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Las empresas del IBEX35 necesitan mejorar su huella de carbono. Solo se centran en la parte más superficial y "vendible" cara al público de esta, y sigue habiendo una mayoría que 'suspende' tanto en su gestión como en transparencia, sobre todo entre las energéticas y la gran industria. 

Pero, sorprendentemente, lo están haciendo mejor que la mayoría de las universidades españolas, más descuidadas y sobre todo más opacas. Un poco peor las privadas que las públicas, pero todas mal, tanto que solo 'aprueba', en toda España, la Universidad de Córdoba. Y mejor que cualquiera de estas o que las grandes compañías lo están haciendo ahora mismo de media las pymes, a pesar de tener menos recursos.

Son los resultados que recoge el Observatorio de Acción Climática (OAC), una asociación sin ánimo de lucro creada en 2022 y que integra a algo más de 50 científicos y divulgadores de toda España, relacionados con diferentes áreas de la sostenibilidad y la transición energética.

Desde su fundación llevan elaborados tres informes, dos dedicados a las grandes empresas españolas y uno a las universidades, y preparan actualmente, además de actualizar estos, otros sobre las pymes de nuestro país, las entidades públicas, grandes empresas de otros países y las siete ciudades españolas que se han comprometido a ser climáticamente neutras.

"Por desgracia, la sostenibilidad se ha convertido en muchos casos en una estrategia de marketing". Responden a las preguntas de ENCLAVE ODS Sergio Álvarez, profesor en la Universidad Politécnica de Madrid; Yajaira Martínez, doctoranda, MBA y Máster en Estrategias y Tecnologías para el Desarrollo, y Carlos Morillas, doctorando e ingeniero de la Energía, que explican en este uso publicitario de la huella de carbono la existencia del OAC. "Muchos de los trabajos contratan a consultoras que reciben presiones para arrojar resultados de bajo impacto. Todos quieren reducir sus emisiones y ser climáticamente neutros, pero las trampas para lograr esto están a la orden del día".

El método empleado por el OAC es conocido como Carbon Integrity Index (CIX), es una metodología para evaluar la calidad de la acción climática de instituciones o empresas. Se trata de un indicador diseñado por expertos del Equipo Huella de Carbono de la Universidad Politécnica de Madrid. 

Su principal limitación es que evalúa a través la información pública disponible de huella de carbono por medio del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, así que en parte es también un test de transparencia. De ahí que vaya a pasar a las ciudades con objetivos de ese estilo, en principio más dispuestas a compartir sus datos.

Entre las grandes empresas españolas, entre 2022 y 2023, destacan los buenos datos de algunas como Bankinter (8,2), Inmobiliaria Colonial (7,8) o Red Eléctrica, pero también el sonoro suspenso de Repsol (2,8). Hay que aclarar que para 'suspender' en alguna de las variables que analiza el informe hace falta no aportar información sobre la misma, ese es el cero. También, por ejemplo, si la empresa asegura que compra parte o toda su energía a una operadora renovable, aportando una cantidad concreta, pero no se incluye la garantía de origen de la misma, se considera aprobado raspado. 

Álvarez, Martínez y Morillas indican que "en la mayoría de ocasiones, cuando se calcula la huella de carbono, se deja fuera del análisis una gran parte de las emisiones. Las empresas se centran en cumplir los requisitos mínimos. Es decir, solo calculan las emisiones asociadas a la quema de combustibles fósiles bajo su control y, como mucho, contratar un proveedor de energía renovable. Esto pasa en el 88% de los casos". 

No es que sea un mal dato, es que "la huella de carbono es mucho más. Es necesario considerar las emisiones indirectas que se producen tanto 'aguas arriba' como 'aguas abajo de la actividad' de la organización. Es decir, por el consumo de materiales, gases refrigerantes, servicios, residuos, movilidad del personal, clientes...", añaden. En este sentido, los informes OAC dan 'mala nota' cuando, por ejemplo, una empresa de construcción cuantifica las emisiones asociadas a la compra de acero, pero no a las de madera.

Por eso, resulta "sorprendente" que de las más de 20 universidades estudiadas por la OAC, públicas o privadas, en muchas de las cuales trabajan algunos de sus investigadores, solo pasase del 5, con un 5,8, la Universidad de Córdoba. "Las universidades públicas lo hacen mejor que las universidades privadas, pero las empresas del IBEX35 tienen mejores resultados que cualquier universidad", aclaran. 

Aunque el mérito de verdad es para "las 213 pymes en España lo hacen mejor que el 96% de las universidades. Algunas de estas pymes superan la calificación de empresas del IBEX35, aunque estas tienen presupuestos muy amplios para trabajar en esta área". Los investigadores creen que este dato demuestra que "sacar una buena o mala calificación en huella de carbono no tiene relación con el presupuesto destinado, sino con la voluntad por querer ser transparente y trabajar con rigor". 

Para avanzar en este aspecto, desde OAC piden "que sea una cuestión legal. Es tan sencillo como avanzar en requisitos cada vez más exigentes". Sin embargo, para llegar a este escenario, "es clave promocionar entidades independientes que hagan evaluaciones rigurosas de la información pública disponible. Solo a través de esta auditoría pública podemos ver los esfuerzos de las entidades verdaderamente comprometidas con una acción climática con sentido".

Y aclaran que "no se trata tanto de premiar cuando reducen sus emisiones, lo más importante que debemos premiar es su transparencia y compromiso con una información rigurosa. El primer paso antes de avanzar en la reducción, es reflejar con honestidad la realidad de las emisiones de carbono".