Septiembre termina con una de las tormentas tropicales más devastadoras de la historia moderna: el huracán Helene. Una catástrofe meteorológica que ha azotado el sureste de Estados Unidos, dejando a su paso un centenar de fallecidos y más de medio millar de desaparecidos. 

Un fenómeno que ha alcanzado la categoría 4 antes de tocar tierra en la costa noroeste de Florida, con vientos de hasta 225 km/h y lluvias torrenciales que provocaron inundaciones catastróficas y deslizamientos de tierra.

Pero, este desastre natural tiene un motivo, del mismo modo que las tormentas tropicales. Una razón que mucho tiene que ver con el cambio climático y sus devastadoras consecuencias en la Tierra.

Por qué suceden las tormentas tropicales

Las tormentas tropicales, como el tifón Helene, se forman sobre los océanos tropicales, donde las aguas cálidas proporcionan la energía necesaria para su desarrollo.

Estas tormentas comienzan como áreas de baja presión que se intensifican a medida que absorben humedad y calor del mar. A medida que se fortalecen, los vientos empiezan a girar en un patrón circular alrededor de un "ojo", donde se concentra la presión más baja.

Hay tres factores principales que contribuyen a la formación de este tipo de huracanes:

  • Temperaturas cálidas del agua. El agua debe estar al menos a 26°C para que la tormenta tropical se desarrolle. Cuanto más cálidas sean las aguas, mayor será la energía que el sistema puede acumular, lo que resulta en un huracán más fuerte.

  • Humedad. El aire húmedo en las capas superiores de la atmósfera proporciona la condensación que alimenta la tormenta y permite la formación de nubes y lluvias intensas.

  • Vientos en la atmósfera superior. Si los vientos en la parte superior de la atmósfera son débiles y estables, permiten que la tormenta tropical se desarrolle y se fortalezca.

En el caso del tifón Helene, su rápido fortalecimiento ha sido debido a las elevadas temperaturas del golfo de México.

Durante los meses previos a su formación, el agua acumuló una cantidad excepcional de energía térmica, mucho más alta que la media de la última década. Esta acumulación de calor facilitó que Helene adquiriera la fuerza necesaria para convertirse en un tifón de categoría 4 en su recorrido hacia la costa estadounidense.

El fatal recorrido de Helene

El tifón Helene comenzó su recorrido en el golfo de México y rápidamente ganó fuerza debido a las cálidas temperaturas del agua de su océano.

Al llegar a Florida, impactó la región de Big Bend con una potencia destructiva, dejando una estela de caos y devastación que se extendió a lo largo de 800 millas, desde el sur hasta las montañas Apalaches.

A su paso, Helene dejó a 4,5 millones de personas sin electricidad y, hasta la fecha, ya ha causado la muerte de 100 personas y la desaparición de más de 600 vecinos, según informes oficiales.

En Florida, la tormenta arrasó vecindarios enteros, y las escenas de escombros y viviendas destruidas reflejaron la magnitud del desastre. Las inundaciones obligaron a cientos de rescates acuáticos, y muchas áreas han quedado aisladas, mientras los residentes luchan por sobrevivir y recuperarse de los daños.

Destrozos del huracán 'Helene' en Florida. Reuters

Los efectos devastadores de Helene no se limitaron a Florida. Los estados vecinos también sufrieron la ira de la tormenta: Georgia, Virginia o las dos Carolinas, siendo Carolina del Sur el estado más afectado, ha contabilizado decenas de víctimas mortales.

Preparativos ante la tormenta

Las autoridades emitieron advertencias y órdenes de evacuación en múltiples estados ante la llegada de Helene. La tormenta amenazaba con marejadas ciclónicas potencialmente mortales que inundaron vastas áreas costeras, cubriendo algunas zonas con suficiente agua para sumergir viviendas de dos pisos.

Se han estado emitiendo alertas de emergencia por inundaciones repentinas en Carolina del Norte y se ordenaron evacuaciones a lo largo del río Swannanoa debido a los niveles peligrosos del agua.

Del mismo modo, las poblaciones en potencial riesgo también tomaron medidas de precaución, protegiendo sus hogares y llenando sacos de arena para contener el agua. Sin embargo, a pesar de estos preparativos, la magnitud de la tormenta superó las expectativas, dejando una huella de destrucción a su paso.