Parece que cada vez es menos habitual, pero los muebles se heredan y se reciclan. Las buenas cómodas, arcones, mesas largas de comedor o pequeñas butacas para leer pasan de generación en generación y, como todo, se deterioran. Crían polillas, el sol desconcha la pintura o cogen humedad. Es entonces cuando tienen que pasar por el taller. A eso se dedica Helena Schneider, restauradora de muebles 'con historia' en Málaga, en su Vitamina Workroom.
Actualmente, está trabajando con un mueble alemán de principios del siglo XX que ha sobrevivido a las dos guerras mundiales. "Es una cómoda de tres cajones de chapa de Nogal, con algunas faltas en la parte superior debido a la humedad y el paso de los años", cuenta Schneider.
Están haciendo una limpieza total de su barniz original, la consolidación de la chapa existente que esté en buen estado y reponer la que no. Luego le darán un lijado y un rebarnizado 'a muñequilla', con una almohadilla para un reparto uniforme, para que las piezas nuevas se noten lo menos posible.
La clave de la economía circular es la reparación. A principios de año, la UE aprobó la directiva sobre el derecho a reparar, y eso se aplica a todo, no solo a los electrodomésticos, como se puede pensar, también al mobiliario. Schneider cuenta que "cuando restauramos un mueble, no solo estamos devolviéndole su funcionalidad o belleza, sino también preservando su carga emocional y los recuerdos asociados a él".
Reparar para reusar
Es lo que intenta transmitir en su taller, donde enseña a más de 60 alumnos. Antes se valoraba sobre todo la durabilidad, porque lo que se hacía era para toda la vida, hasta el punto de dejarlos en herencia. Y ahí se buscaban buenos materiales con los que se pudiera trabajar
La madera se puede dividir en dos grandes categorías: duras y blandas. Unas, como las coníferas, tardan entre 5 y 20 años en crecer, mientras que otras nobles pueden tardan entre 30 y 50, la diferencia es clara.
Un metro cúbico de nogal puede costar hasta 5.000 euros. Por eso, en su taller intentan darles espacio a una segunda vida. Schneider cree que "restaurar los muebles es una forma de sostenibilidad". Para ella es dar: "Una respuesta al consumo rápido y la producción en masa".
Los muebles también se adaptan a los nuevos tiempos, y las necesidades no son las mismas tampoco para ellos. Lo que fue una silla descalzadora, pasa a ser de lectura, y lo que era una sólida cajonera, ahora es un mueble para la televisión. Así, en sus clases enseña a los alumnos a restaurar y conservar sus muebles de buena calidad para seguir utilizándolos.
De lo emocional a la utilidad
La idea de reparar para reusar se puede llevar de la carga emocional de una vidriera de caoba a la funcionalidad de una silla giratoria de oficina. De hecho, cada vez que se monta una oficina, o se reinventa un espacio de trabajo, hay muchos enseres que se pueden aprovechar y no acabar en el vertedero.
Ahí, Paco Montiel vio una oportunidad de negocio hace más de 30 años. Él tenía una empresa de venta de mobiliario nuevo de oficina y entendió que, muchas veces, los clientes con los que trabajaba se veían en el problema de qué hacer con el mobiliario viejo.
De ahí salió la idea de Reoffice. José Miguel Cegarra, CEO de Muebles Montiel, cuenta que tienen una alta tasa de recuperación de los muebles que recogen, por lo menos, del 90%. Cada silla de oficina, escritorio o mesa de trabajo tiene mucha ciencia detrás: "Siempre respetamos el estudio ergonómico que hay detrás de cada mobiliario", asegura.
Los espacios de trabajo tienen que cumplir unos mínimos, como una buena orientación, que haya abundante luz y una zona donde corra el aire y se renueve. También las empresas le dan más importancia a esos sitios 'informales' en los que los trabajadores puedan destensar la rigidez del trabajo.
Los nuevos espacios de trabajo
La pandemia supuso un antes y un después en los espacios de oficina. Los horarios se hicieron mixtos entre casa y oficina para mejorar la conciliación del trabajo y la vida personal, los espacios de coworking se han hecho más populares, y en muchas oficinas, los puestos de trabajo han pasado a ser 'sitos calientes', que se alternan con otros compañeros.
Mucha gente que teletrabaja desde casa necesita las comodidades que da la oficina. Elementos como las pantallas, sillas o mesas son importantes para la comodidad del trabajador, y ahí el material de ocasión juega un papel clave. Como dice Cegarra, las cosas que se reparan son de buena calidad porque si no, al comerciante no le saldría rentable.
No es un porceso sencilla. Una silla se desmonta de arriba abajo, se arreglan los mecanismos, se cambian las partes móviles que se necesite y se vuelve a pintar. "Todo eso supone un ahorro del 70% para el comprador con respecto al precio original del material de primeras marcas", indica Cegarra.
En cierto modo, esa es la clave del consumo responsable, porque reduce el uso de materias primas, se ahorra el consumo de energía y reduce la huella de carbono. El resto de piezas que no se pueden reparar van a plantas de reciclaje acreditadas. La economía circular de los muebles va desde la casa a la oficina.