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El primer día de la 29ª Conferencia de las Partes (COP29) de Naciones Unidas sobre cambio climático fue largo. Mucho. Los delegados estuvieron negociando hasta las tres de la mañana (hora de Bakú). Vamos, que no abandonaron el recinto en el que se celebra hasta bien entrada la medianoche española. Y es que no hay cumbre del clima sin retrasos. Probablemente por eso los líderes mundiales se hicieron de rogar para salir a la palestra en la segunda jornada de negociaciones en Bakú.

Fue un día marcado por las fotos de familia que demuestran que la igualdad de género —incluso la paridad— es aún un sueño cuando hablamos de altos cargos políticos. Como dato curioso y un tanto preocupante: solo nueve mujeres —incluyendo a la italiana Giorgia Meloni, que estará un día en Bakú— ostentan la jefatura de Estado o presidencia de los países participantes en la COP29.

Por tanto, el presidente español, Pedro Sánchez, se codeó con las caras más conocidas del planeta, como el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, o el primer ministro británico, Keir Starmer. Aunque también con todos ellos se encontraron cara a cara con jefes de Estado cuyas ambiciones climáticas son un tanto dudosas como el húngaro Viktor Orbán, la italiana Giorgia Meloni o el turco Recep Tayyip Erdoğan

También hubo ausencias que, sin hablar, dicen mucho de la nueva era climática en la que entramos, como la del presidente francés, Emmanuel Macron. O la de Estados Unidos, cuya delegación estuvo muy activa el primer día de cumbre, estaba desaparecida en el segmento de alto nivel: ni Joe Biden apareció, ni se le esperaba.

De ellos, cabe esperar ahora al pleno de alto nivel de conclusión de la COP29 para comprobar si defienden (o no) sus ambiciones y promesas climáticas. Por su parte, a Lula da Silva, presidente de Brasil —que será sede de la COP30— le sustituyó su vicepresidente, Geraldo Alckmin. El jefe de Estado brasileño no ha podido acudir a esta cita por problemas de salud, y es que hasta hace apenas 24 horas no se le permitía viajar en avión. 

Amenaza compartida

El resumen que se puede hacer de las más de cuatro horas de intervenciones de alto nivel en la COP29 es que el mundo se divide entre ricos y pobres. Pero todos, sin importar la ubicación del país, se enfrenta a la misma amenaza: la crisis climática. 

Como recordó Simon Stiell, secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático, la acción climática ya no supondrá "salvar a las generaciones futuras" pues "ha habido un cambio sísmico: esta crisis nos afecta ya en este ciclo político". Y resumió a la perfección uno de sus estragos más evidentes: "Es como poner hasta arriba de esteroidea a la inflación". 

Porque, insistió Stiell, "los costes climáticos devastadores son el enemigo público número uno". Por eso no sirve de nada "lamentarse", sino que toca ponerse "manos a la obra".

Al respecto, Philémon Yang, presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, recordó a los altos mandatarios presentes en Bakú que "los países menos desarrollados no deberían tener que elegir entre cumplir sus objetivos climáticos y desarrollarse de manera sostenible". La inversión, por tanto, es el quid de la cuestión. 

Porque son necesarios, al menos, mil millones de dólares anuales para que los países más vulnerables puedan adaptarse y enfrentarse al cambio climático. Porque, como recordó el presidente español, Pedro Sánchez, durante su intervención, si la DANA, que no hubiese ocurrido sin crisis climática, ha destroza España, ¿qué no ocurrirá en otros países?

Jim Skea, presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), recordó que en los meses transcurridos desde la anterior cumbre se ha visto perfectamente el impacto climático en las vidas de la gente: "Hemos visto incendios, sequías, inundaciones… No podemos olvidar la reciente DANA en Valencia".

Esta, sentenció, "es la nueva normalidad". Y por ello, como dijo el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que habló en nombre de la UE, "hay que apostar por la supervivencia y no por el suicidio colectivo".

Más paz, más guerra

Un "suicidio colectivo" que, como repitió un líder mundial tras otro, tiene como causa no solo la crisis climática, sino los conflictos. En palabras del presidente de Serbia, Aleksandar Vučić, "para derrotar al cambio climático, necesitamos paz en el mundo, invertir en ella en vez de en la guerra". Y sentenció: "Todo el dinero que invertimos en la guerra debería ir a luchar contra el cambio climático".

Algo en lo que coincidieron la mayoría de los jefes de Estado y de Ejecutivo, especialmente los de las naciones más vulnerables y que han vivido guerras en sus propias fronteras. 

COP multitudinaria

La ONU reveló, además, el número provisional de participantes en la cumbre de este año: 66.778, desde jefes de gobierno hasta personal de seguridad y periodistas. El número es significativamente menor que los 83.884 que asistieron a la COP28 del año pasado en Emiratos Árabes Unidos.

Eso sí, sigue siendo mucho mayor que en las citas anteriores: la COP27 contó con la asistencia de unos 49.704 delegados, mientras que la COP26 en Glasgow acogió a 38.457.

Nuevo objetivo de financiación

Mientras los líderes mundiales dejaban claro cuáles son sus ambiciones para la COP29, un grupo de países avanzaba en las negociaciones sobre el nuevo objetivo de financiación de la lucha contra el cambio climático. El G77 (un grupo de países en vías de desarrollo que da voz al sur global) y China se han unido en torno a una cifra.

1,3 billones de dólares es la cantidad que piden para el nuevo objetivo colectivo cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés). El grupo ha pedido que se elabore un nuevo proyecto de texto antes de la próxima ronda de negociaciones del miércoles. Sin esta financiación, dicen, la mitigación y adaptación al cambio climática será inviable.