El 11 de agosto concluían los Juegos de la XXIII Olimpiada en París y, apenas 27 días después, daban comienzo las competiciones paralímpicas en la misma sede, que finalizarán el próximo 8 de septiembre. Allí se reúnen los 4.400 paratletas más destacados a nivel mundial que lucharán por regresar a casa acompañados de alguna de las medallas que se disputan.
Tendrán lugar más de 549 eventos con posibilidad de podio en hasta 22 deportes distintos, entre ellos, algunos como esgrima, halterofilia o natación. Además, serán 166 países los involucrados en estos Juegos, superando los 162 de Tokio 2020. Una cifra a la que debemos sumar las delegaciones de refugiados y los neutrales.
Pero, ¿quiénes son estos dos últimos? En el caso de los neutrales, se trata de una denominación adoptada por el Comité Paralímpico Internacional (CPI) para incorporar la participación de aquellos deportistas de nacionalidad rusa y bielorrusa que cumplieron los requisitos impuestos tras la suspensión de los comités de ambos territorios. Motivo por el que compiten bajo el acrónico de NPA, con uniforme, bandera e himno neutrales y sin ninguna mención a su país.
En el caso del Equipo Paralímpico de Refugiados (EPR), que cuenta con ocho atletas para París 2024, se trata de personas cuyas vidas no han estado solo marcadas por los propios desafíos físicos, sino que han tenido que hacer frente a violencia, discriminación, explotación y abuso, dando como resultado el desplazamiento de su país natal.
El origen
ACNUR eleva la cifra de los refugiados de 43,4 millones de personas. Además, estima que el 40% de ellos son menores de 18 años y que, en su gran mayoría, desearía volver a sus hogares cuando las condiciones lo permitan. En este escenario, surge el EPR con la necesidad de dar voz y visibilidad aquellos que, debido a situaciones de alta violencia, guerra y persecución, han sido forzados a abandonar sus casas y, en muchos casos, a vivir en condiciones de extrema vulnerabilidad.
Fue en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro en 2016 cuando el Comité Paralímpico Internacional (CPI) decidió, por primera vez, crear un equipo que reuniera a atletas refugiados con discapacidades, permitiéndoles competir bajo la bandera paralímpica y, de esta manera, garantizar que sus historias no quedaran en el olvido.
El mundo pudo observar cómo dos atletas refugiados se presentaban en Río en un modesto debut en términos numéricos, pero que aumentó a seis para Tokio 2020 y que, ahora, ha llegado hasta los ocho atletas. Y es que su participación ha servido —y sirve— para destacar la situación de millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo.
Pero no solo eso; la creación de este equipo ha emergido como una afirmación de que el deporte es un derecho de todos, sin importar las circunstancias. Así, desde su primera aparición, los Juegos se han convertido en una plataforma para visibilizar los problemas de los refugiados.
París 2024
La edición de los Juegos Paralímpicos de París 2024 representa un hito para el EPR, con un equipo compuesto por ocho atletas, un guía vidente y dos corredores guías. Se trata del equipo más grande de la historia de los refugiados y abarca seis deportes diferentes: paratletismo, parahalterofilia, paratenis de mesa, parataekwondo, paratriatlón y esgrima en silla de ruedas.
Entre los miembros del grupo de este año, destaca Guillaume Junior Atagana, velocista de la clase T11 (paratletas con discapacidad visual) que ha sido seleccionado como abanderado del equipo en la ceremonia de apertura que tuvo lugar el día 28 de agosto.
Pero la elección de Atagana no viene solo de su talento deportivo, sino también de su historia de vida. Originario de Camerún, un país que ha sido testigo de un conflicto separatista devastador en sus regiones anglófonas desde 2016, el atleta perdió la vista a una edad temprana, lo que parecía poner fin a sus sueños deportivos.
Sin embargo, encontró en el atletismo paralímpico una nueva oportunidad y ha logrado resaltar en las pruebas de velocidad. En los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, Atagana terminó cuarto en los 400 metros T11, quedando a un paso del podio. Ahora, en París 2024, está decidido a lograr la medalla que se le escapó.
Superación en la adversidad
Historias como la de Atagana son muchas. Todas ellas tan diversas como las regiones de las que provienen los atletas del EPR. Además de Camerún, Irán, Afganistán, Siria y Colombia son los países que compiten bajo la bandera del equipo de refugiados que se presenta en esta ocasión en los Juegos Paralímpicos.
Un ejemplo de superación es el de Zakia Khudadadi como parataekwondista. En Tokio 2020 se convertía en la primera afgana en competir en los Juegos Paralímpicos, un logro clave dada la situación de las mujeres en su país. Y es que, para desarrollar su carrera, tuvo que huir de Afganistán cuando los talibanes retomaron el control en 2021.
A pesar de los riesgos, logró escapar y continuar su entrenamiento en Europa —en concreto, en Francia—, donde ha seguido defendiendo los derechos de las mujeres, utilizando su plataforma como atleta para dar voz a aquellas que han sido silenciadas. Ahora, en París 2024, se ha convertido en la primera refugiada paralímpica de la historia en conseguir una medalla.
Otro relato de superación es de Amelio Castro, esgrimista colombiano y miembro del EPR. Sufrió un accidente automovilístico en 2012, quedando parapléjico. Sin embargo, este evento, lejos de hundir su espíritu, lo llevó a hallar en el deporte una nueva razón para vivir. Así, después de probar varias disciplinas, se encontró con la esgrima en silla de ruedas, lo que describe como "una respuesta divina a sus oraciones".
Conocido como el 'ajedrez del cuerpo', requiere una aguda habilidad táctica, pero, desde que comenzó su carrera en 2017, ha demostrado ser un competidor formidable ganando más de una medalla en los internacionales.
Como ellos, hay cinco paratletas más: Salman Abbariki (Irán, paratletismo), Sayed Amir Hossein Pour (Irán, paratenis de mesa), Hadi Hassanzada (Afganistán, parataekwondo) Hadi Darvish (Irán, parahalterofilia) e Ibrahim Al Hussein (Siria, paratriatlón). Ocho personas que desafían los estereotipos y demuestran que, con apoyo y oportunidades, todos pueden alcanzar logros extraordinarios.
Y es que, como expresaba Filippo Grandi, comisionado de ACNUR, son "una inspiración para todos nosotros", porque estos atletas no solo compiten por ellos mismos, sino que representan a los más de 120 millones de personas desplazadas a la fuerza en todo el mundo, incluidos al menos 18 millones que viven con alguna discapacidad.