Se define como arquitecto de profesión y lector y viajero de vocación, aunque su ocupación actual poco tiene que ver respecto a lo que estudió en un inicio. Así nos lo contaba Antonio Espinosa de los Monteros (Sevilla, 1990) en 2021, cuando se sentó con ENCLAVE ODS por primera vez. Ahora, en el tercer aniversario de este vertical, lo volvemos a recordar.
Este joven sevillano pasó de tener el sueño de querer "diseñar edificios altos" a crear AUARA, una empresa social con el objetivo de llevar agua potable a las comunidades más necesitadas del mundo. Pero, ¿cómo surgió este cambio?
Primero, dice, "empecé a involucrarme en algunos proyectos de cooperación". Eso sí, esta vez relacionados con cuestiones de construcción. De este modo, pudo viajar hasta Perú para crear un colegio, luego a Camboya para construir casas y, más tarde, se desplazó hasta Etiopía para construir un hospital. Porque, como él mismo asegura, "la arquitectura fue el camino para mi toma de contacto con la realidad de la pobreza material extrema".
Así, esta experiencia que realizaba para poder aportar a otras personas terminó siendo la clave para descubrir su verdadero propósito en la vida. Un gesto que llenó de significado aquella frase que nos decía en 2021: "Salir de la burbuja en la que vivimos es uno de los ejercicios más enriquecedores que existen". Y así lo ha demostrado Espinosa en este tiempo.
El agua, un básico
A través de sus viajes, en los que colaboró con distintos proyectos sociales alrededor del mundo, Espinosa pudo comprobar en primera persona que "el agua está en la base de la pirámide de las necesidades". Porque, asegura, "cuando estás en lugares en los que se necesita de todo —colegios, carreteras, hospitales, casas…—, la pobreza mayor es la falta de este recurso".
Y es que en estos países donde, explica, "la gente tiene que desplazarse un montón de kilómetros y horas para buscar agua", son precisamente los niños y las mujeres quienes abanderan la responsabilidad de hacerlo. Incluso, llegando a abandonar las escuelas porque, subraya, "la prioridad es que haya agua en casa para beber, cocinar, lavarte y todo lo básico".
Una situación que corrobora Jayalakshmi, profesora de la escuela suplementaria de la Fundación Vicente Ferrer en el pueblo de Kodipalli, quien ha llegado a estar semanas con las aulas vacías: "Tenemos que caminar tres o cuatro kilómetros para encontrar agua. Vamos con una garrafa de 20 litros cada uno, y los niños y niñas tienen que acompañar a sus familias. Eso significa que no vienen a clase y, si lo hacen, están muy cansados y rinden menos".
Así, partiendo de esa premisa nacía, en 2015, la empresa social AUARA, dedicada a llevar agua potable a las personas que no la tienen en países en desarrollo. De este modo —y con apenas 25 años—, Espinosa iniciaba un proyecto que ha permitido que haya 130.444 nuevas personas con acceso a agua potable y saneamiento, ha aportado más de 464 millones de litros de agua a países en vía de desarrollo y ha construido 173 infraestructuras en 23 países.
Pero no solo eso: también ha reducido hambrunas y enfermedades, ha minimizado la mortalidad infantil, ha permitido el acceso a la higiene y saneamiento, ha potenciado la escolarización infantil y ha apoyado la independencia de las mujeres. En definitiva, este proyecto se ha convertido en un verdadero 'oasis' en el desierto.
Además, para ellos, como explican desde su web, "no tiene sentido intentar solucionar una problemática social, poniendo en peligro la sostenibilidad del planeta". Tal es su compromiso, que ya han utilizado 711.197 kilos de plásticos reciclados, han ahorrado más de un millón de litros de petróleo y han reciclado más de 31 millones de botellas de plástico.
Un movimiento
Para el sevillano, "vivimos en un mundo cortoplacista en el que lo que se busca es intentar sacar el máximo partido inmediato". Sin embargo, asegura que "hacer las cosas bien en ningún sector suele ser rentable a corto plazo, pero sí que lo puede ser a largo". Motivo porque él sugiere "separarse de todo ese ruido", tomar distancia y pensar en uno mismo a largo plazo. "Ahí es cuando la sostenibilidad tiene sentido", explica.
Pero Espinosa es optimista respecto al papel de consumidor. "Cada vez entiende que sus actos son significativos en el mundo", indica. Y lo desarrolla: "Cuando elige lo que consume o no, incluso en qué momento lo hace, está definiendo que tipo de mundo quiere".
Por eso, desde AUARA, luchan por el objetivo de "balancearlo" con la labor que lleva a cabo desde España. Porque, dice, "está muy bien que intentemos tener un impacto social a 5.000 km en la vida de personas que están lejos en un pozo sin agua, pero si eso no está acompañado de una coherencia en el día a día y de que el entorno que nos rodea mejore, no tiene sentido".
Motivo por el que, como "fan absoluto de la madre Teresa", a la que considera la mayor emprendedora de la historia, busca dejar de ser "una marca de agua o de bebidas y convertirse en un movimiento". Donde la gente identifique a AUARA (en amhárico, idioma etíope, "tormenta de arena que se produce en desiertos como el de Afar, el lugar más cálido y seco del planeta") como símbolo de coherencia. Porque, como aseguran desde su página web, quieren ser tan transparentes como el agua.