Las ciudades inteligentes son aquellas que "apoyándose en la innovación, la tecnología y los procesos de digitalización, propician el progreso económico, social y empresarial". O por lo menos, así las define José de la Uz, presidente de la RECI (Red Española de Ciudades Inteligentes) y alcalde de Las Rozas, Madrid, desde 2015.
El objetivo último de estas smart cities es "un mayor bienestar y calidad de vida para los ciudadanos", lo que, dice, "se consigue a través de muchos factores", como puede ser la sostenibilidad o la eficiencia en el sentido más amplio de la palabra.
Por ello, indica, esta planificación y gestión urbanística "nos debe permitir tomar decisiones políticas públicas más acertadas gracias al uso de la información basada en datos". Es decir, poner en marcha medidas destinadas a una administración económica y medioambiental que cubran las necesidades "de la mejor manera posible".
Pero, ¿qué está fallando en nuestras ciudades?, o mejor dicho, ¿cómo podríamos hacerlas mejores? Para De la Uz el secreto está en "el desarrollo de nuevas tecnologías y la velocidad de desarrollo de las mismas", lo que nos ofrece "un enorme abanico de soluciones a implementar".
Sin embargo, dice, el problema se encuentra en que "en la actualidad acusamos una falta de estructuras organizativas, así como de recursos humanos en algunos casos, que nos permitan acceder con agilidad a la implantación de todas las posibilidades que nos ofrece la smart city". Eso mismo, señala, "es el principal reto al que nos enfrentamos desde el punto de vista de desarrollo de las ciudades inteligentes".
Ciudades inteligentes para todos
Para José de la Uz existen dos perspectivas. Por un lado, "la de estar en la corriente de la innovación actual y eso supone contar con equipos interdisciplinares, tecnologías no maduras, riesgo y complejidad que quizás una ciudad pequeña no pueda afrontar". Aunque, dice, "como la tecnología sigue avanzando, haciéndose en muchos casos fácil y sencilla de utilizar, todas las ciudades pueden implementar soluciones de este tipo a medio plazo".
En este contexto, destaca que "las propuestas más complejas o más 'en fase beta', pueden implementarse gracias a diferentes estrategias y, entre ellas, la fundamental quizás sea la colaboración entre diferentes entidades, como está demostrando la red colaborativa RECI".
Se trata de una unión en la que no solo se hace hincapié en la importancia de la "colaboración público-privada en proyectos concretos, sino también en las políticas generales del incentivo a la innovación o las herramientas como la Compra Pública de Innovación".
¿Dónde quedan los pueblos? De la Uz lo tiene claro y asegura que "el enorme abanico de soluciones propias o aplicables en las ciudades inteligentes, supone que sean aplicables a cualquier escala". Además, dice, "existen fuentes de financiación que permiten salvar esa dificultad".
Sin embargo, es consciente de que para ello es preciso "facilitar, precisamente mediante políticas activas y financiación, la implementación en pequeños pueblos y zonas rurales". Lo que, señala, "sin duda, en muchos casos, será una de las claves para su supervivencia y desarrollo".
El papel de la digitalización
Inteligencia artificial, 5G de alta velocidad o el conocido como internet de las cosas se entienden como los protagonistas de esta iniciativa. Pero, además, De la Uz indica que "cada vez hay más opciones que nos permiten diferentes posibilidades para nuestros proyectos".
Se trata de un avance que abre la posibilidad a ideas que, dice, "hace años eran impensables", ya que eran planes de muy baja latencia y gran cantidad de datos, "como puede ser los de coche conectado o autónomo". Pero no solo eso; también tenían un alto coste y eran difíciles de mantener.
Entre las tecnologías que han implementado se encuentra el conocido como 'gemelo digital' que, explica De la Uz, "es una representación virtual de un edificio, un barrio, un vertical de la ciudad o el municipio al completo". Por lo que, "cuanto más grande es el modelo, más compleja es su creación y más difícil sacar adelante el proyecto".
Aunque, matiza lo dicho: "Lógicamente, resulta más útil y nos permite contar con información más precisa, ya que podremos ver la interacción entre diferentes verticales". De este modo, se puede disponer de "información a tiempo real y actuar en los sensores y actuadores de una forma muy ágil".
Y destaca, "lo más importante es que el modelo nos permite hacer simulaciones y ver cómo se comporta el gemelo en diferentes casos, así como hacer predicciones afinadas que nos brinda la posibilidad de tomar las mejores decisiones para construir la mejor ciudad posible".
Sin embargo, la implementación de tecnologías también tiene su punto débil y ese son las ciberamenazas. Por ello, desde la Red Española de Ciudades Inteligentes han establecido una línea de trabajo destinada a la ciberseguridad para ayudar a las smart cities.
Sostenibilidad por bandera
La sostenibilidad es otro de los grandes pilares de este proyecto y así lo demuestra el grupo de trabajo 'Ciudad verde, sostenibilidad e infraestructuras' de la RECI, donde se puede ver, señala su presidente, "los trabajos que se están haciendo en energías renovables en las ciudades donde la implantación en las cubiertas municipales de energías renovables está siendo masiva".
Además, señala, se están "aprovechando sinergias de comunidades energéticas" para permitir el acceso a estas energías renovables a los ciudadanos. Aunque lo que ya está claro, indica, es que "los proyectos de digitalización y sensorización, en cierta medida, nos permiten tener eficiencia energética y reducción de emisiones y consumo".
Un hecho que se consigue, explica, gracias a la "información, mejor regulación de nuestros edificios e instalaciones y la ayuda de algoritmos e inteligencia artificial en algunos casos para determinar cómo todos los sistemas de climatización, iluminación, producción y confort pueden estar optimizados".
La ciudad ideal
Pese a que las ciudades inteligentes pueden ser vistas como un sueño por alcanzar, para José de la Uz "no existe una ciudad ideal concreta", sino que para cada una de ellas hay "un desarrollo diferente hacia el punto ideal que corresponde a esa ciudad". "Habrá muchas soluciones compartidas", asegura, "pero también otras particulares de cada municipio con base en su ubicación, su ecosistema empresarial, el perfil de sus vecinos, etc.".
Indica que, de haber un punto común para todas ellas, "es que el objetivo último debe ser la mayor calidad de vida posible para los ciudadanos". Porque, insiste, "la inmensa herramienta que supone la evolución hacia ciudades inteligentes solo tiene sentido si cumple el propósito de mejorar la vida de las personas que viven, trabajan y desarrollan su proyecto personal en ellas".
Por ello, señala, "es obligatorio, para quienes asumimos la responsabilidad de administrar estas ciudades y territorios, ser capaces de aprovechar las soluciones que el mercado pone a nuestra disposición, así como contribuir a impulsarlo para que cada vez haya más y mejores soluciones disponibles".