría ser una excelente fuente complementaria, especialmente en zonas con menor insolación. Sin embargo, advierte que "cualquier proyecto de este tipo debe ser cuidadosamente estudiado para minimizar el impacto ambiental y garantizar su viabilidad".