Cuando hablamos de mascotas, los perros ocupan un hueco especial en millones de familias y hogares individuales. Su popularidad como animal de compañía ha ido incrementándose paulatinamente con el paso de los años, especialmente en España. En 2022, la población canina de este tipo en el país era ya de aproximadamente 9,3 millones. Este año, se calcula que aproximadamente el 71,4% de los españoles tienen uno.

Hay una afirmación que lleva confirmándolo durante años, y es que el perro es el mejor amigo del hombre. Una valoración que, además de basarse en la compañía que estos ofrecen, también se apoya en el comportamiento del animal, que se asemeja cada vez más al de los humanos.

Las semejanzas que tenemos con los perros son inimaginables, no solo sentimos la lealtad y el amor en niveles muy elevados, sino que podemos encontrar genes de riesgo asociados a una enfermedad en las mismas etapas de envejecimiento de ambos. Ellos padecen muchas de las patologías que nosotros también padecemos, como el cáncer. Tenemos rutinas parecidas y, en la mayoría de los casos, compartimos el mismo ambiente y llevamos un estilo de vida muy similar.

A pesar de todas las semejanzas, hay una diferencia que además de ser indispensable, es la que más tiende a preocuparnos: la esperanza de vida. La longevidad estimada de un perro doméstico medio oscila entre los 10 y los 13,7 años, con variaciones según las poblaciones analizadas, por ejemplo, el país donde viven o la raza. Además de los cuidados y el estilo de vida.

No obstante, en 2023 la esperanza de vida en España subió hasta llegar a 84 años en hombres y hasta los 86 en mujeres. Esto significa que mientras que nosotros podemos llegar hasta un siglo de edad, nuestras mascotas es muy difícil que lleguen a sus 20. O por lo menos, en la sociedad moderna que conocemos hasta ahora.

¿Un futuro con perros 'centenarios'?

Aunque parezca algo imposible, la ciencia parece estar un paso más cerca de conseguir que nuestras mascotas se acerquen a nuestra esperanza de vida. The Dog Aging Project es un novedoso proyecto que investiga los aspectos cognitivos y físicos del envejecimiento en unos 50.000 perros y está llevando a cabo un ensayo clínico para probar un fármaco que pueda aumentar su longevidad.

Lo cierto es que aunque los laboratorios de longevidad están repletos de roedores y otros animales pequeños, "los perros son probablemente el modelo más poderoso para estudiar la biología del envejecimiento", explica el codirector del proyecto Matt Kaeberlein, un ex geólogo de la UW que ahora es el director ejecutivo de la empresa de biotecnología Optispan, con sede en Seattle.

El perro doméstico se encuentra entre las especies de mamíferos más variables en términos de morfología, comportamiento, riesgo de enfermedades relacionadas con la edad y esperanza de vida.

Dado que estos animales comparten el entorno humano y tienen un sistema de atención sanitaria sofisticado, pero viven mucho menos que las personas, ofrecen una oportunidad única para identificar los factores genéticos, ambientales y de estilo de vida asociados con una vida saludable y, sobre todo, longeva.

Imagen de un perro. Istock.

Para conseguir entender la salud y vida de los canes, el Dog Aging Project recopila datos de encuestas exhaustivas, información medioambiental, registros médicos veterinarios electrónicos, información de secuencias de todo el genoma, clinicopatología y fenotipos moleculares derivados de células sanguíneas, plasma y muestras fecales de todos los perros cuyos dueños ofrecen como voluntarios.

Los directores de este proyecto son los doctores, Dr. Daniel Promislow, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington y el Dr. Matt Kaeberlein, biólogo y bio-gerontólogo (estudioso de la ciencia de la vejez), profesor de Patología de la Universidad de Washington en Seattle.

Su objetivo es entender cómo los genes, el estilo de vida y el ambiente influyen en el envejecimiento de los perros. Con la información recabada, los científicos tienen en mente ayudar a las mascotas a alargar su vida previniendo enfermedades, así como entendiendo y mejorando su estilo de vida.

Gracias a décadas de investigación veterinaria, los científicos saben más sobre cómo cambia la salud con el tiempo en los perros que en los roedores. Y a diferencia de los ratones que viven en laboratorios, los perros están expuestos a los mismos entornos que nosotros y desarrollan muchas de las mismas dolencias relacionadas con la edad, incluidas las enfermedades cardíacas y la demencia.

El Dog Aging Project comenzó en 2014, pero la investigación no comenzó en serio hasta 2018. Hasta ahora, los científicos han secuenciado los genomas de 1000 perros y almacenado 14.000 muestras de tejido. Los estudios publicados han rastreado el deterioro cognitivo de los perros, medido su susceptibilidad a los tumores e investigado cómo sus horarios de alimentación afectaron su salud, entre otros temas.

Un fármaco 'eterno'

Además de entender su comportamiento y estilo de vida, el proyecto busca probar si el fármaco rapamicina, que prolonga la vida en roedores, también ayuda a los perros a vivir más.

Bautizada así por el nombre nativo de la isla Rapa Nui, o Isla de Pascua (Chile), lugar de donde proviene geográficamente. La rapamicina es una de las moléculas más interesantes que existen. Es una molécula excepcional, inhibe el crecimiento de algunos tumores, combate hongos y evita el rechazo de órganos trasplantados. Además, se ha demostrado que en dosis bajas incrementa la vida y la salud.

Hace una década, científicos de EE. UU. administraron rapamicina a ratones y vivieron el equivalente a 10 años humanos más. Se comprobó que envejecieron con buena salud, con una menor incidencia de trastornos cardiovasculares y deterioro de la memoria. 

Sin embargo, y aunque fuese posible, la existencia del fármaco y su consumo en perros todavía está estudiándose, así como su accesibilidad para dueños. No obstante, desde The Dog Aging Project, sugieren a los dueños de los perros uno de los mayores secretos para su longevidad: una dieta saludable que le permita mantener un buen estado físico, hacer ejercicio con ellos, salir a andar, correr y que se mantengan activos.