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En España, el 80% de las viviendas fueron construidas antes de que las normativas eléctricas más recientes entraran en vigor. Esto se ha traducido en el incumplimiento de muchas de las medidas establecidas entonces con el objetivo de parar, o por lo menos reducir, el impacto medioambiental de los hogares. 

Frente a esta realidad, las miradas se centran en tratar de alcanzar las cero emisiones de carbono en las viviendas para 2050. Para lograrlo, el informe de 2024 del Observatorio de la Rehabilitación Eléctrica de la Vivienda en España (OREVE) destaca que el camino hacia un parque residencial sostenible y electrificado está repleto de obstáculos, pero también de grandes oportunidades. 

Pero, ¿estamos listos para actualizar las instalaciones eléctricas, reducir el uso de combustibles fósiles y transformar la forma en que vivimos? Por el momento, aunque hay medidas en marcha, existen ciertas incógnitas sobre si realmente se tiene la capacidad, los medios y la financiación necesaria, pero sí podemos asegurar algún que otro dato.

El sector residencial español, responsable de aproximadamente el 40% del consumo energético doméstico basado en fuentes fósiles, es el tercer emisor de gases de efecto invernadero del país. Hoy, la calefacción, los electrodomésticos, la iluminación y el agua caliente sanitaria dominan el consumo de energía en el hogar. 

La electricidad es la principal fuente en este ámbito, seguida de cerca por el gas natural y el gasóleo, que aún sustentan muchos de los sistemas de calefacción y cocinas en miles de viviendas. Así, con la vista puesta en una transición energética, el reporte describe un escenario en el que "la instalación eléctrica se convierte en la columna vertebral del cambio". 

El reto de la transición

Para entender la magnitud del reto es preciso observar los datos: el 80% del parque residencial español es anterior al Reglamento Electrónico de Baja Tensión de 2002. Esto significa que más de 20 millones de viviendas podrían tener una instalación eléctrica anticuada, incapaz de soportar las demandas para una transición completa. 

Este mismo retraso también supone un riesgo de regularidad. De hecho, desde la Fundación Mapfre advierten que el 30% de las muertes por incendios en el hogar en España están vinculadas al mal estado de las instalaciones eléctricas. 

El proceso de rehabilitación, además, sigue un ritmo muy lento. La tasa anual es de apenas un 0,1%, una cifra que se aleja del objetivo establecido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Actualmente, la meta para 2030 es rehabilitar 300.000 viviendas al año, lo que supondría multiplicar las intervenciones anuales en más de un 1.000%. 

Soluciones tecnológicas

Para lograr esta reducción en las emisiones de carbono, el informe aboga por integrar tecnologías de alta eficiencia y sistemas de generación de energía renovable en el hogar. Una de las más destacadas es el autoconsumo fotovoltaico, que permite a las viviendas generar su propia electricidad y reducir la dependencia de la red. 

Las bombas de calor, que aprovechan energía térmica para calefacción y agua caliente, son otra solución clave, especialmente en regiones con inviernos suaves. Además, la instalación de baterías domésticas cobra cada vez mayor importancia en el modelo de autoconsumo, ya que permiten el almacenamiento de energía generada durante el día para utilizarla en horas de baja radiación solar. 

También se destaca el rol de las comunidades energéticas, que permiten compartir recursos entre vecinos, disminuyendo costos y facilitando la adopción de tecnologías limpias. Estas comunidades son, para quien no las conozca, "paneles solares que se instalan en áreas comunes [...] y la energía se distribuye entre los miembros" de la misma, bien sean hogares, negocios o instituciones. 

Hoja de ruta

Pese a la buena intención por parte de la sociedad civil, el camino hacia la descarbonización residencial requiere mucho más que buena voluntad. Por eso, desde OREVE proponen una hoja de ruta que destaca la necesidad de actuar en varias áreas al mismo tiempo. 

En primer lugar, se necesita incrementar masivamente la tasa de rehabilitación, fomentando la inversión en mejoras eléctricas y estructurales que permitan que las viviendas soporten el cambio hacia energías renovables. En segundo lugar, las administraciones deben destinar recursos a concienciar a los propietarios y hacer visibles los beneficios de la transición energética. 

Del mismo modo, el informe recalca la necesidad de apoyar a los propietarios para que actualicen sus instalaciones, algo que suele percibirse como innecesario hasta que se comprende lo positivo de la innovación. De hecho, según el estudio, el 60% de los propietarios que conocían las ventajas de la transición, priorizaron la actualización de sus instalaciones. 

Y es que tan solo el 12,1% de la ciudadanía reconoce afirmar el concepto de transición energética en la vivienda, frente a un 16,2% de personas a quienes "les suena, pero no saben con qué exactitud ni cuál es su alcance", y un 71,1% de propietarios que desconocen el término.