"La regulación sobre el mercurio en los productos del mar hacía una excepción para el atún, permitiéndole contener más que a otras especies". Y fue ante tal descubrimiento cuando Julie Guterman, licenciada en Ciencias Biológicas y Físicas y responsable de proyectos de investigación de la asociación BLOOM, decidió estudiar el porqué de dicha información para, cuenta a ENCLAVE ODS, comprender "si había alguna explicación sanitaria detrás de esa diferencia".
El foco se puso en entender "cómo el pescado más consumido en Europa también podría ser uno de los más contaminados con mercurio", lo que es un potente neurotóxico. Ahí se inició lo que hoy se ha descubierto al mundo como escándalo de salud pública, destapado por BLOOM en colaboración con la ONG alemana Foodwatch.
Pero, ¿qué es lo que hace tan contaminante a este elemento en particular? Se trata de un material liberado, en gran medida, por actividades industriales como la minería y la quema de carbón que se acumula en los océanos. Y pese a que en un momento fue utilizado para muchos útiles presentes en el hogar, como los termómetros, eso ya se ha convertido en algo del pasado.
En concreto, en 2003, los estados de Washington y de Maine se convertían en los primeros en prohibir los aparatos medidores de la presión arterial que utilizasen mercurio. Algo que fue extendiéndose por todo el mundo hasta que, en 2012, se establecía el Reglamento (UE) N.º 847/2012, eliminando los dispositivos de medidas desarrollados a partir de este material.
¿Y cómo llega al atún? Las especies depredadoras, como es esta, se sitúan en la cima de la cadena alimentaria, acumulando altos niveles de este material en su dieta, que incluye a peces más pequeños ya contaminados. Así, este proceso de bioacumulación provoca que pescados de mayor tamaño contengan cantidades más elevadas.
Fuera de 'lo legal'
A través de esta investigación, Guterman y su equipo pudieron llegar a dos conclusiones principales. En primer lugar, que "todas las latas de atún están contaminadas con mercurio. Todas, sin excepción". Un hecho que pudieron confirmar tras analizar 148 conservas recogidas en cinco países —30 de ellas en España—.
Además, determinaron que "más de una lata de cada dos (57%) contiene más mercurio que lo permitido en otros productos del mar como la sardina o el bacalao". Lo que se traduce en que más de la mitad de las conservas de atún supera el límite de 0,3 mg/kg establecido. Incluso, un 10% excede del umbral de 1 mg/kg permitido para el atún fresco.
Así llegamos a la segunda conclusión del estudio que asegura que "las autoridades han preferido privilegiar los intereses industriales por encima de la salud pública". En definitiva, tal como indica la investigadora, "los poderes públicos han acordado con los atuneros licencia para contaminar".
Y es que el umbral del mercurio permitido se estableció "a medida" para esta especie, ya que corresponde con los niveles más altos que se encuentran en el atún. Razón por la que, asegura Guterman, goza de un umbral "tres veces mayor" que el de otros especímenes.
De este modo, la industria ha optado por despreocuparse porque "la gran mayoría de los atunes pueden comercializarse, sin importar su nivel de contaminación o el impacto en nuestra salud". Una situación que define la autora como "una falsa sensación de seguridad", ya que pese a que cumple con la normativa europea, "no cumple con nuestro derecho a la salud".
Ante estas conclusiones, desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) piden "no caer en alarmismo", ya que se trata de "un problema muy conocido y que ha sido objeto de estudio y evaluación". Por esta razón, se han establecido límites máximos y recomendaciones de consumo.
En esa misma línea, en 2019 la agencia elaboró "nuevas recomendaciones" en torno al consumo del pescado con presencia de mercurio. En ellas, se aconsejaba no superar las tres o cuatro raciones por semana, teniendo en cuenta las diferentes especies (blanco y azul).
Además, se destacaba el hecho de "evitar el consumo" de las cuatro especies con mayor cantidad de esta sustancia: pez espada, atún rojo, tiburón y lucio. Aunque, insisten, "el consumo de pescado es seguro y beneficioso para la salud", siempre y cuando se siga una dieta adecuada "por parte de la población vulnerable, especialmente infancia y mujeres embarazadas".
Un peligro real
La situación se torna especialmente preocupante al detectar que el mercurio es una de las diez sustancias más peligrosas para la salud pública, tal como indica la OMS, junto con el amianto o el plomo, entre otros.
De hecho, una exposición prolongada a este elemento, cuenta la autora, "puede provocar trastornos neuromotores, aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y causar efectos perjudiciales sobre el sistema inmunitario, reproductor o renal". Además, ha sido identificado como "posible cancerígeno" por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer.
Los niños son especialmente vulnerables a esta sustancia, en concreto, durante el embarazo y la primera infancia. Para ellos, explica Guterman, "el mercurio afecta principalmente al sistema nervioso en desarrollo", llegando a tener cierto vínculo con los trastornos neuromotores, problemas de coordinación e incluso trastornos de la atención.
En este escenario, asegura, "los españoles se encuentran entre los más contaminados por mercurio en Europa" debido a la gran presencia de peces depredadores en su dieta. Y es que, tal como señalan datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el atún en conserva es el producto pesquero más consumido en el mundo y, en el caso español, la media supera los dos kilos por persona y año.
Consecuencia de esta serie de hallazgos, desde BLOOM y Foodwatch han lanzado "una movilización ciudadana", dirigida tanto a las autoridades como a las cadenas de distribución, con el objetivo de obtener una regulación más estricta. Además, lideran una petición dirigida a las mayores cadenas de supermercados en España para aclamar "que no esperen un cambio legislativo y que tomen medidas de urgencia para proteger nuestra salud".