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Tormentas devastadoras, deslizamientos de tierra o lluvias torrenciales, como la acontecida el pasado 29 de octubre en las proximidades de Valencia, no solo arrasan hogares y cultivos, también desatan un enemigo silencioso y de lo más devastador: la violencia de género

Mientras el cambio climático intensifica su impacto en comunidades de todo el mundo, las mujeres se enfrentan a una amenaza que no aparece en los informes meteorológicos, pero que no podemos olvidar. Y es que se ha demostrado un aumento en la violencia machista tras los desastres naturales. 

Así lo asegura un estudio publicado en PLOS Climate y liderado por investigadores de la University College en Londres (UCL) al establecer una conexión entre los eventos climáticos extremos y el incremento en los casos de violencia de género en los años posteriores al desastre. 

Lo han hecho a través de un análisis exhaustivo de 363 encuestas realizadas en 156 países. En él, los investigadores encontraron que ciertos desastres, como inundaciones y tormentas, están relacionados con tasas significativamente más altas de esta violencia. 

"La evidencia existente ha demostrado que cuando una mujer experimenta un evento relacionado con el clima, es más probable que experimente violencia en algunos países y en algunos tipos en concreto, pero no en otros", aseguraba Jenevieve Mannel, autora principal del estudio y profesora en el Instituto de Salud Global de la UCL. 

'Violencia climática'

El reporte recopiló datos sobre crisis climáticas ocurridas entre 1920 y 2022 en 190 países, comparándolos con estadísticas sobre violencia machista. En este caso, fue definida como cualquier forma de abuso físico y/o sexual que las mujeres experimentaron durante el año anterior al evento, siempre dentro de una relación de pareja.

Los resultados determinaron que sí existe un vínculo significativo entre ciertos desastres y el aumento en la violencia de género, especialmente en países con economías más frágiles y sistemas de protección deficientes. 

Entre los tipos de eventos analizados, aquellos que implican daños físicamente inmediatos y desplazamiento masivo, como tormentas, inundaciones y deslizamientos de tierra, mostraron una correlación particularmente fuerte.

Por el contrario, desastres como incendios forestales o terremotos no presentaron un vínculo claro. Sin embargo, pese a que los investigadores sospechan que estos efectos podrían tardar más en manifestarse, la falta de datos amplios les impide confirmarlo.

Los países más afectados, además, comparten dos características: bajos ingresos per cápita y "normas de género con rasgos patriarcales". En estas sociedades, donde "el uso de la violencia contra las mujeres es ampliamente aceptado como un comportamiento normal", explica Mannel, los desastres naturales rompen con los frágiles sistemas de apoyo que las mujeres podrían tener a su disposición. 

Inseguridad y colapso

La población femenina que sobrevive a un desastre natural enfrenta múltiples niveles de vulnerabilidad. Por un lado, los servicios esenciales como la política, los refugios para víctimas de violencia y las redes de apoyo social son redirigidos hacia la emergencia inmediata, dejando a las supervivientes sin recursos para denunciar o escapar de sus agresores. 

Por otro lado, las casas de acogida temporales diseñadas para proteger a las personas desplazadas rara vez consideran los riesgos específicos de las mujeres. Superpoblados, mal diseñados y sin medidas adecuadas de seguridad, estos espacios pueden convertirse en escenarios donde la violencia machista aumenta. 

El estrés económico y emocional que surge después de un fenómeno climático extremo también juega un papel crucial. "Los desastres relacionados con el clima aumentan el estrés y la inseguridad alimentaria en las familias de maneras que pueden conducir a un aumento de la violencia", afirma Mannel. 

Ante estos nuevos hallazgos, las conclusiones son claras y si bien es cierto que el cambio climático no discrimina, sí amplifica las desigualdades arraigadas. En concreto, en lo que respecta a las mujeres, especialmente aquellas que viven en países en desarrollo. 

Por ello, indican desde el informe, los investigadores recomiendan que la violencia contra la población femenina también "sea un aspecto a tener en cuenta en los procesos de planificación ante desastres de los países".