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Nunca se pierde la esperanza. Al menos, eso dicen. Aunque los delegados y activistas congregados en Bakú han empezado a perderla. Y es que las horas finales de la 29ª Conferencia de las Partes (COP29) de Naciones Unidas sobre cambio climático están siendo eternas.

Durante algún momento se ha confiado en que la noche en Azerbaiyán llegaría con un acuerdo, aunque fuese poco ambicioso. Pero por el momento no ha pasado. El pleno se ha hecho de esperar este sábado 23 de noviembre y cuando se ha convocado ha sido tarde y a medias. 

La primera parte de este plenario con el que se debería concluir la cumbre del clima ha tenido lugar con mucha tensión. Aunque ha concluido con un pequeño logro: un acuerdo sobre los mercados de carbono que se queda corto para los expertos consultados.

Los detalles y especificaciones de este primer paso hacia un pacto multilateral se negociarán el año que viene en Brasil. Aunque al menos, como ya se explicó en ENCLAVE ODS, por primera vez en años el melón del artículo 6 del Acuerdo de París se abría en Bakú.

Y, sin duda, los delegados han estado más que contentos de haber desatascado al menos una situación. Lo han demostrado, sobre todo, cuando rompieron en aplausos al adoptarse esta medida que busca que los países trabajen juntos para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.

El artículo 6 es fundamental para marcar las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Es decir, las hojas de ruta de cada país para descarbonizarse, que serán el punto clave de las negociaciones de la COP30.

Así, se dan los primeros pasos para establecer un mecanismo importante que proporciona financiación climática a los países en desarrollo y un mercado de carbono que, si se pone en marcha, podría seguir funcionando incluso si Estados Unidos retirase su apoyo al Acuerdo de París.

Negociaciones a trompicones

Mientras el mundo esperaba, lo que sucedía durante el día en Bakú no era más que un intento (casi) desesperado del secretario general de la ONU, António Guterres, su equipo y la presidencia de la COP para elevar la cifra de las contribuciones de los países más ricos al fondo de financiación climática. Las reuniones se sucedieron a puerta cerrada y durante largas horas. 

La presidencia de la cumbre se encerró, según informan los compañeros en Bakú de The Guardian, con ministros y negociadores jefe de China, la Unión Europea, Arabia Saudí, Brasil, Reino Unido, Estados Unidos y Australia para debatir áreas clave que estaba 'atascadas'. Todas ellas, cómo no, sobre financiación climática y la transición hacia energías limpias, los temas estrella de esta cumbre. 

Así, durante las primeras horas de la mañana (española), el equivalente al mediodía de Azerbaiyán, se barajaba una subida en las contribuciones de los países desarrollados de los 250.000 millones de dólares del borrador a 300.000 millones.

Una cifra que aún queda muy lejos de lo que los países más vulnerables necesitarían para mitigar y adaptarse al cambio climático. Por el momento, eso sí, seguimos esperando a conocer la cifra —tan controvertida y contestada— que llegue al acuerdo final. 

Y eso que en la tarde del sábado (hora de Bakú) dos grupos de países decidieron abandonar la mesa de negociación: los Pequeños Estados Insulares y las naciones menos adelantadas se han negado a aceptar las condiciones impuestas por los más ricos: quieren un 30% del financiamiento climático que necesitan garantizado sí o sí. 

Desde su punto de vista y su especial vulnerabilidad, estos países aseguraron estar viviendo una suerte de tomadura de pelo. Eso sí, en un comunicado insistieron en que su pequeña performance no significaba que dejasen de negociar. Simplemente, se habían cansado de escuchar propuestas que no avanzaban en el nuevo objetivo de contribución. 

Precisamente esa sensación de desesperanza y agotamiento es lo que ha llevado a la presidencia de la COP a pedir un receso en el pleno, apenas un par de horas después de que empezase. Mientras se escriben estas líneas, los negociadores y delegados están discutiendo e intentando llegar a un acuerdo que no deje a la de Bakú como una cumbre fallida. 

Por el momento, lo que se sabe es que esta COP29 está siguiendo el camino de los grandes fracasos de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre cambio climático: la cumbre de 2000 en La Haya y la de 2009 en Copenhague. Ahora, solo cabe esperar para comprobar si habrá acuerdo antes de la medianoche en Bakú (las 21 h españolas) o habrá que esperar al domingo por la mañana.

¿Y la inflación?

Varios expertos han detectado un problema de base en los borradores que se han venido publicando de los acuerdos en Bakú —que, probablemente, recogerá el texto final—: la inflación. En ningún momento se hace mención de este fenómeno que, de tenerse en cuenta, iría aumentando las contribuciones año tras año hasta 2030-2035. 

La primera vez que se habló en una cumbre del clima de financiación climática fue allá en 2009, cuando los países se marcaron un objetivo cuantificado: invertir 100.000 millones de dólares anuales para apoyar a los países en desarrollo en sus planes de descarbonización y adaptación. 

En aquel momento, recuerdan desde The Guardian, la inflación del dólar estadounidense estaba en el 20,6%. ¿Qué sucedió? Que aunque los países tardaran en cumplir con su promesa, al no haber ningún tipo de control inflacionario de las contribuciones, fue mucho más sencillo de alcanzar esa cifra. 

Ahora bien, la cifra propuesta el viernes 22 en la COP29 (250.000 millones de dólares anuales para 2035) y la del sábado (300.000 millones) serían estáticas. Es decir, no aumentarían con el paso del tiempo y con la inflación. Algo que los pequeños Estados insulares han tildado de "vergonzoso".