En el corazón del Parque Natural de Ses Salines, entre las islas de Ibiza y Formentera, encontramos uno de los secretos mejor guardados del Mediterráneo, no solo por ser un lugar desconocido, sino por preservarlo como tal: la isla protegida de El Espalmador. Un pequeño territorio sin habitantes, cuya entrada se restringió con el fin de preservar la naturaleza.

El Espalmador forma parte del Parque Natural de las Salines y es conocido por sus playas de arenas blancas y aguas cristalinas, que recuerdan a destinos paradisíacos que están en la lista de deseos de millones de personas. El territorio cuenta con una gran variedad de flora y fauna que prosperan en un entorno natural intacto, sin construcciones y completamente virgen.

Todos estos factores se dan por un motivo muy sencillo, y es que El Espalmador es una de las pocas islas privadas que existen en España. En 2018, los hermanos Cigrang adquirieron el territorio por 18 millones de euros; sin embargo, la familia no es la propietaria de la totalidad de la isla, 57 hectáreas del islote son de titularidad pública.

Una isla paradisíaca que frena la contaminación

A pesar de pertenecer a un propietario privado, El Espalmador ha sido generosamente abierto a visitantes que buscan disfrutar del paraíso natural del archipiélago de las Baleares. Sin contar las playas idílicas y los paisajes de película, el aspecto más destacable de este territorio es su notable protección contra la contaminación.

Gracias a unas rigurosas medidas de conservación, la isla se mantiene en un estado de pureza impoluto. No se permite ninguna forma de desarrollo que pueda alterar su entorno natural: no hay construcciones, hoteles, ni instalaciones turísticas permanentes y las pocas visitas están controladas por la seguridad.

El Espalmador es un ecosistema delicado con una biodiversidad que depende de un equilibrio total. Las playas vírgenes, las praderas submarinas de posidonia y la fauna y flora autóctonas son extremadamente sensibles a los cambios en su entorno, por lo que buscan protegerlos de todo daño.

La posidonia, por ejemplo, es una planta marina vital para la salud del ecosistema marino mediterráneo. Actúa como un sumidero de carbono y produce oxígeno, contribuyendo significativamente a la calidad del agua y a la biodiversidad marina. Sin embargo, esta planta es muy susceptible a los daños causados por anclajes de barcos y la contaminación del agua.

Al mantener la isla en gran parte alejada del público, se previenen los daños humanos directos. La construcción de infraestructuras, incluso las más básicas, puede tener un impacto significativo en un entorno natural tan intacto: caminos pavimentados, edificios e instalaciones turísticas que no solo alteran el paisaje, sino que también introducen riesgos de contaminación y perturbaciones permanentes.

El acceso limitado y regulado reduce la cantidad de residuos que los visitantes podrían dejar. La basura, plásticos y otros desechos humanos son una amenaza considerable para los ecosistemas marinos y terrestres, que además se puede observar fácilmente en diferentes playas de España.

En muchas zonas turísticas, la basura se acumula rápidamente, dañando el hábitat de la vida silvestre y contaminando el suelo y el agua. En El Espalmador, las regulaciones estrictas exigen que los visitantes se lleven todo lo que traen, ayudando a mantener la isla limpia y libre de residuos.

La contaminación no es solo una cuestión de basura física; también incluye la contaminación acústica y lumínica. El tráfico de barcos y la presencia de grandes grupos de turistas pueden generar niveles significativos de ruido, perturbando la fauna local y, de hecho, si los barcos navegasen hasta un 20% más despacio, el riesgo de colisión con los grandes mamíferos marinos se reduciría hasta casi en un 80%.

Además, la luz artificial puede afectar los ciclos naturales de los animales y plantas. Al limitar el acceso y prohibir la construcción, El Espalmador se mantiene en un estado de tranquilidad que es esencial para muchas especies, especialmente aquellas que son nocturnas o muy sensibles al ruido, pero también, para aquellos turistas que buscan un descanso del ajetreo diario.

No solo los animales se benefician de esta protección, sino que también el entorno terrestre lo hace. Las playas y las áreas de vegetación autóctona son altamente susceptibles a la degradación por la actividad humana, incluso una pequeña cantidad de construcción o desarrollo puede tener un impacto devastador en estos paisajes delicados.

Cómo se consigue frenar la contaminación

El Espalmador se mantiene protegido frente a la contaminación gracias a una combinación de regulaciones estrictas, prácticas de gestión sostenible y una colaboración eficaz entre entidades públicas y privadas, además de contar con una gran parte de terreno privado.

Las autoridades locales y regionales han establecido leyes que limitan las actividades humanas en la isla. Estas regulaciones prohíben la construcción de infraestructuras permanentes, restringen el número de visitantes diarios y especifican las actividades permitidas.

Entre algunas de las actividades que han sido restringidas encontramos los baños de barro. Hace unos años, consistían en uno de los motivos de ocio por los que muchas personas acudían a El Espalmador; sin embargo, en la actualidad esta práctica está expresamente prohibida debido al riesgo que supone para la fauna y a la peligrosidad de las aguas estancadas.

Se realizan limpiezas periódicas para recoger cualquier basura que pueda haber sido dejada, aunque los visitantes están obligados a llevarse sus residuos. Se activa una vigilancia y mantenimiento que ayudan a prevenir la acumulación de contaminación y garantizan un entorno limpio y seguro.

El control de acceso también juega un papel crucial en la protección de El Espalmador. Aunque la isla es de propiedad privada, su apertura al público está sujeta a condiciones estrictas: como isla protegida, solo se puede acceder por mar.

No existen barcos públicos que conecten el puerto de la Savina con la isla. Anteriormente, el barco Bahía ofrecía este servicio, partiendo del puerto en horarios fijos y deteniéndose en Illetas antes de llegar a Espalmador. No obstante, desde 2020 este servicio ha sido cancelado por el gobierno local con el objetivo de preservar la naturaleza y evitar el desembarco masivo de turistas.

Por este motivo, en la actualidad se requiere de un barco privado para llegar al territorio. Aun así, si queremos visitar la zona y no contamos con este vehículo, se puede alquilar una zodiac o una pequeña embarcación. Añadido a ello, la compañía Barca Bahía ofrece la posibilidad de visitar Espalmador desde el puerto de La Savina, realizando varias salidas al día y haciendo una breve parada en la playa de Illetes.