"Para los defensores del clima de todo el país, el resultado de estas elecciones significa que todos debemos encontrar la manera de redoblar nuestros esfuerzos y hallar soluciones bipartidistas a la crisis climática que creen empleo, promuevan la prosperidad y salvaguarden el futuro de la humanidad". Con estas palabras, el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, resume los próximos pasos para evitar que las ambiciones climáticas del país norteamericano decaigan.
Porque, tras la victoria de Donald Trump en las presidenciales del pasado martes, la comunidad climática internacional está sumida en una vorágine de incertidumbre. ¿Cumplirá el republicano sus amenazas? ¿Abandonará EEUU —otra vez— el Acuerdo de París? ¿Se retirará de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC)? ¿Pondrá trabas a la expansión de las renovables?
En estos momentos, explican los expertos consultados por ENCLAVE ODS, hay más incertidumbres que certezas. Lo único que está claro es que, de cumplirse sus propuestas electorales, en 2030 toda la humanidad respirará una atmósfera mucho más contaminada de lo que se esperaría si se mantuviesen las ambiciones climáticas.
En concreto, como ya vaticinó la publicación especializada Carbon Brief, serían alrededor de 4.000 millones de toneladas extra los que se lanzarían a la atmósfera de llevarse a cabo, punto por punto, el programa de Trump. Una cifra que equivaldría, por cierto, a las emisiones anuales de la UE y Japón juntos.
Pero, a fin y al cabo, una vez más la Casa Blanca será el hogar de un autoproclamado "escéptico climático". Como explica Tim G. Benton, profesor e investigador del think tank británico Chatham House, la agenda del 47º presidente de los Estados Unidos tendrá "consecuencias tanto en el medioambiente como en la manera en que se gobierna el país".
"Objetivos inalcanzables"
"El impacto real de los planes de Trump no vendrán solo de la eliminación de las regulaciones medioambientales domésticas o el abandono del Acuerdo de París", analiza Benton.
Las consecuencias más sustanciales estarán relacionadas con la manera en que el presidente electo "quiere reconfigurar la economía estadounidense y su rol en el mundo". El magnate, asegura Benton, "podría propulsar una nueva era de las relaciones internaciones que haría descarrilar, aún más, la gobernanza climática".
Y es que el planeta se encuentra en un momento crítico. Las políticas desarrolladas hoy marcarán el mañana de los que ahora son niños y adolescentes, y los que queden por venir. Porque, según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2024 publicado por la ONU, la temperatura media de la Tierra se situará entre los 2,6 °C y los 3,1 °C por encima de la de la época preindustrial. Muy por encima, por cierto, del objetivo marcado por el Acuerdo de París: 1,5 °C.
El retorno de Trump complicará sobremanera que los límites seguros no se sobrepasen. Como asegura Ricardo Martínez, investigador sénior en el programa Ciudades Globales del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), "el objetivo era ya de por sí muy difícil de cumplir y ahora podemos darlo por inalcanzable".
Ya no quedará París
El motivo, insiste, son tres factores determinantes. Por un lado, como ya se ha mencionado, la retirada de EEUU del Acuerdo de París y, por tanto, de las cumbres del clima, como la que se celebrará entre el 11 y el 22 de noviembre en Bakú (Azerbaiyán). Si bien en esta COP29 la delegación estadounidense seguirá estando liderada por el presidente Joe Biden, se prevé que en la número 30, que se celebrará en 2025 en Brasil, el país ya no se presente.
Y esa, apunta Martínez, será una cumbre clave para marcar las ambiciones mundiales de cara al último lustro de la década. Esa ausencia, además, podría ir de la mano de la ya mencionada retirada de la UNFCCC (el segundo factor determinante de la imposibilidad de cumplir con los objetivos marcados).
Esta sería, como indica el experto, "la decisión más drástica" que podría tomar Trump en materia medioambiental. Porque, a fin de cuentas, implicaría la retirada de una financiación "muy importante" para una "convención marco que es más necesaria que nunca". Especialmente si se observa detenidamente la situación y tendencia global del cambio climático y sus consecuencias.
La UNFCCC, explica Martínez, "necesitará cada vez más recursos" y, por tanto, la retirada de Estados Unidos sería un golpe (casi) mortal. Las implicaciones para el resto de países de este posible abandono no serían baladís.
Una vez más, los Estados más vulnerables a la emergencia climática —y, a su vez, los que menos han contribuido a ella— volverían a ser los perdedores. Pues también son los que más necesidad de financiación y ayudas a la adaptación y mitigación requieren.
El último factor que podría hacer que el plan global para sobrevivir al cambio climático fallase es la batalla abierta que Donald Trump tiene contra las renovables. O, dicho de otro modo, su idilio cuasi romántico con los combustibles fósiles.
¿'Bye, bye' renovables?
El presidente electo ha dejado claro durante su campaña electoral que su principal propuesta consiste en "desmantelar" la Administración Biden y "devolverle el sentido común al gobierno". Para ello, dará marcha atrás a la Ley de Reducción de la Inflación y a todas las normativas destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria y los vehículos.
Además, como ha asegurado durante sus mítines, pretende que el Departamento del Interior aumente la explotación de petróleo y gas en suelo público. Quiere, además, darle un "empujón" al controvertido proyecto petrolero Willow, en el Ártico de Alaska, que de llevarse a cabo pondría en jaque la biodiversidad de la zona y aceleraría su deshielo.
En esta línea, insistirá en que la Comisión Federal de Regulación de la Energía priorice los proyectos de petróleo y gas. Y no solo eso: también le pedirá a esta entidad pública que ignore el impacto de los gasoductos e instalaciones de explotación de gas natural licuado que examine en las emisiones de gases de efecto invernadero.
La nueva Administración Trump, según sus promesas electorales, eliminará los programas de energía renovable del Departamento de Energía y la publicación anual de la Evaluación Nacional del Clima. A esto hay que sumarle las veces que el presidente electo ha repetido hasta la saciedad eso de que EEUU necesita apostar por el petróleo, el gas y el carbón y "eliminar" todo lo relacionado con "la crisis climática y los subsidios verdes".
Eso sí, Ricardo Martínez recuerda que eso no será tan fácil, pues el sector privado está muy implicado. Este frenazo en seco de las energías verdes será, por tanto, complejo. Como indica Alex Scott, experta en diplomacia climática estadounidense, las inversiones en combustibles limpios se han "acelerado" durante el mandato de Joe Biden.
Esto, concluye Martínez, solo tiene una lectura posible: "La descarbonización se va a dar y el Gobierno de Trump no va a poder revertirla. En todo caso la ralentizará, pero eso aún está por ver".