Por algún motivo, las arenas movedizas son uno de los fenómenos que más nos preocupan cuando somos pequeños. Aparecen en un sinfín de películas y quedar atrapado en una de ellas supone un momento de angustia del cual es muy difícil o casi imposible salir —o eso parece—. Ese miedo cesa cuando crecemos y nos damos cuenta de que, en España, es muy improbable encontrarnos con una de ellas.

Sin embargo, debido a las condiciones climáticas y la composición particular de algunas playas, las arenas movedizas ya son una realidad en España y están presentando un desafío significativo para los servicios de salvamento. Especialmente, en uno de los tramos de la Playa de San Lorenzo de Gijón, en Asturias, donde existen dos pozos circulares que suponen un riesgo para quien los pise.

La formación de arenas movedizas no solo supone una mayor vigilancia en las playas, por la cual deben prestar más atención los profesionales, sino que pone en riesgo la seguridad de quienes acuden, ya que este fenómeno puede llegar a ser muy peligroso, enterrando en tan solo unos segundos a quien pase por encima. Todo ello, añadido a que están camufladas. 

El peligro de las arenas movedizas

Las arenas movedizas son una mezcla de arena, agua y arcilla que puede parecer un terreno sólido, pero que en realidad es 'completamente' inestable. Se forman en áreas donde el agua subterránea se acumula en grandes cantidades, mezclándose con partículas de arena. Esta combinación crea un material que, aunque a simple vista parece firme, se comporta de manera fluida cuando se le aplica presión, ya que actúan como fluidos no newtonianos.

Cuando una persona o un animal pisa las arenas movedizas, el peso provoca que el agua y la arena se separen. Esto reduce la fricción entre las partículas de arena, lo que hace que la persona o el objeto se hunda en cuestión de segundos. Además, si se intenta escapar, los movimientos bruscos y la lucha tienden a hacer que la víctima se hunda más.

A pesar de la creencia popular, las arenas movedizas no "tragan" a las personas por completo, pero sí pueden hundirlas hasta la cintura o el pecho, lo que genera una situación peligrosa. Los atrapados en ellas suelen perder la vida de agotamiento y no tragados enteros.

Sin embargo, sí existen diferentes peligros asociados a ellas. En zonas cercanas a ríos o mares, existe el riesgo de ahogamiento si las arenas movedizas están en la orilla y la marea sube. Por ello, en playas como la de Asturias, los servicios de socorrismo y salvamento están implementando nuevas estrategias para enfrentar la dificultad adicional.

Arenas movedizas en Asturias

En la Playa de San Lorenzo de Gijón, en Asturias, uno de los tramos tiene una apariencia diferente que solo los más observadores son capaces de reconocer. Se trata de "dos pozos circulares contiguos situados frente a la Antigua Pescadería, a unos 110 metros del Muro y 40 metros del pedrero de San Pedro", explican desde El comercio.

Este fenómeno se aprecia mejor cuando baja la marea, y para reconocerlo tenemos que fijarnos en unas burbujas en la arena que salen a la superficie. Hacerlo resulta fundamental, ya que estas formaciones pueden provocar hundimientos de hasta 60 centímetros, siendo el peligro mucho mayor cuando se trata de niños pequeños o personas mayores.

Playa San Lorenzo. Istock.

Por todos estos motivos, hay siempre un socorrista que vigila el entorno para alertar a quienes pasean del peligro que muy pocas personas conocen, con el fin de evitar caídas y hundimientos indeseados. Esta aparición requiere una capacitación especializada para los socorristas, que deben aprender técnicas específicas para rescatar a las personas atrapadas.

Además, las autoridades locales están trabajando en la instalación de señales claras y visibles que alerten a quienes pasean sobre las zonas donde hay arenas movedizas, que cada vez son más habituales en España.

Por qué hay arenas movedizas en España

Las arenas movedizas han comenzado a aparecer en algunas playas de España debido a una combinación de factores ambientales, geológicos y humanos. El cambio climático y la alteración de los patrones climáticos juegan un papel crucial en la formación de este fenómeno.

Las lluvias intensas, cada vez más frecuentes en algunas regiones de España, saturan el terreno arenoso con agua, haciendo que el suelo pierda su cohesión y creando condiciones propicias para la formación de estas trampas de arena. A su vez, el aumento en el nivel del mar y la erosión costera contribuyen a desestabilizar aún más las playas, favoreciendo la acumulación de agua en ciertas zonas.

Otro factor significativo es la intervención humana en las costas. La construcción de infraestructuras, como paseos marítimos, puertos y otras obras costeras, altera la dinámica natural de las playas. Estos cambios pueden llevar a una mala distribución de los sedimentos y a la creación de áreas donde el agua se acumula de manera anómala, convirtiendo lo que antes era un terreno estable en una posible zona de arenas movedizas.

Además, la sobreexplotación de acuíferos cercanos también puede contribuir a este fenómeno. La extracción excesiva de agua subterránea puede hacer que el nivel freático descienda, creando huecos subterráneos que, al llenarse de arena y agua, resultan en formaciones inestables en la superficie.