"No tienes que ser feliz, no es obligatorio". Así de tajante se muestra durante una entrevista con ENCLAVE ODS Francisco Villar, psicólogo clínico y especialista en suicidio en la infancia y la adolescencia del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Ese es uno de los mensajes esenciales que, en los últimos años, la sociedad en general —pero en particular la española— ha olvidado. Y, al hacerlo, la frustración aumenta.
En un momento cultural en el que la conocida como 'dictadura de la felicidad' impregna todas las facetas de la vida —especialmente las redes sociales— gestionar la propia infelicidad se puede volver cuesta arriba. La 'psicología' Mr. Wonderful —esa que hace una suerte de apología de la alegría frente al resto de emociones—, recuerda Villar, "vuelve a culpabilizar a la persona" por sentirse mal.
Y es que, indica, deja de lado una de las partes "más importantes" de la disciplina, "la validación del sufrimiento". El psicólogo lo desarrolla: "En consulta con chicos de 15 años, por ejemplo, que acaban de tener un intento de suicidio, muchas veces les digo que la adolescencia es una mierda. Y sienten alivio".
Villar continúa: "[Los chavales] te preguntan si es en serio, porque les están diciendo que son los mejores momentos de su vida. Eso es una invalidación del sufrimiento, del malestar, de una época en la que a veces la tormenta viene y te complica un poco las cosas y lo que necesitas es aguantarte fuerte al remo, porque la tormenta pasa, pero la vida sigue".
El problema aparece, explica el experto, cuando en medio de esa tempestad uno se siente "un desdichado, un desgraciado, el único en la especie…" y ese malestar, ese sufrimiento, no se valida. Las palabras de Villar cobran especial importancia al hablar de prevención de suicidio. En 2023, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), 3.952 personas se quitaron la vida en España. De ellas, 73 eran menores de edad.
Las tentativas, según los expertos, son difíciles de calcular. Por ejemplo, solo en el área metropolitana de Madrid, los bomberos intervienen en más de 350 intentos de suicidio anuales, explica a ENCLAVE ODS Sergio Tubío, impulsor de la Unidad de Intervención en Tentativa Suicida del cuerpo. El Colegio Oficial de Psicología de Navarra estima que a nivel nacional podría haber alrededor de 200 tentativas diarias.
Señales de riesgo
Papageno, La Niña Amarilla y AFASIB, tres entidades dedicadas a la prevención del suicidio, han elaborado la guía En mis zapatos para ayudar a hablar sobre este tema considerado tabú durante décadas. En ella, recogen una serie de señales de riesgo o, como explica el propio texto, "aquellas conductas verbales o no verbales que pueden ayudarnos a anticipar la aparición de la conducta suicida".
Son un lugar de partida que "contribuyen a la detección precoz". Además, aseguran los autores de la guía, "pueden ser vitales para encontrar ayuda durante una crisis".
Las principales señales verbales que destaca En mis zapatos tienen que ver con las maneras de hablar o con el vocabulario elegido. Por ejemplo, una red flag en este aspecto sería que la persona verbalizase desesperanza o desesperación, falta de motivación o, incluso, deseos de venganza. También "un dolor insoportable".
Los comentarios negativos sobre uno mismo también son una señal de alerta. Decir en voz alta cosas como "soy una molestia o un estorbo", "nadie me echará de menos si me muero", "no tengo a nadie", "nadie me hace ningún caso" o "no me puedo fiar de nadie" pueden indicar problemas más profundos. También lo hacen comentarios sobre el futuro como "esto nunca va a acabar", "cada vez estoy peor" o "no hay remedio".
Otros como "quiero desaparecer y descansar" o hablar continuamente sobre la muerte o el suicidio, nombrar métodos específicos o verbalizar planes concretos. También son señales a tener en cuenta que una persona se despida "de una manera poco habitual verbalmente o por escrito". Incluso, explican en la guía, que se hagan "comentarios que muestran rabia o cambios de humor extremos".
Sin embargo, las señales verbales no son las únicas a las que prestar atención. En mis zapatos también destaca determinados comportamientos como el aislamiento o las conductas retraídas, ansiosas, agitadas o imprudentes.
Asimismo, la ausencia de comunicación o una mala higiene, personal o del sueño (tanto dormir de más como de menos) pueden ser un signo de alerta. También lo es que una persona realice búsquedas en internet de métodos de suicidio, lugares donde hacerlo o que reparta sus posesiones entre sus conocidos.
La guía señala las conductas de riesgo en todos los aspectos de la vida. Especialmente en la conducción, el abuso de alcohol y drogas o en la manipulación de armas de fuego, y los cambios bruscos en el estado emocional y de conducta.
Además, invita a prestar especial atención a señales como una "aparente tranquilidad después de una crisis depresiva", tras la que "la persona cree haber encontrado respuesta a su sufrimiento". Al igual que a "marcas o heridas de dudoso origen que puedan ser provocadas por autolesiones".
Qué hacer
Desde la Confederación de Salud Mental de España ofrecen una serie de pautas sobre cómo actuar si usted es familiar o amigo de una persona con conductas suicidas. Estas recomendaciones provienen directamente de su guía:
- Valore la situación seriamente.
- Sea directo. Hable clara y abiertamente sobre el suicidio.
- Exprésele su preocupación.
- Muéstrese dispuesto a escuchar.
- Deje que la persona hable de sus sentimientos. Acéptelos y no los juzgue.
- No cuestione si el suicidio es o no correcto.
- No dé sermones sobre el valor de la vida.
- Acérquese y muestre que está disponible. Demuestre interés y ofrezca su apoyo.
- No desafíe a la persona a que lo haga.
- Tranquilice a la persona.
- No se muestre espantado. Eso no hará más que poner distancia entre los dos.
- No prometa confidencialidad.
- Busque ayuda entre sus familiares y personas allegadas.
- Explique que hay alternativas disponibles, pero no dé consejos fáciles.
- Adopte medidas prácticas: retire o controle todos los elementos que puedan suponer un riesgo.
- Si es posible, no deje sola a la persona. Evite, sin embargo, situaciones de excesivo control.
- Busque ayuda profesional e informe de si existe algún antecedente familiar de suicidio.
- Involucre a otras personas significativas que puedan contribuir a superar esta situación
Situaciones desencadenantes
La guía En mis zapatos también pone sobre la mesa diferentes "factores precipitantes". Es decir, aquellas "situaciones de estrés que pueden desencadenar un intento suicida en un momento crítico".
Por ejemplo, la muerte de un ser querido o una persona cercana podría ser una de ellas. Pero también los problemas legales o económicos, el estrés crónico, la tensión aguda o "conflictos familiares o de pareja, divorcio o muerte del cónyuge, hijo o mejor amigo, especialmente si se ha suicidado", la infidelidad o la violencia en el hogar.
Otras situaciones desencadenantes serían el diagnóstico de una enfermedad grave, terminal o crónica. O los cambios drásticos en las rutinas.