La violencia de género, aunque ha evolucionado en nombre, no lo ha hecho en dentro de la mentalidad de muchos. Hay quienes, a partir de ese ideal de cosificación y menosprecio hacia la mujer, han establecido sus comportamientos y así lo demuestran en su día a día. Frente a esta dura realidad, Fundación Mutua Madrileña decidió hace 12 años ponerse manos a la obra para sumarse a la lucha de "erradicarla".
Porque, como bien explicaba Ignacio Garralda, presidente del Grupo Mutua y de la Fundación Mutua Madrileña, al inicio de esta IV jornada, "la violencia sexual trasciende el ámbito de la pareja o expareja y afecta también a otros entornos, como los niños".
Una afirmación que ejemplifica a través de los datos obtenidos en el último estudio de la compañía. Se estima que tres de cada cuatro menores ha sufrido algún tipo de violencia sexual, bien sean mensajes no solicitados, contenido pornográfico no deseado o insistencia para mantener relaciones sexuales. Además, uno de cada tres asegura no compartirlo con nadie y tres de cada cuatro indican que ni siquiera se lo comunican a sus progenitores.
Por ese motivo, aunque Javier Bardají, consejo delegado de Atresmedia, insiste en que no debemos quitar la mirada de la actualidad que nos invade hoy día —los estragos del paso de la DANA en Valencia el pasado 29 de octubre—, "no podemos olvidar esta otra riada que no cesa y que arrasa con todo".
Una afirmación que matiza Mar España, directora de la Agencia Española de Protección de Datos, quien indica que, consecuencia del impacto de internet, "se está moldeando nuestro comportamiento de forma inconsciente y nuestro pensamiento ya no es una riada, es un tsunami". Y lo explica: "No se puede dar un smartphone los 9 años, se pasa de creer en los Reyes Magos a consumir porno". Un entorno en el que se muestra un sexo ficticio donde la práctica central es "dar satisfacción al hombre".
La prevención, primero
Según este mismo estudio realizado por la fundación, el 75% de los adolescentes y jóvenes declaraba haber sufrido algún tipo de violencia sexual. Un porcentaje en el que, explica Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña, "hay también un gran porcentaje de hombres que pueden sufrirlo", aunque son las mujeres quienes destacan en estas estadísticas.
La mayor incidencia, explica, "se ve en los 13 años", o lo que comúnmente se puede denominar como 'primera adolescencia'. Además, cuenta, un 29,5% de los encuestados "necesitó tratamiento psicológico para superar la experiencia vivida", lo que evidencia que esta problemática 'persigue' a las víctimas con el paso del tiempo, siendo aún más difícil de borrar.
Por esta razón, explicaba Salomé Corrochano, inspectora jefa de la Policía Nacional y jefa de sección de planes de prevención de la Unidad Central de Participación Ciudadana, no debemos centrar el foco únicamente en la violencia sexual física, porque "también existe la digital".
En este espectro, se incluyen actividades como reenviar imágenes que una menor ha facilitado a su pareja (de aquel momento) y que luego, "por venganza", se han compartido. A este hecho, se suma la grabación sin el consentimiento, el grooming (un adulto haciéndose pasar por un menor para obtener imágenes sexuales) o la propia pornografía. Un contexto en el que "los menores participan y difunden" contenido porque, cuenta, "no son muy conscientes de esos comportamientos o de que son delictivos".
Una situación que resume rápidamente Ignacio Guadix, responsable de educación y derechos digitales de la infancia en UNICEF España: "Internet cuando se diseñó no se pensó para los niños, sin embargo, todos los niños están en internet". Y lo resuelve igual de tajante: "Si las redes sociales no son capaces de asegurar que ningún niño va a sufrir algún tipo de daño, hay que decir que no es un ámbito seguro para ellos y hay que asegurarse de que ninguno tenga acceso a ellas".
Y es que precisamente este manejo de las redes desde edades muy precoces se traduce en problemas en la salud, tanto en lo respectivo al desarrollo como en la salud mental. Porque, explica María Angustias Salmerón, autora y coordinadora del Plan Digital Familiar de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y pediatra especialista en el cuidado integral adolescente, "como el niño está en neurodesarrollo, a ellos les afecta a corto, a medio y a largo plazo".
Este conjunto de realidades a las que se expone la infancia va, poco a poco, permeando en las capas del cerebro de los menores. Motivo por el que, asegura José Antonio Luengo, decano-presidente del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, "el sexo está siendo entendido como algo casi puramente animal, alejado de sentimientos y emociones". Lo que se identifica como el resultado de la falta de un marco de la conducta sexual y el acceso ilimitado a imágenes indeseadas.
Sin embargo, la solución no pasa por los conocidos controles parentales o, por lo menos, no únicamente, tal como indica Corrochano: "Hay que enseñarles lo que es el pensamiento crítico, que sepan conocer qué contenidos pueden ser perjudiciales para su salud y el concepto de la privacidad y el concepto del buen trato".
Actuación frente al delito
Pese a que la prevención es el pilar clave para evitar este tipo de comportamientos, también hay casos en los que 'ya es tarde' y se precisa de la acción de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero, ¿cómo se detectan? La mayoría, indica Mª Luisa Calcerrada, comandante de la Guardia Civil de la Unidad Técnica de la Policía Judicial, se conocen a través de los familiares —los padres, principalmente— o por medio de la Fundación ANAR (900 20 20 10).
En el caso de que haya un delito identificado, cuenta Rosa María Henar, fiscal adscrita a la fiscalía de menores de la Fiscalía General de Estado, es diferente la jurisprudencia si se trata de un infractor mayor de edad o uno menor. En la segunda situación se presupone que la persona está "en proceso de desarrollo madurativo", por lo que se van a valorar "los déficits que le han llegado a cometer ese delito". En ese caso, señala, "las medidas las llamamos sancionadora-educativa".
Es precisamente porque su cerebro aún se encuentra en desarrollo que, añade la fiscal: "Nuestro foco está en que el menor infractor resocialice su conducta, por eso no se persigue tanto que haya prueba o no, o que sea absuelto, siempre y cuando vemos que el menor necesita esa intervención".
Para que los padres puedan 'tener controladas' estas situaciones sin "radiografiar" a los hijos, Cristina Gutiérrez, responsable de ciberseguridad para menores en el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), explica que los progenitores deben "partir desde la reflexión: cómo es nuestro hijo, qué propósito tenemos al utilizar la tecnología y las herramientas de control parental".
Y es que, de los 1.604 delitos informáticos que se cometieron en 2022, tal como aseguraba la comandante de la Guardia Civil, en más de la mitad las víctimas eran menores de edad. El motivo, según Calcerrada, la desinhibición de la red, "lo que favorece a comportamientos violentos a que el agresor se sienta más impune".
Razón por la que hace hincapié en el crecimiento junto a los padres ante 'la novedad' de las redes porque, dice, "al igual que se les acompaña al colegio los primeros años, en la red los dejemos solos y en el peor de los barrios. [...] Más que nativos digitales son huérfanos digitales".