Desde hace años, una nueva preocupación acecha a los amantes de la pesca y bañistas, además de para los propios biólogos y expertos. La presencia de una de las especies acuáticas más sorprendentes y grandes del mundo ha puesto en alerta, concretamente, a los asiduos del embalse de Santa Teresa, en Salamanca.
Se trata de los siluros (Silurus glanis), una especie invasiva cuya población se ha multiplicado en los últimos años debido a la falta de depredadores naturales. Su impacto en los ecosistemas locales es muy considerable, además de representar un riesgo tanto para la fauna autóctona como para la población.
El siluro es uno de los peces de agua dulce más grandes del mundo, ya que puede alcanzar hasta los tres metros de longitud y pesar más de 100 kilogramos. Aunque su dieta principal consiste en peces, anfibios y aves acuáticas, se han documentado casos en los que estos depredadores han atacado a animales más grandes, como perros pequeños de razas pequeñas.
La expansión de una especie invasora
La presencia de siluros en los ríos de España no se trata de un fenómeno natural, sino el resultado de su introducción deliberada, ya sea por motivos recreativos o, en algunos casos, por accidente. Una vez introducidos en un ecosistema, estos peces encuentran pocas barreras para su expansión, ya que carecen de depredadores naturales en la mayoría de las aguas españolas en la que habita.
El caso más reciente, ocurrido en el embalse salmantino de Santa Teresa, ha encendido las alarmas. En este enclave, un pescador local capturó un siluro de 74 centímetros, un hallazgo que sorprendió a biólogos y locales, ya que hasta entonces se desconocía la presencia de esta especie en la zona, tradicionalmente utilizada para el baño y la pesca.
Los siluros son depredadores voraces que pueden alterar significativamente los ecosistemas acuáticos. Su dieta variada y su capacidad para consumir grandes cantidades de alimento los convierten en una amenaza para las especies autóctonas, como barbos, carpas y otras formas de vida acuática que forman parte del equilibrio natural de los ríos españoles.
Además, al no tener depredadores directos en estos entornos, estos pueden reproducirse rápidamente, desplazando a las especies locales y provocando un desequilibrio ecológico que afecta a toda la cadena alimentaria. Esto no solo pone en riesgo la biodiversidad, sino que también puede tener consecuencias económicas para las zonas que dependen de la pesca recreativa o comercial.
Riesgos para los humanos
Más allá del impacto ambiental, la presencia de siluros en zonas de baño también presenta un riesgo para las personas. Aunque los ataques a humanos son extremadamente raros, la posibilidad de que un siluro grande ataque a un animal doméstico, como un perro, es suficiente para causar preocupación.
En el río Tiétar, Cáceres, en 2018, un siluro devoró a un fox terrier, caso que ha aumentado el temor entre los bañistas y dueños de mascotas de esta zona de Salamanca. Aunque este tipo de incidentes son muy aislados, destacan el potencial peligro que estos peces pueden representar en áreas donde coexisten con humanos.
Se trata de un problema complejo que requiere una acción coordinada y consciente por parte de las autoridades y la sociedad en general. Estos peces, aunque fascinantes por su tamaño y voracidad, representan una amenaza real para los ecosistemas locales y, en algunos casos, para la seguridad de los que frecuentan estos ríos.