El mundo amanecía el 6 noviembre con una noticia que, para muchos —o muchas, más bien— supone años de retrocesos en las luchas por los derechos civiles, los de las mujeres o, incluso, por el medioambiente. Donald Trump será, a partir del próximo enero, el nuevo presidente de los Estados Unidos de América.
Los resultados de estas elecciones presidenciales estadounidenses llegan apenas seis días antes de que dé comienzo la 29ª Conferencia de las Partes (COP) sobre cambio climático de Naciones Unidas. La cumbre del clima de Bakú (Azerbaiyán) se celebra en un año encaminado a ser el más caluroso y, ahora, lo hará además con la sombra del cambio de morador de la Casa Blanca sobre ella.
Y es que la agenda climática de Donald Trump es, cuanto menos, controvertida. Algunos de los puntos que ha ido señalando en los meses de campaña hablan de revocar las normativas sobre eficiencia energética en los hogares. O dar marcha atrás a los planes para construir plantas de energía eólica offshore. O retirar las subvenciones a los vehículos eléctricos, o auparlas para las energías fósiles. Y un largo etcétera.
Eso es lo que, según lo que ha venido anunciando en sus últimos mítines, ocurrirá en Estados Unidos con su regreso al despacho oval. Lleva ya causando pequeños 'terremotos climáticos' desde que fue elegido candidato del Partido Republicano. El motivo: su declaración de intenciones, que no es otra que desmantelar —entre otras— las políticas medioambientales de la Administración Biden.
El 'efecto Trump'
Uno de los responsables de la planificación de esta COP29 reconocía este verano en la revista Rolling Stone y Capital & Main que el regreso de Trump "da miedo" en lo que al devenir de la cumbre del clima se refiere. Y es que quienes llevan siguiendo estas citas de Naciones Unidas en la última década aún recuerdan el efecto devastador que tuvo la llegada a la presidencia del magnate estadounidense en 2017.
Ya por aquel entonces desmanteló las políticas que su predecesor, Barack Obama, había puesto en marcha. Incluso abandonó, formalmente, el Acuerdo de París que se había firmado en 2015.
El "efecto Trump", dice el mismo delegado de la COP29 al medio estadounidense, "domina" todas las conversaciones y negociaciones que calientan los motores de la cumbre. Pues las decisiones que tome el nuevo presidente de EEUU marcarán el rumbo de la agenda global climática de los próximos años. Especialmente, como ya sucedió durante el primer mandato de Trump, para sus aliados más escépticos.
El delicado equilibrio en el que se producen las conversaciones climáticas de las COP puede verse perturbado si los países que más han contribuido al calentamiento global no cumplen con el ejemplo.
Eso sí, como indica Ricardo Martínez, investigador sénior del think tank barcelonés CIDOB, en un artículo de reciente publicación, la encrucijada actual podría verse también como una oportunidad. "Si Estados Unidos se retirara nuevamente de la acción climática internacional, la Unión Europea podría asumir el rol de liderazgo global, en cooperación con China", escribe.
¿'Make America Great (Again)'?
Estos son algunas de las medidas que, se prevé, Trump tomará al llegar a la Casa Blanca, respecto a la agenda climática estadounidense:
Cambios en la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Esta entidad sería una de las primeras afectadas —como ya lo fue en su primer mandato— por, como dice Trump, las decisiones "basadas en ciencia cuestionable" que ha tomado.
Esto, en concreto, lo dice haciendo referencia a las normativas relativas a las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero o a la calidad del aire. Todas ellas llevadas a cabo bajo el paraguas del consenso científico de que la crisis climática es real y se ha visto acelerado por la mano del ser humano.
"Desmantelar" la Administración Biden. El republicano ha asegurado que dará marcha atrás a la Ley de Reducción de la Inflación y a todas las normativas destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria y los vehículos.
Más petróleo. El que será presumiblemente presidente de Estados Unidos en 2025 pretende que el Departamento del Interior aumente la explotación de petróleo y gas en suelo público. También busca que la Comisión Federal de Regulación de la Energía priorice los proyectos de combustibles fósiles e ignore su impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero en los proyectos relativos a gasoductos e instalaciones de exportación de gas natural licuado.
'Bye, bye' cambio climático
Hacer desaparecer el cambio climático de la agenda, tras negarlo, minimizarlo y ridiculizarlo en sus mítines, parece un paso lógico para la nueva Administración Trump. Pero de lo que no se habla, aunque parezca que no exista, no desaparece por arte de magia.
El consenso mundial, basado en la evidencia científica contundente recogida durante todo el siglo XX, demuestra que el cambio climático y el calentamiento global son reales. Y que, para más inri, se han visto acelerados por la intervención humana.
La página especializada en crisis climática Carbon Brief se ha puesto manos a la obra para medir las consecuencias reales —dato en mano— del regreso de Trump a la Casa Blanca. Y los resultados hablan por sí solos.
"Una victoria de Donald Trump en las elecciones supondría unas emisiones de dióxido de carbono equivalente (CO₂eq) extra de 4.000 millones de toneladas en Estados Unidos, en comparación con los planes de Joe Biden", aseguran en un estudio. Esto, advierten, causaría daños climáticos globales de más de 900.000 millones de dólares.
Estos 4.000 millones de CO₂eq equivalen a las emisiones anuales combinadas de la Unión Europea y Japón, o las de los 140 países menos emisores del mundo. Es decir, el regreso de Trump a la Casa Blanca —de cumplir sus promesas anticlimáticas—se traducirá, en 2030, en que solo Estados Unidos ya habría contrarrestado todos los efectos positivos del resto del planeta.
Es más, según Carbon Brief, su contrapartida negativa "duplicaría todo lo ahorrado a nivel global por el despliegue de energías limpias, como la solar o la eólica, en el último lustro". Pero no solo eso, ahora "es muy probable que Estados Unidos también incumpla su compromiso climático global por un amplio margen".
El objetivo actual del país, en virtud de Acuerdo de París, sería reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50-52% para 2030. Con el republicano, se prevé que, como mucho, se llegue al 28% —y eso si no desmantela todos los proyectos que ya se han iniciado—.
Eso sí, los escenarios dibujados por Carbon Brief no incluyen un aumento de la explotación y consumo de combustibles fósiles, sino que mantiene los niveles actuales. Sin embargo, los expertos vaticinan un segundo mandato "incluso más extremo para el medioambiente que el primero".
Para hacer tal previsión tienen en cuenta, no solo los mítines del expresidente, sino las declaraciones de sus consejeros y miembros de su equipo. Incluso la deriva trumpista del partido republicano en su conjunto.
Desde The Guardian alertan al respecto: "En contraste con aquella primera legislatura caótica, ahora se dibuja un segundo mandato mucho más metódico basado en potenciar la producción de los combustibles fósiles, dejar de lado a los científicos climáticos de renombre, y derogando leyes que controlan las emisiones que favorecen el calentamiento global".