Valencia pasa de la emergencia a la urgencia: el trabajo de los voluntarios se centra en la reconstrucción de los pueblos
- Según estimaciones de la Plataforma de Voluntariat de la Comunitat Valenciana, al menos 20.000 personas se fueron a ayudar.
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Hace más de un mes de la impactante DANA que inundó Valencia en vísperas del día de todo los santos. Aún algunas calles de los pueblos de la 'zona cero' como Sedaví, Alfafar, Benetússer y Massanassa están llenas de barro. Muchas familias tienen todo por recuperar y ninguno puede olvidar.
Pero las flores más bellas a veces nacen en el lodo, y en Valencia aparecieron 20.000 florecillas —al menos registradas por la Plataforma de Voluntarios de Valencia, pero obviamente hay muchas más— a las que Miguel Salvador, su presidente, quiere dar las gracias en el Día Internacional del Voluntario.
La organización celebra hoy, jueves 5 de diciembre, un evento que es especialmente conmovedor. "Habíamos pensado en no hacerlo, pero nos pareció muy bonito y necesario. No va a ser excesivamente alegre, pero sí muchísimo más emotiva que festiva", asegura Salvador.
Los voluntarios han sido una parte fundamental en la reconstrucción de la zona afectada. Lo bonito, si puede haber algo bonito entre tanta destrucción y pérdidas, fue que demostró que los vecinos se ayudan, se quieren y que la ciudad se abraza en momentos de necesidad. "Se desplegaron personas de todas las razas, clases sociales y muchísimos jóvenes a los cuales agradezco la generosidad de la generación de cristal", añade.
La organización
Los primeros días fueron un poco caóticos. De un momento a otro tuvieron que organizar a miles de voluntarios que querían colaborar, pero eso a nivel logístico es un reto. La Generalitat puso a disposición de la organización el Museo de las Ciencias y las Artes para que les sirviera de centro de operaciones y les ayudaron a desarrollar una aplicación.
"Era como la de las entradas de los conciertos para que la gente se pudiera apuntar a las tareas. Cuando se llegaba al cupo de lo que se estimaba que se necesitaba, el evento se bloqueaba", explica Salvador.
Así evitaban que hubiera aglomeraciones en un pueblo, mientras que a otras zonas no iba nadie, y además les permitía hacer una breve descripción de lo que se necesitaba. Además, facilitaba que fueran los ayuntamientos los que reclamasen la ayuda que necesitaban: 20 personas para limpiar una calle, 50 para un colegio o 10 para repartir comida.
Además, recuerda que uno de los problemas era que las organizaciones de voluntarios tienen que ir con seguros y con un personal de organización y sanitario. Muchos más fueron por su cuenta, con amigos, conocidos y familiares, por eso agradece esta verdadera muestra de solidaridad.
Ayuda al estrés postraumático
Ahora, como dice Salvador, quieren "pasar de la emergencia a la urgencia"; empezar una segunda fase en la que lo importante es empezar con la reconstrucción. Tiene varios focos, desde recuperar las pérdidas materiales, especialmente de electrodomésticos, coches y muebles, pero también volver a la normalidad. Que los niños puedan regresar a los colegios y los padres a los trabajos. Aunque todavía les quedarán muchos fines de semana de seguir achicando barro y limpiando garajes.
Juan Luis Poyatos, fundador de Volies, una empresa B-Corp de impacto y de voluntariado empresarial que estuvo en el foco de la ayuda, dice que ahora lo que quieren es "devolver la vida a los barrios". La zona afectada tenía muchas pequeñas y medianas compañías, negocios, asociaciones... Todas esas cosas que hacen que un pueblo tenga humanismo.
Estando en el barro, cuenta que los primeros días organizaron todas las ayudas de particulares, de los miles de vecinos que estaban allí y querían colaborar. En la parte más afectada seguían una carretera: "Nosotros íbamos con lo que podíamos llevar, comida, botas, escobones, agua, y los repartíamos donde podíamos. Luego nos quedábamos por las casas ayudando a limpiar. Pero también dábamos apoyo moral".
Una de las principales quejas esos días fue que los voluntarios organizados en las cuadrillas llegaron mucho antes que la Administración. Eso fue gracias al tejido social. Todo eso lo reflejan en La voluntad, un documental de tres capítulos dedicado a la acción de los voluntarios que presentarán en los pueblos afectados.
Ahora que el primer shock ha pasado, las organizaciones le están poniendo atención a la salud mental y al estrés postraumático, especialmente en personas mayores que sufren la soledad no deseada, y ahora incluso peor. Hay otras organizaciones como Art of Living, que están preparando talleres para aprender a manejar los traumas.
La intención que tienen es ofrecer cursos gratuitos y llevados por voluntarios. Esta semana querían hacerlo en un colegio y dedicarlo a los pequeños; a ellos les llega en cascada el estrés de los adultos. Por eso, quieren enseñarles las técnicas RAS, respiración, agua y sonido, para poder controlar el equilibrio emocional.
Todos los voluntarios tuvieron un pequeño papel, en recogida de alimentos, tareas de limpieza y apoyo moral, que realmente demostraron que ofrecer la ayuda desinteresada tiene un sentido.