Parece mentira que, en la actualidad en la que vivimos, exista un lugar que no tenga cobertura móvil o que los coches no puedan acceder a él. Sin embargo, en el impresionante entorno de los Picos de Europa se esconde un pequeño pueblo que parece congelado en el tiempo.
En el concejo de Cabrales, Asturias, Bulnes es conocido no solo por su belleza natural, sino también por ser el pueblo más incomunicado de España. Sin acceso por carretera y rodeado de montañas escarpadas, llegar a este enclave requiere esfuerzo, pero la recompensa es una experiencia única y auténtica.
Bulnes es un destino que ofrece mucho más que paisajes de postal. Su inaccesibilidad, su conexión con la naturaleza y la autenticidad de su estilo de vida rural lo convierten en uno de los lugares más especiales de España.
Un rincón remoto
Bulnes se ha ganado su reputación como uno de los lugares más inaccesibles de la península ibérica. Este pequeño pueblo, de apenas 50 habitantes, no cuenta con ninguna carretera que lo conecte con el mundo exterior.
Hasta hace poco más de 20 años, la única manera de llegar a Bulnes era a pie, recorriendo un arduo sendero, de unos cuatro kilómetros y acentuado desnivel, que atraviesa la montaña por la Canal del Texu, es un desafío, pero también una oportunidad para disfrutar de la naturaleza virgen que rodea este remoto rincón.
Para quienes buscan una alternativa menos exigente, desde 2001 existe un funicular que conecta Bulnes con el cercano pueblo de Poncebos. Este medio de transporte, que atraviesa dos kilómetros de montaña en un trayecto de apenas siete minutos, salva un desnivel de 400 metros y facilita la llegada a este paraíso escondido.
A pesar de las polémicas que ha generado entre los habitantes locales, el funicular ha permitido que más personas puedan descubrir Bulnes sin necesidad de afrontar la caminata.
Un viaje al pasado
Una vez en Bulnes, parece que el tiempo se ha detenido. Las casas de piedra, los caminos de tierra y la atmósfera rural crean la sensación de estar en otro siglo. Este entorno inmaculado es ideal para realizar un "detox digital", donde el único contacto que necesitas es con la naturaleza.
El pueblo está dividido en dos zonas: Bulnes de Arriba, conocido también como el "Barrio del Castillo", y Bulnes de Abajo o "La Villa". Ambas aldeas mantienen su esencia tradicional, con un ambiente tranquilo y alejado del bullicio de la vida moderna.
La falta de cobertura móvil y la ausencia de carreteras convierten a Bulnes en un refugio perfecto para quienes buscan desconectar del mundo. Aquí no hay ruidos de coches ni señales de contaminación urbana; solo el susurro del viento, el murmullo del río Cares y el canto de los pájaros acompañan a todo aquel que viene aquí.
Rutas y aventuras
Tanto si eres un amante del senderismo como si simplemente buscas escapar del estrés de la vida cotidiana, Bulnes es un lugar que merece una visita. Aquí, la prisa y el ruido no tienen cabida, y el tiempo parece moverse al ritmo de la naturaleza.
Bulnes no solo es un destino atractivo por su aislamiento y tranquilidad, sino también por ser un punto de partida para numerosas rutas de senderismo. La más conocida es la que lleva al emblemático Pico Urriellu, también llamado Naranjo de Bulnes, una cumbre que atrae a montañeros de todo el mundo. Todo un reto, pero las vistas desde la cima recompensan el esfuerzo.
Otra opción es la famosa ruta del Cares, una de las sendas más espectaculares de los Picos de Europa. Aunque no pasa directamente por Bulnes, muchos viajeros combinan la visita al pueblo con esta impresionante caminata que serpentea entre desfiladeros y ríos cristalinos.
Sin embargo, para aquellos que prefieran algo más relajado, el simple paseo por los alrededores de Bulnes es suficiente para disfrutar de los paisajes de montaña y de la paz que se respira en el lugar.
El funicular de Bulnes
La construcción del funicular en 2001 marcó un antes y un después para el pueblo de Bulnes. Antes de su existencia, los habitantes y visitantes debían depender exclusivamente de la caminata por la empinada Canal del Texu para llegar a la aldea.
El funicular, que se inaugura todos los días con horarios específicos, ha hecho que Bulnes sea más accesible para los turistas, aunque la experiencia sigue siendo única por la sensación de aislamiento que ofrece el lugar.
El billete del funicular tiene un precio que puede considerarse elevado, sobre todo en comparación con otras atracciones de la región, pero el recorrido de siete minutos por el interior de la montaña justifica el coste para muchos.
No obstante, algunos visitantes prefieren hacer la subida a pie y utilizar el funicular solo para el descenso, disfrutando así de la experiencia completa.
Consejos para visitar Bulnes
Si planeas visitar Bulnes, es importante que te prepares adecuadamente. Si decides subir a pie, lleva calzado cómodo y adecuado para la montaña, ya que la ruta puede ser exigente, especialmente en invierno, cuando el terreno puede volverse resbaladizo por las nevadas.
En cualquier época del año, es recomendable llevar agua y algo de comida, ya que el número de servicios en el pueblo es limitado.
Para quienes prefieren el funicular, es aconsejable llegar con tiempo, sobre todo en temporada alta, cuando las filas para acceder al transporte pueden ser largas. Además, no olvides revisar los horarios, ya que el último viaje de regreso a Poncebos varía según la temporada y suele finalizar temprano.