En qué piensa cuando imagina la tecnología. ¿Ordenadores, quizás? ¿Móviles? ¿Coches inteligentes? La tecnología es mucho más que todo eso. Qué pensaría si le digo que es capaz de detectar incendios casi antes de que ocurran y avisar a emergencias. O que tiene la capacidad de establecer un 'código' para determinar en qué lugares el turismo está afectando a la extinción del águila perdicera en España a partir de sus patrones de reproducción. Una locura, ¿no?
Seguro que le suena la icónica frase "el perro es el mejor amigo del hombre". Bueno, ahora ha cogido otro rumbo y parece que es la tecnología quien ha tomado ese relevo, sobre todo, cuando se trata de cuidar y proteger a la biodiversidad y a todas las especies que la conforman.
Ejemplo de ello es el innovador proyecto que se está llevando a cabo en el Parque Nacional de Neusiedler See-Seewinkel, situado entre Austria y Hungría. Allí, gracias a la iniciativa Tech4All impulsada por la compañía china Huawei, conocer la ruta migratoria de las aves a la perfección ya es posible.
"La tecnología y la IA es prevención, no está aquí para sustituir a los científicos, sino para complementarles", aseguraba Kiriaki Spyrou Michael, directora ejecutiva de Terra Cypria, durante una visita organizada por Huawei. "Lo importante es cómo la usamos y cómo tratamos con ella. Está hecha por humanos, para trabajar con ellos y para ayudarles", continúa.
Además, señalaba Harald Grabenhofer, jefe del departamento de monitoreo, investigación y ciencia ciudadana del Parque Nacional Neusiedler See-Seewinkel, en el mismo evento: "Nos puede ayudar mucho a conseguir datos. Puede ser una herramienta clave para involucrar a las personas en la conservación".
Por eso, indicaba Spyrou Michael: "Tenemos que acelerar el interés de las compañías porque es para el bien común". Y eso es lo que ha hecho Huawei, impulsando iniciativas alrededor del mundo, donde lo importante no es la rentabilidad, sino aportar su granito de arena en las comunidades menos atendidas.
Recolectar información
Este proyecto, llevado a cabo por la gigante tecnológica de la mano de la Universidad de Viena, tiene por objetivo conocer a la perfección los movimientos de las aves durante su ruta migratoria entre Finlandia y Sudáfrica. De este modo, como explica Arno Cimadon, investigador del parque especializado en ornitología y conservación, estos animales "comienzan a pensar que este es el mejor hábitat".
¿Cómo es posible tal monitoreo? Lo hacen, explica Cimadon, a través de un seguimiento acústico en donde, con un sistema que denominan the guardian (el guardián) pueden obtener archivos de sonido que, cada 24 horas, se cargan a través de una red móvil, se suben a la nube y se analizan.
Sin embargo, confiesa, pese a que "el sistema es perfecto" en ocasiones es complicado obtener buenas grabaciones porque "con las condiciones locales", donde los vientos son muy fuertes, "es difícil captar todo el sonido". Además, como funcionan a través de energía solar, ya se han apagado más de una vez fruto de "tormentas o temporadas de nieve".
Lo que, sumado a que "son bastante pesados", hace que no sea posible disponer de cientos de ellos a lo largo del cañaveral. Motivo por el que desde Huawei también les han suministrado unos dispositivos que llaman offline (desconectado, en castellano).
"Tenemos aquí [en el aparato offline] todo el material técnico: un micrófono pequeñito, una tarjeta de memoria donde se almacenan todos los archivos y una de batería grande para que puedas ponerlos fuera, según la configuración", indica Cimadon.
En su caso, señala: "Podemos dejarlos hasta tres o cuatro meses en el campo. Luego recopilas y descargas los datos, los subes a la nube y, a continuación, empiezas a analizarlos".
Pero deja claro que estos dispositivos de menos tamaño no sustituyen a los otros, porque "hay circunstancias en las que es importante tener esa información lo antes posible" y es ahí donde estos artilugios "son realmente buenos". En total, cuentan con dos 'guardianes' y 56 de los offline, aunque, dice, "al principio tuvimos 70, pero cada temporada se nos pierde alguno por la lluvia, la humedad, el sol intenso o el frío".
Monitoreo e investigación
El programa pone el foco en el período de producción de las aves. Durante ese tiempo —cuatro meses—, recolectan información y, pasada aquella época, explica Cimadon, "cambiamos a una actividad un poco menos intensiva de solo 20 dispositivos que también se revisan de forma cuatrimestral".
En general, cuenta, "se ven machos", lo que "significa que tienen un territorio donde quieren criar". Porque, dice, "ellos irán a donde estén los mejores lugares y, por primera vez, comienzan a pensar que este es el mejor hábitat". Y es que, señala, donde en otros ecosistemas "hay tal vez dos o tres especies, aquí tenemos contabilizadas más de 60".
¿El secreto? Un paraje de lo más diverso repleto de juncos y, añade Cimadon, "zonas de aguas abiertas como si fueran parches que permiten a las diferentes especies tener una zona u otra". Es decir, áreas húmedas y secas casi 'a gusto del pequeño consumidor volador'.
La sensibilidad de recepción de los aparatos, cuenta, "depende de qué tan fuerte sea el sonido que se desee detectar y, por supuesto, de la especie". Y lo explica: "Tenemos algunas aves que tienen una voz muy fuerte, con un canto muy alto y las puedes localizar hasta unos cientos de metros. Luego tienes otras, como la carruca pequeña, que son un poco más silenciosas y tal vez solo se pueden captar a unos pocos metros".
De este modo, dice: "Cuando estoy en el laboratorio puedo identificar a la especie de ave, la distancia y otra cantidad de cosas". A partir de ahí, Cimadon empieza a obtener "datos de referencia de cuántos individuos diferentes están presentes en la misma temporada y qué tan lejos". Y aunque señala que "con más dispositivos podrían investigar diferentes direcciones", asegura que "por ahora, esto es muy bueno".
Además, este seguimiento les permite identificar "la energía de su cantar" o "la alegría cuando hace mucho viento". Todo ello, a través de "más de dos millones de archivos" que surgen de la grabación de un minuto de cada diez. Aunque, asegura, "siempre hay que calcular cierta pérdida de datos", pero, matiza, "si pierdes uno o dos días por culpa del viento, no importa".